miércoles, 22 de febrero de 2017



UNA RUTA INNOVADORA Y EFICAZ PARA LA REINCORPORACIÓN
De Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) a Poblados de Paz (PDP)

 CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz - CPSPP-UN

No ha sido fácil el proceso de concentración de las unidades guerrilleras de las FARC-EP en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), que preceden y garantizan, primero, la etapa de dejación de armas y, segundo, el desarrollo de los programas de reincorporación.

El desmedro y la lentitud institucional, la falta de coordinación, las limitaciones operativas del gobierno, la paquidermia burocrática de la contratación  y el afán en que los guerrilleros se desarmen, y no en que se generen las condiciones de una reincorporación exitosa que sea ejemplo para otros procesos, han generado no pocos problemas e incertidumbre en la población guerrillera y en general en las comunidades donde se localizan las ZVTN. Grandes esfuerzos han hechos las comunidades para acompañar la instalación de la población guerrillera en las mejores condiciones posibles, y tampoco han sido pocos los sacrificios hecho por la guerrilla para cumplir con lo acordado. No se necesita esfuerzo alguno para argumentar la improvisación del gobierno pues los medios de comunicación lo han hecho evidente y la Organización de Naciones Unidas, no ha dejado de llamar la atención al gobierno sobre el universo de desaciertos con los que se ha procedido.

Pese a todo eso, el proceso marchará adelante y se consolidará exitosamente. Para todos es claro que la implementación tienes mayores retos y dificultades que las mismas conversaciones y firma de acuerdos, pues consiste en convertir en hechos lo que por ahora son palabras y promesas.

Pensar el futuro de la reincorporación no se circunscribe al ejercicio mecánico de concentrar unas unidades guerrilleras, proceder a que dejen las armas, someterlos a los tribunales de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que tengan curso los procesos y las sanciones y,  que luego, con algunos apoyos,  cada uno haga lo que pueda para construir su futuro. Creo que eso solo está en la mentalidad del gobierno, pero muy lejos de los imaginarios de la guerrilla y de la responsabilidad de sus comandantes con la población guerrillera y las comunidades en que hicieron presencia y tienen algún reconocimiento e influencia social y política.



Una política de reincorporación colectiva como la que se esboza en este proceso y que tiene iniciativas como las de Ecomún, pasa necesariamente por una transformación de las ZVTN en poblados de paz, situación que más temprano que tarde el gobierno nacional va a tener que aceptar porque la fuerza de los procesos conducirá irremediablemente hacia esa posibilidad, obligando a la elaboración de obras de mayor calidad y a inversiones con proyecciones estratégicas de mayor perdurabilidad.  Es necesario comenzar a superar la idea de  Zonas Transitorias, para pensarlas como parte constitutiva de un proyecto de largo alcance en las que se da origen a nuevos poblados articulados, social, política, económica y culturalmente con el territorio y en el marco de una política exitosa de reincorporación, que se acompaña debidamente de la institucionalidad del Estado, la presencia de nacientes movimientos sociales y nuevas ciudadanías. Esos Poblados de Paz, pensados en sentido prospectivo ofrecen una magnífica oportunidad para que la reincorporación que no es un momento, sino, un proceso,  pueda darse generando las garantías y seguridades para que los integrantes de la insurgencia reconstruyan sus vidas personales, familiares y comunitarias y emprendan el camino en el que van desarrollándose los proyectos sociales, educativos y productivos que deben hacer parte de los programas de reincorporación y cierren adecuadamente frente a la justicia sus procesos dando un lugar a la verdad y a la auténtica reconciliación.

Para ello es necesario espantar el fantasma de la “repúblicas independientes”, permitir que funcione la estructura legal del Estado, en correspondencia con los reclamos y comportamiento legítimos de la población, en el marco de una democracia auténtica que se amplia y se profundiza. Hay que derrotar la bipolaridad histórica de nuestra tragedia y abrirnos a un mundo de reconocimiento y respeto por la diferencia y la diversidad.

