lunes, 3 de agosto de 2015

UNIVERSIDAD Y POSCONFLICTO
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-investigador
Universidad Nacional de Colombia

Comenzar a pensar la relación entre Universidad y postconflicto implica mirarse en una doble perspectiva de futuro: Primero, involucra la necesidad de hacer un balance sobre la realidad interna de la universidad como institución de la cultura, revisar su visión de sociedad, de país y de mundo; evaluar en término de realidad institucional el cumplimiento de su misión, la pertinencia de sus programas académicos  y acciones institucionales, su coherencia, la cohesión de su comunidad académica y científica en relación con su unidad de propósitos, la dimensión de sus problemas, la realidad de sus conflictos e intereses, entre muchas otras preocupaciones que son propias de la dinámica interna de la institución universitaria, para hacer los ajustes y cambios que sean necesario y disponer su voluntad colectiva y su capacidad formativa, de investigativa y de servicio a la sociedad en la construcción de una paz estable y duradera.

Cualquiera que sea el papel que quiera jugar la universidad en el postconflicto debe estar precedido de su propia y urgente transformación democrática en una perspectiva de compromiso con el país y con las urgencias de sus cambios esenciales. La universidad tiene una oportunidad de pensarse a si misma como institución que tiene una misión cultural, social y política que cumplir y para lo cual se debe preparar y transformar. Esto requiere una revisión juiciosa de las ofertas de bienestar, de la ampliación de los espacios de definición democrática de sus propósitos, de la construcción de una autentica comunidad universitaria, de ajustes a sus propuestas curriculares, pedagógicas y didácticas en el contexto de las nuevas ofertas tecnológicas, de la renovación de las preocupaciones de la investigación, la docencia y la extensión universitaria desde una perspectiva cada vez más solidaria; de la solución de sus problemas laborales y financieros y de la construcción de atmosferas de convivencia pensadas en el respeto por la diferencia y el pensamiento crítico y disidente que se construye desde la valoración de lo que se es y el sueño de lo que se puede llegar a ser.  

La segunda posibilidad que tiene es pensarse como institución abierta en relación franca con las necesidades del país y las regiones, con las poblaciones y los territorios y, definir la oferta de servicio que puede colocar a disposición de la sociedad y la institucionalidad del Estado para contribuir de manera decidida con los requerimientos del postconflicto. Esto exhorta a que la universidad como comunidad de saberes entienda el momento e implemente espacios de diálogo creativo, entre la sociedad, la institucionalidad y la academia para construir de manera conjunta las dinámicas que deben llenar los procesos sociales e institucionales a través de acuerdos consensuados.  Implica pensarse dentro del proceso como un actor que tiene la responsabilidad heredada de su misión de ayudar a construir y mantener la paz.

Postconflicto posibles campos de acción 

Cuando hablamos del postconflicto hacemos referencia en lo esencial a la fase que continua a la terminación del conflicto armado. Esto no implica que las otras formas del conflicto no vayan a seguir desarrollándose  y seguramente generando nuevas transformaciones y dinámicas  de cambio.  Aunque la fase se inicia oficialmente con la firma definitiva de los acuerdos de paz, es deseable que los cambios se comiencen a notar en las acciones  mismas con las que se está cerrando el conflicto, en un proceso de ambientación de las transformaciones institucionales y sociales que han de darse.

El postconflicto supone una recomposición de las relaciones sociales en las que se presta especial atención a las víctimas y se les repara integralmente, se crea la comisión de la verdad para que desarrolle las investigaciones pertinentes y se rindan los informes que posibiliten la reconciliación sobre la base del conocimiento social de lo que sucedió y de los responsables;   se ofrecen las garantías y seguridades a los que han dejado las armas para que se desempeñen en el ordenamiento institucional y hagan pleno uso de sus derechos constitucionales y,  se impulsa el proceso de construcción de la paz con la implementación de los acuerdos y lo que ellos significan en materia de reformas políticas, democratización, planes de desarrollo regionales y nacional  e inversión estatal.

La variedad de acciones que hay que emprender en la fase del postconflicto convoca varios campos de trabajo y por lo tanto el compromiso de toda la institucionalidad publica, la sociedad política (partidos), privada (económica), civil (social) y académica (universidades) y,  en general,  de toda sociedad y la institucionalidad colombiana. Miremos algunos de esos campos:
  
Campo de asistencia humanitaria: que se encargaría de atender a las víctimas, velar por su reparación integral, garantizar en lo posible el retorno y construir las garantías  y programas para el pleno ejercicio de los derechos de las víctimas.

