lunes, 3 de agosto de 2015

La delincuencia, empresarialmente organizada, de la contratación publica

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia 

Lo que podía llamarse la mafia de la industria criminal de la contratación pública compromete reconocido empresarios, abogados, políticos, funcionarios públicos y ese abominable engendro de las prácticas de la corrupción que son los lobbystas. Nada más trágico para un país lleno de necesidades sociales y de urgencias de desarrollo que encontrar que los presupuestos públicos, los que se constituyen con el aporte de todos los ciudadanos y los provenientes de la cada vez menos actividades de las empresas productivas del Estado,  se van por la vena rota de la corrupción hacia los bolsillos de la delincuencia organizada en sociedad anónimas, empresas de contratistas, bufetes de abogados especializados en demandar al Estado y una elite política  y de funcionarios que se especializaron en saquear el presupuesto y enriquecerse de manera ilícita.

Es absolutamente claro que el blanco de las acciones criminales de estos delincuentes son los sectores que requieren de mayor atención y a los que por lo tanto se les destina mayor presupuesto. La construcción de vías estratégicas para el desarrollo nacional y los ordenamientos urbanos, la salud y la educación, los gastos en seguridad, los servicios públicos, el desarrollo agrario y rural y en general todas las actividades de la gestión pública a las que se les asignan presupuesto para que generen bienestar, convivencia y desarrollo.

Existe una extensa red de inteligencia criminal al interior del Estado, conformada por funcionarios de las clientelas de los partidos que pone a mano de quienes puedan contratar la información que se requiera y hacen lo que este a su alcance, incluyendo establecer los criterios de los pliegos de contratación,  para mantener contentos a sus patrones políticos y favorecer a las empresas de contratistas a través de las cuales esta alianza asaltan los presupuestos públicos. Incluso, se habla de que muchas empresas de contratistas han infiltrado al interior de la administración pública, a través de los políticos amigos, funcionarios para que cumplan ese papel, a la manera de las mafias del narcotráfico y la delincuencia del crimen organizado.

Los filtros que se colocan para garantizar la idoneidad de las empresas contratistas en relación con las obras que se pretendan contratar y que tienen que ver con el hecho de que acrediten experiencia y los indicadores de liquidez que le den seguridad al Estado, son burlados permanentemente falseando experiencias y certificados de solidez financiera y cupos de endeudamiento, o a través de uniones temporales, con otras firmas para sumar esfuerzos y llenar requisitos. Así como los concursos públicos de meritos se hacen sobre pliegos con nombre “propio”, muchas licitaciones se hacen a “empresas preadjudicadas” y se llena la farsa del requisito de la licitación pública en la que por lo general otros aspirantes al no poder llenar los requisitos, encuentran anormalidades para impugnar o demandar las licitaciones. Entre las más comunes la presentación extra-temporal de documentos y de nuevos requisitos procedimentales.

Toda la institucionalidad de la que puedan echar mano para alcanzar el propósito de asaltar los presupuestos entra en la mira de los carteles de la contratación que va descomponiendo la institucionalidad a atrás prebendas, coimas y comisiones que es el mecanismo mediante el cual se alimenta la corrupción. Las contralorías, las personerías, el zar anticorrupción, los interventores, toda la maquinaria institucional se ve envuelta en las lógicas criminales de un proceso que se fija como propósito, mas que hacer empresa y ser eficiente y eficaz en la realización de las obras, es  asaltar los presupuestos públicos, generando sobrecostos, extendiendo los tiempos de ejecución, solicitando adiciones presupuestales, o haciendo abandono de obras a través de la figura de la quiebra empresarial.

La corrupción no es un fenómeno que nació en Bogotá en las administraciones del Polo, es una enfermedad que sufre la administración publica desde muchos antes que la presidente Julio Cesar Turbay Ayala se le ocurriera esa maravillosa frase de  reducir la corrupción a sus justas proporciones. Es una enfermedad heredada de las prácticas clientelares de los partidos tradicionales que contagio a la izquierda.

Existe una delincuencia organizada del más alto nivel que ha puesto sus ojos en los presupuestos públicos municipales, departamentales y nacionales. Son responsables del incremento de la pobreza, de la indigencia, del desempleo, de la violencia, hacen mucho mas daño que el terrorismo y el narcotráfico; viven en las grandes ciudades del mundo, hacen los que se les dan la gana, cuentan con prestigiosos abogados y destacados defensores de “oficio”. Mantienen sus capitales en cuentas secretas de difícil rastreo en los principales bancos del mundo, en las islas Caiman, en los paraísos fiscales de la delincuencia organizada del capitalismo Criminal. Como las mafias, funcionan en familia, como los Nule, cuentan con políticos como los Olano, Moreno, Gaviria, Uribe…  funcionarios como los Rojas Birry y lo Moralesrussi  y abogados como los Dávila y Lombana.

No se sabe el monto exacto del desangre del presupuesto publico generado por la corrupción. Algunos hacen estimativos de billones de pesos, suma suficiente para inundar de bienestar a los damnificados de las inundaciones, que son antes que nada damnificados de la corrupción de las mafias de la contratación en el país. Cuando comenzaran a destaparse a grito entero los actos de corrupción del refundador de la patria y su gabinete,  de sus hijos, su clon y su caballero de la Virgen Maria… ¿Cuando se destapara la olla grande de la corrupción que compromete a las más prestigiosas e insignes instituciones de la patria?... ¿Cuándo llegara la decencia al país?... seguramente ese día se disminuirá notablemente la pobreza, los diques no se romperán y el rió de la dignidad nacional retomara su cauce.   





 


                       

No hay comentarios:

Publicar un comentario