Estos nuevos Poblados de Paz, deben funcionar como laboratorios en los que se pone a consideración de la imaginación de la academia y la comunidad la construcción del espacio urbano-rural en ambientes de amplitud y confort, sustentabilidad ambiental, pertinencia y eficiencia productiva. Espacios en los que se construyen en el marco de una propuesta, un nuevo urbanismo rural, viviendas amplias, luminosas, frescas, aireadas para dar un hábitat digno a las personas, a los nuevos ciudadanos, a sus familias, a sus hijos. Viviendas que cuentan con servicios suficientes de agua, luz y alcantarillado, con conectividad y con toda la oferta de calidad de vida que se merece el campo. Con zonas verdes arboricidas, parques centrales, centros comunitarios y administrativos, escuelas multifuncionales que permitan el desarrollo de programas educativos de alfabetización, educación básica y media, educación técnica, profesional y postgraduada. Programas itinerantes y permanentes de salud básica, un buen puesto de salud, restaurantes comunitarios para niños, madres lactantes y ancianos. Poblados de Paz, que gocen de vías de acceso y programas de desarrollo articulados a las vocaciones productivas ecosistémicas en las lógicas de abastecimiento local y economía de mercado, que permitan el florecimiento de economías solidarias multiactivas vigorosas y de iniciativas individuales que sean pertinentes.



Estas zonas deben ser protegidas y ofrecer a sus habitantes toda la seguridad que el Estado sea capaz de dar a sus ciudadanos.  Tengo el absoluto convencimiento que la mayoría de las ZVTN, no van a ser temporales y que ellas darán origen en el tiempo a muy interesantes procesos sociales, productivos y políticos que favorecerán en la práctica la construcción de una autentica paz, con mayor justicia y una mejor democracia.


22 de Febrero de 2017                             

martes, 21 de febrero de 2017





100 constructores de paz para el proceso Gobierno - ELN
Elementos para pensar la metodología de la participación social

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente –Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz –CPSPP-

De Quito comienzan a llegar los primeros comunicados conjuntos de las delegaciones de paz del Gobierno Nacional y el ELN, lo que representa una buena señal de que las conversaciones, que en esta fase de construcción de confianzas y primeros acuerdos no es fácil, van marchando a ritmo lento pero seguro. La decisión de trabajar en dos subcomisiones,  con un solo cuerpo de mesa,  le permite a las delegaciones avanzar sin premuras en la búsqueda de los consensos necesarios para llegar a los primeros acuerdos que por su naturaleza son de implementación inmediata en la medida en que son prerrequisito para ambientar y ponen en marcha los diálogos propiamente dichos.

La subcomisión humanitaria, tiene la responsabilidad de construir un acuerdo de desescalamiento de la confrontación y de cese de hostilidades que acabe el secuestro y la ola de asesinatos contra los dirigentes sociales y políticos y, pensar en la posibilidad real de implementar un cese al fuego bilateral y focalizado, sobre áreas que en este momento lo requieren con urgencia para facilitar los procesos de participación social y que ayudarían, adicionalmente, a la fase de implementación de acuerdos que se encuentra en marcha. Un cese al fuego focalizado que les permita a las Fuerzas Militares centrar su atención en la lucha contra las bandas criminales y el paramilitarismo. Resulta muy difícil que la participación de la sociedad se de en medio del conflicto armado y eso requiere que las partes se pongan de acuerdo en cómo crear las condiciones de seguridad para que los diálogos que se den en los territorios no tengan incidentes que lamentar.

Por su parte la subcomisión metodológica debe trabajar para encontrar una propuesta lo más realista, objetiva y práctica para que la participación de la sociedad sea productiva y sus aportes sean vinculantes a los puntos de agenda que los convoca. Desde la experiencia que el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional de Colombia ha adquirido en relación con los Foros Nacionales y Regionales solicitados por la mesa de la Habana y la participación en la organización y desarrollo de la Segunda Asamblea Nacional por la Paz convocada conjuntamente con la Unión Sindical Obrera (USO), las enseñanzas y los aprendizajes adquiridos en estos procesos nos ubican frente a dos procedimientos complementarios y útiles para garantizar la participación efectiva de la sociedad en general. Primero, la realización de eventos de naturaleza “masiva”, pero cualificada, en los distintos territorios en que se quieran desarrollar diálogos que giren en torno a problemas territoriales y poblacionales específicos, en donde se ventilen de manera clara propuestas que puedan ser organizadas alrededor de grandes ejes temáticos. Segundo. Crear una mesa de diálogo permanente de la sociedad, compuesta por 100 Constructores de Paz, de la que hagan parte las dirigencias reconocidas y legitimas del movimiento campesino, indígena, afrodescendiente, obrero, popular y  estudiantil; así como representantes del movimiento de mujeres, población LGTBI, movimiento juvenil y ambiental y, otros movimientos que se consideren esenciales para los diálogos. Pero Igualmente, donde participen los sectores productivos a través de sus organizaciones gremiales y centros de estudio, que hagan presencia la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC; la Asociación Nacional de Industriales, ANDI; la Federación Nacional de Ganaderos, FEDEGAN; la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio, CONFECAMARAS; Representantes de empresas transnacionales que trabajan en sectores estratégicos de la economía como el minero-energético, de infraestructura y el agroindustrial, entre otros.