Campo de transformaciones políticas  y de administración del Estado: tendrá como tarea central   el impulso de las reformas políticas e institucionales a que diera lugar los acuerdos en el marco de la ampliación y profundización de la democracia, así como de la adecuación y el fortalecimiento de las instituciones estatales que garanticen una mayor participación de las comunidades en el desarrollo y acompañamiento de la gestión pública.

Campos de transformaciones en el ámbito económico: su acción se centra en sacar adelante las reformas y procesos que convocan los acuerdos en materia económica tanto para el desarrollo integral agrario y rural, como para el desarrollo económico en general desde una perspectiva de mayor equidad y generación de bienestar. En este campo es fundamental la decidida participación y compromiso del sector privado y una clara política de relacionamiento con la inversión extranjera que no vaya en detrimento del interés nacional. 

Campo de las transformaciones en el ámbito social: En este aspecto el trabajo a realizarse gira en poder hacer efectivos los derechos fundamentales de los ciudadanos en relación a la construcción de una sociedad de bienestar, convivencia democrática y seguridad humana; así como favorecer, promover y respetar los proceso de organización social en un decidido fortalecimiento de la sociedad civil, del respeto por la movilización social y de garantías plenas a la protesta ciudadana.

Campo de las transformaciones en el ámbito de la justicia. Centra su trabajo en la construcción de una reforma a la justicia que sirva al nuevo orden político y democrático de la nación, que fortalezca el Estado Social de Derecho, garantice el acceso rápido y eficaz a la justicia, impulse y desarrollo eficientemente los sistemas de justicia comunitaria y alternativa   y le dé un nuevo orden administrativo eficiente al poder judicial. Entre otros aspectos pertinentes a este campo.

Campo de las transformaciones en el ámbito del desarrollo territorial y regional. La guerra ha tenido una territorialidad específica  y ha afectado a distintas zonas del país que han padecido con mayor crudeza los estragos de la misma. Esas regiones y territorios estuvieron durante  décadas  al margen de la acción estatal y son más el resultado de los esfuerzos de las comunidades que de bien estructurados y ejecutados planes de inclusión y desarrollo por parte del Estado. De ahí se deriva el sentido de pertenencia de las comunidades y su arraigo y defensa de los recursos existentes en el territorio pues constituyen su principal fuente de vida y bienestar.

La paz tiene entonces que pasar por los territorios, reconocer a sus comunidades y concertar con ellas sus planes de desarrollo productivo y social en el marco de un proceso de inserción real a la vida del país. Las comunidades indígenas, afrodescendientes, raizales y campesinas se han ido ganando en el desarrollo de sus luchas derechos que deben ser garantizados y conservados. Es necesario tomarlas en consideración, hacer las consultas previas pertinentes a cualquier proyecto de intervención en sus territorios, pero también  democratizar la vida institucional en los mismos de tal manera que estas comunidades tengan capacidad decisión, de gestión, de ejecución y de control social a lo que se hace en las regiones y territorios del que son originarios.      

Campo de las transformaciones en el ámbito de las políticas de seguridad y defensa: Es inevitable aceptar que la finalización del conflicto armado, la desaparición de la guerra, obliga transformaciones institucionales profundas en la fuerza pública y que el paso de una sociedad con alta conflictividad a una de media y baja conflictividad, demanda de una redefinición de la función de la fuerza pública en una sociedad en conflicto pero en proceso de construcción de paz.

 Redefinir la misión de la fuerza pública y las tareas en materia de su función en relación con la precisión  de los riesgos y las amenazas para el Estado y la sociedad son parte fundamental de este proceso. El pasó de policías militarizadas y ejércitos con funciones de policía propias de las sociedades de alta conflictividad, hacia policía comunitarias y de seguridad ciudadana y fuerzas militares en tareas de soberanía y protección de los riesgos ambientales; el paso de la seguridad ciudadana hacia el discurso y la práctica de la seguridad humana tiene que ser parte de las transformaciones  de este periodo así como los temas del gasto militar.

Desde luego, que el postconflicto debe garantizar la subordinación del poder militar al poder político y que este ultimo debe emprender las acciones para que se produzcan los ajustes que requiera la nueva situación política de la nación. Pero ni la fuerza pública va a desaparecer, ni los presupuestos se van a disminuir. Nuevas tareas que ya no serán de naturaleza contrainsurgente tendrán que ser asumidas por la fuerza pública, lo peor que le podría pasar al país, seria la existencia de unas fuerzas armadas y de policía que siguieran operando frente al conflicto social como si se estuvieran confrontando la insurgencia y el terrorismo. El postconflicto requiere sin duda de un proceso general de reeducación y reentrenamiento de la fuerza pública.
       
