martes, 17 de marzo de 2020

 




LA ETICA EN COLOMBIA
Insumos para un conversatorio

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia

1.     El momento actual que vive Colombia se corresponde a una serie de circunstancias y fenómenos internos que han erosionado profundamente la espiritualidad de la nación como el conflicto social y armado interno, el desarrollo de las economías ilegales del narcotráfico, la corrupción y el clientelismo, marginalidad y pobreza generalizada, violencia social y política fenómenos todos unidos a enconamientos de la mentalidad de la sociedad sobre la lógicas y valores que deben guiar la vida individual y social del conjunto de la población. Existe una marcada tendencia a moverse hacia los extremos en temas que marcan diferencias sustancias en la definición de los escenarios de la conflictividad nacional.   
2.     Esto se produce en el marco del desarrollo de la globalización y del modelo del capitalismo neoliberal y de las formas como las revoluciones de la tecnología y la información impacta el desarrollo cultural a todos los niveles. 
3.     La sociedad colombiana ha cambiado y en este nuevo contexto surge la preocupación por los valores que deben guiar la vida individual, familiar, comunitaria y social de la nación colombiana en circunstancias en que las instituciones rectoras del comportamiento social se vienen erosionando: La familia, la escuela y la iglesia y el Estado,  dando paso a nuevos referentes que se articulan en lo esencial a los procesos económicos y a las culturas de la acumulación y el consumo.
4.     Tal vez el mayor problema que estamos afrontando, más allá de lo social, lo económico y político, se ubica en el campo de la cultura y de la espiritualidad de la nación.
5.     Se está produciendo una profundad crisis en la espiritualidad nacional que afecta los valores morales y éticos que deben guiar la sociedad, en lo individual y lo colectivo, hacia formas cada vez más elevadas de bienestar social, convivencia pacífica y desarrollo democrático.
6.     Esa crisis es el resultado de la evolución histórica de los fundamentos morales y éticos con los que se ha venido construyendo las relaciones sociales que afectan profundamente las posibilidades de un proyecto de nación que se erige en el reconocimiento de los derechos fundamentales de las personas, comenzando por el derecho a la vida.
7.     Es una crisis que se fortalece en la banalización de la vida humana y en la desacralización de la misma y, que se refleja en una sociedad engañada, temerosa y violenta.  

Elementos históricos en la construcción del comportamiento ético y moral en Colombia   