Una mesa que convoque representantes de los movimientos sociales y políticos, en la que se den cita todos los partidos para reflexionar sobre los temas de la democracia y la organización del sistema político y electoral del país y, de los procesos que conducen a la ampliación y profundización de la democracia.

Deben estar igualmente representados sectores de la academia que puedan contribuir de la mejor manera a la construcción de propuestas viables en un proceso que por su naturaleza se da de manera colectiva.

Desarrollar un número representativo de encuentros masivos que vayan definiendo un interlocutor legítimo de la sociedad que conformen ese equipo de trabajo de 100 Constructores de paz, como un capital social, calificado y legítimo de la sociedad que ayude de manera sistemática al procesamiento y elaboración de propuestas, a través de mesas o comisiones especializadas podría ser una ruta para construir los diálogos con la sociedad y fortalecer la legitimidad de las decisiones de la mesa.  No obstante, cualquiera que sea el camino metodológico que se decida, lo importante es que las partes estén de acuerdo y el país sienta que el proceso avanza y marcha por buen camino.


21 de Febrero de 2017         

viernes, 10 de febrero de 2017




DIALOGOS GOBIERNO-ELN
 En la ruta de la paz completa

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador 
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz - CPSPP-UN


El inicio de la fase pública de los diálogos entre el Gobierno Nacional y el ELN, en la ciudad de Quito-Ecuador, estuvo cargado de expectativas y escepticismos. La naturaleza de la agenda y la ruta de participación de la sociedad,  colocan a las delegaciones de paz frente a grandes retos para llevar las conversaciones de manera exitosa y garantizar la firma de un acuerdo de finalización del conflicto que satisfaga las partes y haga efectiva la idea de Paz Completa.

Las preguntas centrales que se le hacen a estos diálogos son tres: 1. ¿Cómo va ser la participación de la sociedad y con qué propósito?; 2. ¿Qué tan vinculante van a ser los resultados de  esa participación en la definición de los temas de agenda? 3. y ¿Cuáles deben ser los resultados de las conversaciones que establezcan la finalización del conflicto armado entre el ELN y el Gobierno?.

Tanto el gobierno como el ELN van a recoger la experiencia alcanzada en otros procesos y buscaran realizar el mejor trabajo posible para hacer coincidir sus distintos enfoques e intereses. Dadas las características de la agenda y las dificultades que se han presentado para poder colocar en marcha la mesa pública, lo mejor podría ser que las conversaciones se iniciaran con dos comisiones de trabajo, una con el propósito de abordar el tema de la participación de la sociedad  y la otra, los temas humanitarios y de desescalamiento del conflicto, tema este que es fundamental para la ambientación de los diálogos.

El desarrollo de la mesa pública de conversaciones es una escuela de aprendizajes compartidos, en la que se construyen las confianzas y los entendimientos necesarios para sacar adelante las conversaciones sobre una agenda que en este caso está por constituirse,  con la ayuda de la sociedad,  en su parte sustantiva. Los diálogos deben desarrollarse con la mayor objetividad y realismo y,  sin que existan metas predeterminadas e insalvables, las partes deben ir encontrando el fundamento esencial de los acuerdos entendiendo que estos tienen su propio tiempo de implementación.

Construir una atmosfera de confianza para dialogar

Tal vez el primer reto que tiene la mesa es construir una atmosfera de confianza en que las dos partes se sientan lo suficientemente cómodos como para avanzar en las conversaciones sin convertirla en un lugar de pulsos y forcejeos innecesarios. En este caso, la mesa se extiende al cuerpo social en las lógicas de la participación la que desde el comienzo debe precisar sus alcances y la naturaleza vinculante o no de sus propuestas. Una mesa de esta naturaleza debe estar abierta a la intervención de los distintos sectores de la sociedad y debe ser fundamento de un dialogo complejo de intereses y necesidades. Un elemento innovador de este proceso, lo constituye precisamente la participación de la sociedad la que seguramente va llegar cargada de propuestas y necesidades de todo tipo que las partes tendrán que organizar, sistematizar y tratar ordenadamente en lo que es posible.

En los últimos semanas de Diciembre y las primeras de Enero, se ha percibido un cambio importante en el lenguaje de las partes;  hay un ELN más relajado, menos tenso, más comunicativo, dispuesto al dialogo y más comprometido con el mismo. La delegación de paz conducida por Pablo Beltrán, el más veterano de la delegación en conversaciones de paz, comienza a visibilizar otros liderazgos en sus procesos de aprendizajes y desprendimientos. Igualmente, la delegación del gobierno, conducida por Juan Camilo Restrepo, asumió con especial rigor la tarea de superar los escollos y cumplir en la práctica con los compromisos humanitarios, acordados bilateralmente.