Campo del acompañamiento Internacional al proceso de implementación de acuerdos: es inevitable pensar en la necesidad que la comunidad internacional juegue un papel relevante como garante en el cumplimiento de los acuerdos y que sirva a la verificación de los mismos en particular a lo que tiene que ver con la etapa que sigue al proceso de terminación del conflicto y dejación de armas.

Sin embargo no es lo único en lo que la comunidad internacional puede ayudar a los procesos de normalización y reconstrucción del tejido social y el desarrollo regional. Pueden prestar una importante ayuda al acompañamiento de las  víctimas  y a la consecución de recursos para el apoyo a la construcción de la paz en el país en el apoyo a programas en especifico, así como en la salvaguarda de la seguridad de quienes  deciden el camino de la participación política para que no se produzcan actos de retaliación criminal.

Colombia tiene hoy una oportunidad única y feliz para salir de la guerra y conducir a las nuevas generaciones a un futuro soñado y construido por todos, en el que no se desconocen las contradicciones e interés contrapuestos, pero en el que se decide transitar los caminos de la democracia amplia y profunda a través de la participación política  en los escenarios institucionales para generar los cambios que se requieren para vivir en una sociedad de conflictos que trabaja a diario por una paz estable y duradera. 
Los campos de acción y las áreas de trabajo  de las universidades en el postconflicto
Estos campos de acción, por llamarlos de alguna manera,  deben convocar la atención de la academia más allá de las urgencias institucionales y de los intereses políticos, en pensar que significa la paz en el modelo económico vigente y cuales son realmente sus posibilidades para llenar al país de expectativas reales y no generar frustraciones futuras. Esto significa pensar cuál es la paz histórica que se puede construir en el marco de los límites del modelo de desarrollo existente, esto es, en el universo del capitalismo, en su fase neoliberal y el mundo globalizado. Es desde esta realidad en tensión con las practicas de resistencia y violencia política que hay que llenar de atributos el concepto de paz con la mayor objetividad posible; preguntarse desde la academia y las regiones en la realidad de la mismas, qué es la paz territorial, integral, con justicia social u equidad, para no llenarla de atributos irrealizables que llenando de expectativas generen nuevas frustraciones a la nación.

Son muchos y diversos los frentes de trabajo que comprometen la academia en el periodo de transición y postconflicto para los cuales hay que estar preparados. El valor agregado de cada universidad,  está en su capacidad para expresar su voluntad institucional y política de comprometerse con los cambios que se requieren, ajustarse a las necesidades y urgencias de los procesos, sobre la riqueza de sus tradiciones y aprendizajes, y su capacidad para operar en relación con las instituciones del Estado y la distintas formas de organización de las comunidades y la sociedad en general. Pero debe ser claro que no le corresponde a las universidades implementar acuerdos, ni reducir sus agendas académicas a los mismos; lo que le corresponde es disponer la voluntad institucional hecha oferta de servicio y compromiso para construir procesos que convocan distintos campos de acción de los cuales me permito enunciar algunos sin que ellos cierren el universo de posibilidades:

1.      Un papel importante juegan las universidades en la construcción de una cultura de la paz que permita la irrupción de nuevas ciudadanías y liderazgos sociales que ayuden a aumentar procesos de inclusión en el ejercicio pleno de los derechos fundamentales y los derechos humanos. Todas las áreas de educación,  ciencias sociales y políticas están convocadas a trabajar en esta tarea fundamental.

2.      En el desarrollo rural integral las ciencias agropecuarias, las ingenierías ambientales, las ingenierías agricolas y civiles, las ciencias humanas, la sociología y la antropología, las ciencias administrativas, económicas y jurídicas, entre otras disciplinas son fundamentales para implementar la transformación del campo y de la vida rural. En general es necesario que cada programa se piense en relación con las necesidades y se adecue para responder de manera pertinente a las mismas. Un novedoso y bien pensado programa de Ingeniería Rural seria de gran utilidad.

3.       El desarrollo organizacional, económico y empresarial desde distintas perspectivas y enfoques que comprometan el orden de las economías campesinas y populares, la generación de nuevos proyectos económicos, renueve y fortalezcan las empresas de economía solidaria, articulándolas a planes de desarrollo comunitario y social y, a posibles alianzas estratégicas con sectores de agroindustriales y empresas de mercadeo, convocan programas pilotos de investigación en una alianza entre las universidades y las comunidades en los territorios que esta precedidos de programas de capacitación y formación técnica y profesional.