8.     Los fundamentos sobre los que se construyó la espiritualidad nacional son la herencia del régimen de dominación colonial que se construyó sobre la violencia, la dominación, la esclavitud, la explotación de la vida humana y su aniquilamiento físico y espiritual. La herencia cultural de la colonia nos dejó una sociedad patriarcal y creyente sometida al doble régimen de la autoridad política y la autoridad religiosa.
9.     Pese a que las ideas de la ilustración nutrieron la luchas de independencia, solo sectores de las clases dominantes y de las elites se beneficiaron de ellas y alimentaron sus confrontaciones, a lo largo del siglo XIX, en la constitución del Estado Nacional, en una aguda tensión entre la herencia colonial y las ideas liberales de la ilustración.
10.                       El peso del poder de la iglesia con su carga moral e ideológica, que se erigió sobre la sumisión, la pobreza, el misticismo, la obediencia, el sacrificio y el analfabetismo cultural se confronto con las ideas progresistas y laicas que se preocuparon por la formación en valores enfocada a culturizar la población con las ideas provenientes de la ilustración, las ideas de libertad individual, democracia, soberanía popular, pacto social y el racionalismo como fundamento del dominio sobre la naturaleza y los hombres. La lucha de la Fe, contra la razón. La pre-modernidad contra la modernidad.
11.                       Los valores de obediencia y subordinación política se tornaron en rebeldía y luchas de independencia contra el régimen colonial guiado por las ideas de libertad, igualdad y justicia.
12.                       Los preceptos morales cristianos se vieron fuertemente confrontados por la introducción de doctrinas que chocaban con las de la iglesia, como las de Jeremy Bentham.
13.                        En la primera y segunda república la educación estuvo orientada hacia la formación de buenos ciudadanos, quienes tenían deberes y derechos con el estado. La formación en valores dentro de un ámbito de moral, buenas costumbres, obediencia al estado, respeto a la autoridad, civismo, patriotismo, libertad, igualdad y justicia, la puntualidad, la compostura, los gestos, el respeto y la formalidad, entre otras actitudes y valores fueron dando origen a la espiritualidad de la nación y al comportamiento social colectivo.
14.                       En la segunda mitad del siglo XIX, con la aparición de los dos partidos políticos tradicionales, se estructura dos formas de pensarse y existir en la nación colombiana, que son el resultado de no otra cosas que de las contradicciones entre lo religioso y lo laico. Contradicción que persiste en un modelo social y político polarizado y desfigurado de las premisas esenciales de su origen. 
15.                       Con el origen de los partidos y la lucha por el poder político en la conducción del Estado, se da origen a prácticas estructurales que limitan y envilecen la lucha político y la construcción democrática de la nación. La corrupción, ya Bolívar, desde antes, llamaba la atención sobre este fenómeno, y legislaba con la pena de muerte para sus ejecutantes, en la medida que sus acciones son profundamente lesivas al interés publico y al bienestar general de la nación; el clientelismo que se fue fortaleciendo,  en torno al usufructo personal, en la afiliación políticas; el nepotismo sobre el cual se gestara el desarrollo del régimen oligárquico y su particular interés por mantenerse en el poder, lo que llevaría a problemáticas estructurales como el fraude electoral como forma de sustentarse en la administración de lo público.
16.                        La constitución de 1886 se refuerza el papel de la iglesia como la delineadora y conservadora de los preceptos morales de la nación y se le da la autoridad sobre las directrices a seguir en la educación. La regeneración consolida los fundamentos de la vieja sociedad colonial en un contexto histórico de conflictividad creciente y de lentos pero definitivos cambios en el escenario social económico.
17.                       En medio de las guerras de finales del siglo XIX, se desarrollan los procesos de colonización antioquena, se amplía la frontera agrícola, surge la hacienda cafetera y pequeñas empresas artesanales manufactureras que posibilitaron la acumulación originaria del capital aparecen otros intereses como el deseo de acumulación y  enriquecimiento, ambición por el dinero y la tenencia de cosas como muestra de poder económico.
18.                        Desde la colonia las economías ilegales se construyeron alrededor de la actividad minera, el contrabando de tabaco, naipes y aguardiente, construyeron corredores de la ilegalidad y generaron una cultura del beneficio acelerado al margen de la institucionalidad fiscal.
19.                         El desarrollo de las economías señoriales y el avance en el impulso de un modelo de capitalismo dependiente desde comienzos del siglo XX,  fue generando nuevos valores que dieron origen a nuevos comportamientos demarcados por las relaciones económicas. El individualismo, la búsqueda del lucro económico, el respeto a la autoridad, la superación personal, unido a la herencia colonial de las buenas costumbres y el fomento de la moral cristiana marcaron las pautas del comportamiento social hasta mediados del siglo XX.
20.                       Las tres primeras décadas del siglo redefinen las estructuras sociales y configuran los actores y las agendas de conflictividad de la Colombia del siglo XX, movidos por distintos intereses y lógicas sociales y políticas. 
21.                        A partir de 1930 y sobre todo con el gobierno de la revolución en marcha se producen nuevos y significativos cambios en el modelo social y educativo, se reconocen derechos y se configuran nuevos escenarios de conflictividad que da origen al periodo de violencia.
22.                       Las trasformaciones que se están dando en el mundo introduce nuevos elementos de juicio en el desarrollo de las luchas sociales y cierres en las posibilidades de ampliación de la democracia, en una confrontación de las ideas conservadoras contra un liberalismo reformista, al que ahora se le atribuye el calificativo de querer instaurar los ideales  comunistas.
23.                        En las décadas del cincuenta y sesenta se desarrolla un ciclo agudo de violencia interpartidaria, en la que los partidos, la iglesia, y la fuerza pública politizada llevan el país a una confrontación fratricida, que tiene curso de solución entre el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla y el régimen del Frente Nacional, Un pacto politico de mutuas impunidades.
24.                       A partir del Frente Nacional  se da origen a una nueva caracterización del conflicto cuyo componente esencial será lo político-ideológico en un florecimiento de los imaginarios de una izquierda diversa, movida por valores distintos y con prácticas políticas diferenciadas, que se mueven entre lo legal y lo ilegal, entre lo electoral y la confrontación armada.
25.                       Al margen de las luchas sociales y políticas que se desarrollan desde la década de los sesenta, se da el fenómeno del desarrollo de las economías ilegales del narcotráfico con el Boom de la mariguana y la coca, lo que trasforma sustancialmente la vida social, económica y política de la nación e impone nuevos modelos de comportamiento que rompen radicalmente con los viejos preceptos que condicionaban y limitaban el comportamiento individual y colectivo.
26.                       Surge una narcocultura movida por antivalores como: consumismo dependiente, el dinero como fundamento de la existencia, el enriquecimiento rápido, ambición personal, corrupción sistemática y como practica de enriquecimiento, la vida fácil y cómoda a cualquier precio, la intolerancia creciente, perdida absoluta del respeto por la vida, los bienes ajenos, el desarrollo de las economías del despojo y el surgimiento de clases emergentes con poder económico y político capaces de apropiar el Estado
27.                       Todo esto unido al desarrollo de un modelo capitalista neoliberal devastador que saquea los recursos estratégicos de la nación en complicidad con la elites políticas y económicas criollas, generando profundos impactos y auténticas crisis ambientales y humanitarias.   El poder de la economía por encima de la vida humana.
28.                       A partir de la constitución de 1991 la moral cristiana y los valores cristianos como el amor al prójimo, la resignación, la humildad y la solidaridad dejan de ser el único referente moral bajo el cual los colombianos desplegaban su proceder social. La nueva constitución aparte de reconocer la complejidad de la nación colombiana, su carácter multiétnico y pluricultural y la condición de ser un país de regiones  y de culturas, instaura un pluralismo en todas las instancias sociales, también da razón de la presencia de un pluralismo ético.
29.                       En dos siglos se fue trasformando el ideal del sujeto social y su universo de valores éticos y morales, que buscaba la formación de ciudadanos participativos y civilizados a uno que coloca al ser humano en un ámbito productivista y consumista, en una sociedad sin mayores oportunidades productivas e inundada de ofertas consumistas desde donde se construye el valor de las personas.   
30.                        La irrupción de “valores degradantes” ha generado una crisis de valores que colocan en contradicción las relaciones entre calidad de vida -  consumismo; paz con justicia social y democracia - guerra conflicto armado y autoritarismo criminal; honestidad y trabajo de calidad - corrupción y vida fácil.