Las conversaciones entre el Gobierno Nacional y el ELN, ira tomando fuerza en la medida en que se reconozca y se haga evidente que el ELN, es una organización, social, cultural y políticamente distinta a las FARC y que ello implica que debe tener en los diálogos su propio espacio y tiempo. Que la mesa ira construyendo un reloj cuya velocidad está determinada, por nada distinto,  a la voluntad de las partes de ponerse de acuerdo en los puntos de mayor complejidad y confrontación. Tengo la certeza que tanto el gobierno como el ELN entraran en una dinámica de entendimientos que la sociedad se encargara de legitimar con su participación centrada e inteligente.

Una metodología rigurosa y clara

Un segundo reto consiste en dotar los diálogos de una metodología lo suficientemente rigurosa que posibilite que la participación de la sociedad se de en el marco no solo de procesos claros, sino, sobre todo de propósitos claros.

Convertir a la sociedad en un sujeto de diálogo en unas conversaciones de paz es fruto de un proceso paulatino de empoderamiento que conduce a actores sociales marginados o excluidos a desarrollar su visión del mundo social y político, a ganar identidad y voluntad política, a concebir y realizar acciones de injerencia social  para negociar entornos más favorables a sus necesidades. Incidir en la toma de decisiones que permitan llegar a acuerdos en una mesa de conversaciones requiere y fomenta una actitud proactiva, promueve el fortalecimiento organizacional y la necesidad de robustecer liderazgos que sean capaces de formular objetivos claros y desarrollar acciones para posicionarse ante la opinión pública y frente a otras fuerzas sociales.

En mi concepto el ELN, es una organización afortunada, cuenta con una serie de esfuerzos sociales y organizativos que se han dedicado con especial entrega a promover sus diálogos a través de las más diversas acciones y acompañamientos; cuenta con el respaldo de sectores progresistas de la iglesia que están dispuestos a jugar un papel decidido en la mediación amplia para favorecer el mejor desarrollo posible de los diálogos y,  con una Comisión Facilitadora Civil para los Diálogos con el ELN, que los ha acompañado a lo largo de casi 20 años, la cual fue idea del inmolado Jaime Garzón. Pero, Igualmente, sin ningún escrúpulo pueden disponer de toda la inteligencia del país para que les hable y los oriente sobre los temas de interés en los que consideren que se requiere de mayores experticias a las que tienen.

Una agenda propia de interés nacional

Más allá de las temáticas generales que se corresponden con la canasta de derechos sociales que han de mover la conflictividad futura  (trabajo, salud, educación, vivienda…), de la lucha por una democracia incluyente y respetuosa de la diferencia, del tema de las víctimas del conflicto y los derechos humanos de la población,  el tema central del ELN tiene que ver con la política minero energética, el medio ambiente y los recursos naturales, aspectos  que la organización ha reivindicado desde mediados de la década de los ochenta.

 Hoy el ELN, puede contar con un mayor apoyo si toca con suficiente y pragmática inteligencia el tema minero energético, prestando especial atención a la minería artesanal y tradicional, a la pequeña y mediana minería, a la legalización de los títulos mineros de pequeños y medianos propietarios, a la revisión de la política de distribución y condiciones de inversión de regalías en los territorios productivos, al manejo ambiental por parte de las trasnacionales, a la conservación de los recursos naturales como recursos estratégicos de la nación (aguas, páramos, humedales, selvas y ecosistemas frágiles…entre otros), al compromiso social empresarial con las poblaciones y los territorios. Si enfrenta con decisión la minería ilegal en manos de paramilitares y bandas criminales y legaliza socialmente su propia minería.
     
La capacidad de influir en lo político depende del poder que el ELN logre acumular en apoyo social y movilización,  así como de su fortalecimiento como sujeto social y político, tanto a su interior, como en sus relaciones con otros grupos e intereses, lo cual tiene implícito un diálogo más amplio que sus propios espacios naturales y sus propias o exclusivas necesidades. El dialogo con empresarios y gobernantes regionales, con los partidos políticos, la iglesia y la academia, con la fuerza pública y la comunidad internacional hace parte de ese proceso de construir relaciones proactivas a un proceso amplio de participación y apoyos. 