4.      El sector minero energético convoca grandes esfuerzos de la academia para el diseño de nuevas, vigorosas y conservacionistas practicas de explotación en las que las áreas de ingeniería y la administración de empresas juegan un papel sobresaliente así como la ingeniería ambiental. Hacer el uso debido de los recursos naturales desde una perspectiva sustentable de economías limpias llama a la academia al desarrollo de programas de ciencia, tecnología e innovación en contextos regionales, productivos y ambientales específicos. En estos procesos poder contar con una Ingeniería del Aguas seria de gran utilidad.

5.      El tema de Estado, Sistema Político y Gobernabilidad convoca toda la batería de Ciencia Políticas y Sociales, así como de las Ciencias Jurídicas, en una perspectiva de aportes a los procesos de ampliación y profundización de la democracia, mejores sistemas de gobierno y gobernabilidad y a una relación de gobernanza en la que interactúen de manera complementaria y armónica lo público, lo privado y lo social. En este tema es necesario fortalecer la participación social y política en una nueva concepción de empoderamientos ciudadanos que transformen desde el ejercicio de la gestión pública los problemas del clientelismo, la corrupción.

Se trata de aportar desde la academia en la construcción de una nueva escuela de pensamiento sobre lo político y lo institucional,  en una sociedad que deja atrás la violencia para encontrase con la civilidad democrática. Una deuda grande tienen las universidades con las reformas a la justicia y al sistema político en general pues han perdido la posibilidad de ser escuchadas y tenidas en cuenta por la institucionalidad jurídica y política de la nación. Es necesario que la academia recupere el lugar que debe tener la ciencia y la cultura en el escenario institucional de la política como voz de la conciencia colectiva.

6.      El tema de salud y vida es de mayor integralidad y convoca las especificidad del área de las Ciencias de la Salud, pero igualmente,  de todas aquellas que se requieren para garantizarla;  temas como seguridad alimentaria, vivienda, medio ambiente sano, educación… entre un centenar de posibilidades hace de esta área un universo de relaciones inter y multidisciplinarias que deben apuntar a garantizar las mejores condiciones de salud para la ciudadanía.             

7.      Sobre medio ambiente y biodiversidad. El trabajo que pueden realizar las universidades a este respecto es amplio, desde el diseño de estrategias de utilización sustentable del medio ambiente a procesos de recuperación y conservación de la biodiversidad, estudios de impacto ambiental y manejo adecuado de recursos naturales. El país debe construirse en medio de una cultura de sustentabilidad ambiental que atraviesa todos los espacios de la vida social y productiva de la nación y que compromete la sociedad y la institucionalidad en la armonización de la vida natural con la social. El manejo de los residuos sólidos, los procesos de reciclaje, la produccion de abonos orgánicos, los programas de basura cero, la optimización de los ciclos del agua, las mediadas contra el calentamiento global entre otras líneas de trabajo deben ser objeto de las distintas áreas de conocimiento en los campos de la investigación, la formación ciudadana y la extensión solidaria.
 
8.      Etnología Arte y Cultura. La condición multiétnica y pluricultural de la nacion obliga al estudio de las relaciones con las comunidades indígenas, afrodescendientes, raizales room, a la conservación de sus culturas y al entendimiento de sus relaciones y formas de organización sociales y políticas así como a la garantía social, institucional y constitucional de sus derechos en el marco de una sociedad diversa e incluyente.  

Un papel fundamental juega en los periodos de transición la recuperación de la cultura, las tradiciones y el folclor de las comunidades en las distintas regiones del país por parte de sus poblaciones y sus instituciones labor que compromete la investigación y el trabajo de las universidades. Es necesario abrirse a modelos de formación profesional para estos grupos desde las posibilidades y requerimientos de sus culturas.

Nada llena de más identidad y orgullo a los pueblos que sus expresiones culturales y artísticas; la música, la pintura, la literatura, la poesía y el arte en general cumplen un papel sobresaliente en los procesos de reconciliación y armonización de la vida social.
 
9.      Mujer, género, desarrollo integral y productivo. Un largo proceso de empoderamientos de las mujeres en todos los campos de la vida nacional debe abrirse durante el postconflicto, porque han sido ellas como se ha evidenciado en el tema de victimas quienes han padecido con mayor rigor los efectos del conflicto y de la violencia;  para ello se debe estar preparado cultural e institucionalmente. Los estudios de género y los programas de visibilizacion, reconocimiento e inclusión de las mujeres en los procesos políticos, culturales y productivos hacen parte de las tareas esenciales del postconflicto en el que las universidades tienen un papel esencial que jugar. Las ciencias humanas y sociales deben abrirse a un espacio de trabajo con las mujeres y las poblaciones LGTBI, para generar una sociedad con mayor inclusión y mas diversa.   