Elementos para la construcción de un “nuevo” modelo ético

31.                       El comportamiento demarcado por fundamentos éticos y morales define en la práctica una nueva espiritualidad nacional, entendida como un proyecto de vida, individual y social, construido en valores éticos y morales, bastante más integral que el derivado de la aplicación del paradigma de valores sociales dominante.
32.                       Esa nueva espiritualidad compromete la acción social y ciudadana en distintos escenarios que a su vez requieren de estar orientados por valores éticos y morales que los llenen de sentido humano y de realización social y natural de una manera integral.  
33.                       La ética individual. Define los fundamentos y principios desde los cuales el ser humano concreta sus relaciones personales y sociales en un escenario de ejercicio pleno de la libertad, el ejercicio de la justicia y el comportamiento democrático que le permite reconocerse en la diferencia y respetarse en un proceso de dignificación creciente. 
34.                       Si bien el ser humano debe tener claro su carga de responsabilidades y al mismo tiempo su derecho a la libertad, también es cierto que hace parte de un entorno social y por ende político; lo que al mismo tiempo lo convierte en un sujeto que interactúa en un entorno de sustrato ético. A la condición individual le es inherente la naturaleza de sujeto social, que es a la vez un sujeto de derecho y un sujeto político.  
35.                        La condición de ser sujeto de derecho lo ubica en el escenario de lo público, en el que se hacen efectivos el reconocimiento de sus derechos fundamentales y humanos y se crean las posibilidades de que los mismos puedan ejercerse a plenitud. Pero el desempeño en lo público demanda de un comportamiento ético y moral política que reconozca los derechos individuales y colectivos, los respete, proteja y haga efectivos sobre el principio de responsabilidad social y solidaridad en el universo de la organización política de la sociedad, constituida no solo por el Estado y sus instituciones, sino, por las distintas formas de institucionalidad en las que se hacen efectivos los derechos de las personas, los ciudadanos y las comunidades.  