Seguramente el ELN dará especial atención a los sectores y movimientos sociales que han luchado en torno a nuevas agendas reivindicativas, más equitativas e incluyentes,  que contribuyen a la transformación de las relaciones de poder y a la construcción de ambientes de bienestar, convivencia y seguridad superiores en los territorios, pero que  están en espacios donde la multiplicidad de intereses, en particular de economías a gran escala y estractivistas,  debe ser tenida en cuenta en diálogos abiertos y francos donde la agenda común los reconozca y valore con realismo.

La producción local y regional de iniciativas y propuestas de la sociedad, genera insumos para la construcción de política pública de implicaciones nacionales, porque se comparten problemáticas y necesidades que lo posibilitan, pero su fortaleza está en la posibilidad de pensar la paz desde los territorios y las regiones atendiendo las especificidades de cada uno, de ahí el énfasis y la tendencia que tiene el dialogo con el ELN a construirse desde los territorios, con sus poblaciones, necesidades y conflictos. 

Un punto previo humanitario.

Un dialogo manejado con suficiente claridad e inteligencia, debe dar al tema humanitario un lugar especial que permita llegar a acuerdos de implementación inmediata. El tema del secuestro tiene un peso moral muy alto en la sociedad colombiana y es necesario hacerlo a un lado tomando decisiones al respecto que impida cualquier tipo de cuestionamiento permanente a los diálogos, más cuando existen temas centrales que comprometen la seguridad de la población y a los cuales el Estado colombiano debe prestar especial atención.

La reactivación de los grupos paramilitares y la persecución y asesinato de dirigentes sociales constituyen un impedimento real para que los diálogos puedan darse en un contexto participación amplia de la sociedad. La posibilidad de declarar inicialmente un cese unilateral al fuego por parte del ELN,  y una actitud institucional de desescalamiento del conflicto y centralización de las acciones de la fuerza pública en los enemigos de la paz, sería un avance significativo en el camino de ir encontrando el cese bilateral y definitivo al fuego. Declaran un cese conjunto de hostilidades en el que se garantice la suspensión del secuestro por parte del ELN y de la persecución y el hostigamiento por parte del Estado y las Fuerzas Militares a las poblaciones en los territorios, así como el mayor respecto y seguridad para los líderes sociales constituye una tarea esencial de esa comisión humanitaria, la que debe ocuparse igualmente de los prisioneros políticos y sociales, de su seguridad, derechos y estado de salud.

Sentarse a la mesa de conversaciones en la fase publica es abrir una ventana de oportunidades que trabajada con responsabilidad permite alcanzar importantes y significativos logros en el camino de acuerdos definitivos.        

No hacer a un lado la agenda de la Habana.

Los puntos de agenda que se conocen, acordados entre el gobierno y el ELN, seguramente tomaran en consideración obligados aspectos de los temas acordados en La Habana que competen al interés general en un único sistema político y para una única nación. Ya Nicolás Rodríguez ha hablado al respecto y seguramente las circunstancias históricas han de ir definiendo en la práctica ese tipo de acercamientos y adscripciones, sin que ello signifique subordinación alguna. Temas como víctimas y justicia que fueron resultado de discusiones de largo aliento pueden ser revisados desprevenidamente y valorados en la justa dimensión de lo que resulta necesario.

El proceso de conversaciones entre el Gobierno Nacional y el ELN, comienza a producirse a puertas de un periodo político que promete ser bastante complicado en término de disputas entre distintos sectores e interés partidarios y,  por esa razón,  debe blindarse adecuadamente para sobrellevar una coyuntura electoral que va a estar cargada de todo tipo de objeciones. El ELN puede de manera inteligente interlocutar con los distintos partidos y movimientos políticos sobre los temas de la paz y colocar la discusión en el ámbito del interés nacional, evitando así que el debate electoral instrumentalice negativamente el proceso.     

La propuesta hecha por el ELN de depositar la confianza en la sociedad para que participe democráticamente en la formulación de iniciativas a la mesa de conversaciones, puede que concluya con el tiempo en una gran DIÁLOGO NACIONAL y en un PROGRAMA NACIONAL DE PAZ, que comprometa reformas constitucionales e institucionales democráticas, políticas públicas incluyentes, planes de desarrollo e inversiones focalizadas, dirigidas a construir una sociedad más libre, justa y democrática.

Por ahora, es necesario desear que los diálogos vayan encontrando, poco a poco, los ambientes, seguridades, entusiasmos y respaldos que les permita transitar el difícil pero necesario camino de un acuerdo definitivo de terminación del conflicto armado y construcción de una paz completa.


Nota: Este artículo fue escrito para la revista IZQUIERDA