10.  Hábitat, Ciudad y territorio. El abordaje de este tema implica una aproximación multidimensional propia de la ecología urbana contemporánea. A través de él se busca identificar y construir el espectro de eco-regiones colombianas que promueva los mayores retos para la investigación y la gestión integral del hábitat, la ciudad y el territorio. Se pretende promover el estudio de estos procesos atendiendo el contexto contemporáneo que impacta tanto las formas de ocupación del territorio, las relaciones y escalas territoriales, las expectativas sociales sobre la sostenibilidad, conservación y calidad del hábitat, así como la producción del conocimiento en las ciencias del territorio y del hábitat y las disciplinas del urbanismo y el ordenamiento territorial. 

Como lo señala  el instituto Hábitat, Ciudad y Territorio de la Universidad Nacional de Colombia, estos temas convocan la investigación desde la perspectiva de la producción de conocimientos y enfoques críticos, útiles y creativos para la realidad nacional y la comprensión de las problemáticas concernidas con la construcción y transformación social del hábitat, y el ordenamiento y la sostenibilidad responsable del territorio y la ciudad y la ruralidad en Colombia. 

11.  Tecnología de la información y la comunicación. Un universo de posibilidades para la ampliación de la democracia, la educación y el desarrollo social y productivo se abre a través de las tecnologías de la información y la comunicación colocadas desde la academia en perspectivas de paz y convivencia. A este respecto las ingenierías de sistemas y los programas de comunicación y educación juegan un papel importante en los procesos de alfabetización tecnológica para el uso adecuado y pertinente de la información y el desarrollo de sistemas sociales y alternativos de comunicación.     

12.  Educación desarrollo y equidad. Siempre se ha afirmado que la educación es la base fundamental del desarrollo y la convivencia democrática y pacífica de la sociedad, pero lo que el modelo educativo nos está arrojando es conflictividad, exclusión y falta de posibilidades de futuro. Es necesario hacer una revisión académica juiciosa de los programas educativos a todos los niveles descongestionarlos y des-ilustrarlos, para volverlos de mayor excelencia y pertinencia, más acordes a los retos del mundo moderno y mas pensados desde la diversidad de aptitudes y actitudes de los niños y niñas, jóvenes y en general de la población en consonancia con las motivaciones e intereses  personales y las necesidades y urgencias nacionales. Hay que diseñar modelos educativos que formen seres humanos integrales, favorezcan el desarrollo nacional, contribuyan a crear equidad y propugnen por sociedades de buen vivir y de bien estar, esa es una tarea en la que las universidades en su conjunto deben responsabilizarse y comprometerse.     

13.  Integración regional y relaciones internacionales. Los procesos de integración regional y el relacionamiento con el mundo obliga a que las universidades se piensen en una perspectiva más amplia que el solo espacio institucional o nacional, como agentes fundamentales de las políticas de relacionamiento cultural, social, económico y político del país con el mundo.

El tema de la globalización y de su impacto social, como marco referencial amplio de las nuevas modalidades de la integración regional y global convoca a que se analicen los procesos de globalización y regionalización de los mercados y sus repercusiones sociales en América Latina y en el país y, se miren  las repercusiones sociales de la integración de los mercados sobre el ámbito de las oportunidades y las relaciones laborales. Asi como la necesidad de replantear el tema de la integración en sus múltiples dimensiones que, además de la económica y la política, incluye la social, la cultural y la de la seguridad regional.

Igualmente es necesario que las universidades en sus programas específicos revisen el impacto de la globalización cultural sobre las modalidades de la integración regional. E igualmente  se examinan las relaciones entre los conceptos y fenómenos de la integración económica, la globalización extraeconómica y el autodesarrollo indígena, entre otros temas que convocan este eje trabajo.

En síntesis un universo de posibilidades se abre para las universidades en el periodo de transición y postconflicto que convoca a la generación de ajustes y a la comprensión adecuada de las condiciones reales de los procesos institucionales, poblacionales y territoriales. El primer paso que se debe dar es la renovación de la voluntad institucional y el rompimiento con las paquidermias académicas y administrativas que no permiten que las instituciones marchen al paso de las necesidades históricas y que las mantienen relativamente relegadas de los procesos sociales y políticos de la nación. Hay que volcarse al país a través de programas de investigación, formación y extensión que sean pertinentes para los retos que tiene nacion en el periodo de transición y  postconflicto armado en el camino de ayudar a construir una sociedad más democrática, justa y de mayor bienestar y buen vivir.    

            

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