    La ética social. Se preocupa por el ejercicio de las normas y principios morales de la vida colectiva en un ámbito institucional y no institucional. La ética social constituye el complemento necesario de la ética individual, que considera la responsabilidad del individuo con respecto a los demás y para consigo mismo y de la ética política que define las lógicas a través de las cuales se hace ejercicio del poder para la construcción del bien común, el bienestar general y la convivencia democrática. 

viernes, 6 de marzo de 2020



EDUCACION PARA LA PAZ

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia

NOTAS PARA UN CONVERSATORIO


1.     El conflicto armado en Colombia ha dejado más de 8,7 millones de víctimas y más de 6,5 millones de personas desplazadas. Ha sido una guerra que ha permeado desde nuestra manera de pensar hasta nuestra manera de sentir; naturalizando o legitimando en muchos casos de la vida pública y privada el uso de la fuerza, la agresión o cualquier tipo de violencia para tramitar los múltiples conflictos que se presentan en la cotidianidad.
2.     Ante el gran reto de la construcción de una paz estable y duradera, necesitamos como sociedad romper con estereotipos y paradigmas que han alimentado la cultura de la guerra y propiciado que nos veamos los unos a los otros como enemigos, olvidando que todos somos colombianos independientemente de nuestro lugar ideológico o de procedencia; generando brechas profundas entre el campo y la ciudad; avivando las diferencias sin reconocerlas como necesarias dentro de una democracia.
3.     Es el momento de transformar estas dinámicas y hacer la transición hacia una cultura de paz, donde quepa la diferencia y la oposición; donde sea posible el encuentro y diálogo entre las zonas rurales y urbanas, y, sobre todo, donde empecemos a reconocernos como habitantes de un mismo país, con la responsabilidad de aportarle a la construcción de su paz.
4.     En palabras de Vicenç Fisas, “la guerra y cualquier forma de violencia organizada son fenómenos culturales, y, como tales, se aprenden y se desaprenden. Dicho en otros términos, tanto la guerra como la paz son frutos culturales, resultados de decisiones humanas y de empeños sociales. La paz, a fin de cuentas, no es otra cosa que la síntesis de la libertad, la justicia y la armonía; tres elementos vivos y dinámicos que no dependen de la biología. Pueden o podemos educarnos para una cosa o para la otra, por lo que el ideal de ilegitimar moralmente la violencia es un reto cultural de rimera magnitud”.
5.     Cotidianamente hemos escuchado la frase “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. En el momento actual que atraviesa la sociedad colombiana, y para generaciones futuras, es fundamental conocer los múltiples y diversos esfuerzos de negociación que se han dado en nuestra historia con actores armados al margen de la ley. Reconocerlos nos permite dimensionar la magnitud de la influencia de la historia de la guerra en el desarrollo de nuestras generaciones.
6.     En Colombia, los esfuerzos por la paz, ha tenido varios procesos de negociación con actores armados al margen de la ley. Estos sirvieron como insumos y aportaron lecciones aprendidas para la negociación entre el Gobierno y las FARC.

7.     Algunos de los aprendizajes fueron:

8.     La mayoría de estos acuerdos presentaron un marco legal para un proceso de desarme, desmovilización y reintegración, donde el objetivo fue sacar a un grupo de personas de la lucha armada; pero no tuvieron en cuenta aquellos asuntos que facilitaron históricamente la reproducción del conflicto armado.
9.     En estos procesos se consideraron temas de reincorporación política como proyecto político colectivo; no obstante, algunos fracasaron debido a condiciones tales como la estigmatización, falta de garantías para la oposición y falta de condiciones para el ejercicio de la política en términos de apertura democrática.
10.                       Dentro de estos procesos se identificaron dificultades en términos de reincorporación económica y social, debido a la falta de apoyos y  seguimientos a los procesos.
11.                       Faltó un enfoque de perspectiva comunitaria en materia de reincorporación, que permitiera la armonización con los procesos locales y promoviera espacios de reconciliación y convivencia.
12.                       Fueron procesos que tuvieron poca o nula participación de las comunidades y de las diferentes regiones del país, lo cual generó poca apropiación y legitimidad.
13.                       En procesos pasados faltó el reconocimiento a las víctimas; además de mecanismos robustos, de verdad, justicia y reparación.

¿Qué es Educación para la Paz?

14.                       Los procesos de construcción de paz se componen de diferentes aspectos sociales, económicos, políticos, educativos, culturales y ambientales, que buscan la transformación de un contexto social y/o político determinado que se encuentra en conflicto armado o crisis.
15.                       Dentro de un proceso amplio de construcción de paz, se entiende al campo de la Educación para la Paz como uno epistemológico y de metodologías, que aporta las herramientas necesarias para aprender a abordar los conflictos humanos de una manera positiva y, por tanto, evita la expresión violenta de los conflictos, que son inherentes a la naturaleza humana.
16.                       Así mismo, la Educación para la Paz corresponde a un enfoque de análisis teórico del cual se desprenden muchos tipos de pedagogías y perspectivas para crear una cultura de paz.
17.                       La Educación para la Paz responde a nuevas formas educativas, es decir, nuevas prácticas para abordar los contextos sociales donde hay o ha habido varias expresiones de conflicto y violencia (directa, estructural y cultural, según Johan Galtung 1990).
18.                       La disciplina como campo teórico y práctico surgió en años posteriores a la Primera y Segunda Guerra Mundial, cuando las y los educadores buscaban herramientas para prevenir futuras guerras y se enfocaron en enseñar para la paz; para la no repetición de la guerra. En este sentido, distintos teóricos y pedagogos han desarrollado pedagogías para la paz cuyo fin último es la puesta en práctica de metodologías que pueden enseñar a las personas y a la sociedad a transformar la cultura de la violencia hacia una cultura de paz.
19.                       El término cultura de paz hace referencia a “un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos basados en el respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no-violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación” (Resolución No.53/243, Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, Asamblea General de la ONU).
20.                       Por tanto, el campo de la Educación para la Paz concibe la paz no solo como la ausencia de guerra y/o violencia, sino también como un proceso positivo, dinámico y participativo en el que se promueven el diálogo y la regulación de los conflictos, en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos (Ibídem. Resolución No. 53/243 ONU).
21.                       Las pedagogías que le apuestan a la transformación y construcción de una cultura de paz fomentan cambios en la forma de relacionarse las personas y colectivos, mediante prácticas de justicia social que incluyen relaciones justas, de tolerancia, inclusión, respeto de los Derechos Humanos en todas las esferas, mediación, encuentros interpersonales e interculturales, entre otros ámbitos que dignifican la existencia humana y permiten la convivencia pacífica y democrática. 
22.                       Así mismo, integran la propia experiencia con la realidad, estimulan la transformación y superación de las violencias transmitidas de generación en generación, y fomentan vías pacíficas y creativas para transformar conflictos, analizarlos dialogar, debatir con respeto, cooperar, arbitrar, reconocer intereses y necesidades propias y de las y los demás; entre otras muchas prácticas y capacidades.
23.                       Educar para la paz, en otras palabras, significa proveer a las personas y a los grupos sociales de la autonomía suficiente para que puedan discernir y razonar acerca de la realidad que los rodea y, finalmente, decidir con toda libertad la defensa de los derechos propios y de las y los demás; la aceptación de diferencias y divergencias de una manera no-violenta, donde además se reconozca y valore la diversidad y las particularidades de los distintos territorios en nuestro país. Igualmente, significa tener en cuenta de manera diferencial y prioritaria a grupos étnicos y mujeres, que, como ya ha sido expuesto por la Corte Constitucional de Colombia en repetidas sentencias y autos, han sido las poblaciones más afectadas por el contexto del conflicto armado.

24.                       ¿Cuáles son los contenidos que desarrollan una Educación y Pedagogía para la Paz?

25.                       La Educación para la Paz con el fin de comprender desde una perspectiva holística, integral, los tópicos necesarios para una formación orientada a una cultura de paz; demanda formar en valores y actitudes que promuevan la desnaturalización de la violencia, los Derechos Humanos, la reconciliación, la multiculturalidad, la solidaridad y el respeto por el medio ambiente.
26.                       Las amenazas más graves a la paz no se limitan a las guerras; opresión, exclusión, explotación, miseria, entre otras, promueven culturas de violencia. Cualquier esfuerzo por lograr una cultura de paz debe dirigirse al reconocimiento permanente del otro(a), a la comprensión, cooperación y responsabilidad entre personas, y a educar para el diálogo, la empatía, la comunicación no-violenta y la solidaridad. Esto significa inculcar valores y actitudes que permitan transformar todo paradigma e imaginario que impulsaba a prácticas violentas.
27.                       Educar para una cultura de paz significa fomentar espacios donde las personas puedan expresar sus desacuerdos, discutir, deliberar, contrastar, actuar, transformar su mundo individual y colectivo, adquiriendo un compromiso social y un grado de conciencia que lleve a la reflexión de la importancia frente al cuidado del otro(a) y de lo otro. Se trata así de fomentar una actitud que asuma los conflictos como posibles escenarios de oportunidades en lugar de escenarios violentos; con valores, actitudes, comportamientos y modos de vida basados en la no-violencia y el respeto de los derechos y libertades fundamentales de cada persona.
28.                       Es por esto que la Educación para la Paz debe ser asumida desde una perspectiva holística y sistémica en la que todo está vinculado y conectado. Swee-Hin Toh  propone entenderla desde los principios de Los Seis Pétalos de la Educación para la Paz, que se centran en:

Ø Educar para vivir con justicia y compasión.
Ø Educar para promover los Derechos Humanos y las responsabilidades.
Ø Educar para construir el respeto cultural, la reconciliación y la solidaridad.
Ø Educar para vivir en armonía con la Tierra.
Ø Educar para cultivar la paz interior.
Ø Educar para desmantelar la cultura de la guerra.

Educar para vivir con justicia y solidaridad

Palabras claves: empatía, conciencia, responsabilidad, reconocimiento, comunicación no-violenta.

29.                       Es importante relacionar el principio de justicia, con la solidaridad. La solidaridad es un principio ético que guía las interrelaciones de la vida, desde sus micro-niveles hasta sus macro-niveles. La solidaridad significa ser capaz de expresar sentimientos auténticos por el sufrimiento de los y las demás, y realizar un proceso de conciencia y reflexión para luego transformar las condiciones que conducen a tales sufrimientos e injusticias.

30.                       En otras palabras, la compasión requiere voluntad de reconocimiento de la responsabilidad por las condiciones de violencia estructural de la sociedad (exclusión, opresión, necesidades básicas insatisfechas). Esto es posible a partir de la empatía, entendida como la capacidad de comprender las necesidades y sentimientos del otro(a) a través de la identificación con sus emociones; esto, a su vez, se logra mediante procesos de comunicación no-violenta o empática.

31.                       Educar para la solidaridad y la justicia pasa por fortalecer las capacidades de comunicación no-violenta; en palabras de Marshall Rosenberg, el propósito de la comunicación no-violenta o empática es crear calidad de conexión humana para poder determinar los sentimientos reales de las personas y sus necesidades, con el fin de generar las condiciones necesarias para la cooperación y el bienestar.

Educar para promover los Derechos Humanos y la responsabilidad

Palabras claves: D.D.H.H, responsabilidades, ciudadanía, Declaración Universal de los Derechos Humanos.

32.                       Una cultura de paz requiere ciudadanos conocedores de sus derechos y deberes. Educar para la promoción y la protección de los Derechos Humanos implica el conocimiento de los derechos de primera, segunda y tercera generación, que en primera instancia pasa por conocer la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el análisis histórico y contextual de los derechos civiles y políticos; los derechos sociales y económicos, y los derechos llamados de “tercera generación” o “Derechos de Solidaridad”.

33.                       Los contenidos de la Educación para la Paz se deben poder vivenciar; por esta razón es clave que más allá de enseñar cuáles son los DD.HH. y sus mecanismos de protección, estos puedan leerse a la luz de las realidades que los estudiantes viven.

Educar para cultivar la paz interior

Palabras claves: espiritualidad, conciencia, responsabilidad, emancipación.

34.                       Hay un creciente consenso frente a que las fuentes de valores y prácticas pacíficas no deben ser ignoradas, junto con sus dimensiones internas. Educar para cultivar la paz interior significa reconocer las diversas tradiciones, creencias y culturas que apuestan por trabajar la espiritualidad, lo cual les permite a las personas un autorreconocimiento de sus debilidades y fortalezas y cómo canalizarlas.

35.                       Esto supone una mirada hacia nuestro interior, para darnos la posibilidad de decidir y ejercitar el derecho de pensar lo que queremos, imaginarnos un mejor futuro y practicar la política en primera persona, sin más intermediarios que nuestra propia conciencia, para después coparticipar con nuestras y nuestros semejantes reconociéndonos como autoridad con capacidad creativa (autoridad en términos de conocimiento, no de poder). Y asumir que estos actos pueden transformar la realidad.

36.                       Desde este enfoque, se puede establecer que el reto de la educación y de la cultura de paz es darles responsabilidad a las personas para hacerlas protagonistas de su propia historia, con instrumentos de transformación que no impliquen la destrucción u opresión ajena, intransigencia, odio ni exclusión, puesto que ello supondrá la anulación del propio proyecto de emancipación y desarrollo (Fisas, s.f.).

Educar para desmantelar la cultura de la guerra

Palabras claves: violencia directa, violencia estructural, violencia cultural, transformación de conflictos, cultura de paz.

37.                       Educar para desmantelar la cultura de la guerra pasa por educar para la transformación de los conflictos de manera no-violenta, y por educar para una conciencia crítica frente a las distintas violencias existentes (directa, cultural y estructural). Se trata, así, de generar procesos que permitan parar la reproducción de la violencia como algo ‘normal’, y fortalecer capacidades que permitan transformar los conflictos, comprendiendo que existen múltiples maneras de ejercer violencia.

38.                       En palabras de Fisas, “el empeño en construir una cultura de paz pasa por desacreditar todas aquellas conductas sociales que glorifican, idealizan o naturalizan el uso de la fuerza y la violencia, o que ensalzan el desprecio y el desinterés por los demás, empezando por disminuir al máximo posible el desinterés y el abandono de los más pequeños, con objeto de que estas criaturas puedan vivir experiencias de cariño, respeto, implicación, amor, perdón y protección; para que después, de mayores, puedan transmitir estas vivencias a otras personas con mayor facilidad” (Fisas, s.f.).

Entender los conflictos y saberlos transformar

39.                       La teoría de la Educación para la Paz ha enfatizado en el objetivo de educar para una conciencia crítica y transformadora que ayude a identificar patrones conflictivos en las sociedades, y a desaprender conductas violentas que resultan a veces invisibles debido a tan normalizadas que se encuentran. Esto supone trabajar la perspectiva positiva del conflicto y generar estrategias y habilidades que ayuden a las personas y a las sociedades en su conjunto a abordarlo de manera no-violenta.

40.                       El marco pedagógico de la Educación para la Paz empieza por entender los conflictos, sus causas, actores y dinámicas, para poder vislumbrar vías alternativas para su transformación. Tal como lo plantea Johan Galtung, “educar para la paz es enseñarle a la gente a encarar de manera más creativa, menos violenta, las situaciones de conflicto, y darles los medios para hacerlo” (Galtung 1997). En tal sentido, la transformación positiva de los conflictos pasa indefectiblemente por fortalecer la capacidad de tomar acciones por parte de quienes sufren directamente el conflicto, a través de un proceso que se ha llamado “empoderamiento”.

41.                       Es decir que muchos conflictos desaparecerían o disminuirían en intensidad, si en el momento oportuno y en sus primeras manifestaciones se promueve tanto el uso y desarrollo de las capacidades para la convivencia como los medios necesarios para que las y los actores se acerquen a procesos de diálogo horizontal e intervengan movilizando a tiempo las fuerzas tradicionales, económicas, sociales, culturales e intelectuales del contexto; por esto es necesario el empoderamiento de grupos sociales que puedan ser vulnerables.







Una pedagogía de la Ternura

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia

NOTAS PARA UN CONVERSATORIO


1.     En el campo de la educación como un acto de amor he prestado especial atención a la forma en que se construye la educación desde una pedagogía de la ternura. La ternura es un estado espiritual que se comporta como una fuerza mágica, capaz de generar grandes transformaciones y sacrificios; es una sustancia invisible que unifica espíritus y esfuerzos, que genera entusiasmos individuales y colectivos, alimentando de vitalidad procesos de engrandecimiento humano.

2.     La ternura como sentimiento convoca lo colectivo, la búsqueda del bienestar común, la preocupación por el otro y por sí mismo, reconoce las virtudes y las dificultades, las potencialidades y las carencias, identifica las más sutiles diferencias y las respeta; la ternura es la expresión sentida del afecto en una época de crisis de valores en la que la misma vida está en juego.

3.     La ternura es un diálogo poético de seres que se atraen y se quieren, que se reconocen como iguales y buscan reconciliarse con la vida en lo fundamental y lo superfluo, es por tanto un abrazo amoroso y una caricia placentera, la mirada cómplice y el beso necesario, un sencillo apretón de manos que nos informa que el otro está presente y que se puede contar con él.

4.     La ternura es un encuentro de silencios, de reconocimientos y valoraciones, de unificación de criterios, de consensos y acuerdos, de dialécticas diferencias, de tolerancias y disculpas fraternas y sinceras, de comprensiones, compromisos y esfuerzos.

5.     La ternura es el sentimiento hecho herramienta de trabajo en el modelado de la condición humana, es la arquitecta de la vida elaborando planos para la construcción de un hábitat de afectos en que una atmósfera de valores positivos nutra el alma sencilla que poseen quienes aspiran a la grandeza. La ternura es el arma espiritual con la que combatimos odios y rencores, egoísmos y envidias, autoritarios y déspotas, mediocres y pusilánimes, deshonestos y bárbaros.

6.     La ternura es reconocimiento de diferencias, capacidad para comprender y tolerar, para dialogar y llegar a acuerdos, para construir colectivamente aprendiendo de los que “no saben”, para soñar y reír, para enfrentar la adversidad y aprender de las derrotas y de los fracasos, tanto como de los aciertos y de los éxitos.

7.     La ternura es encariñamiento con lo que hacemos y lo que somos, es deseo de transformarnos y ser cada vez más grandes y mejores. Por esto, ternura también es exigencia, compromiso, responsabilidad, rigor, cumplimiento, trabajo sistemático, dedicación y esfuerzo, crítica permanente y fraterna. La ternura no es, no puede ser, meloceria y condescendencia, complicidad en la degradación, en la disminución de si mismo, en la deshumanización y la barbarie. No, la ternura es hedonismo altruista, entrega y dedicación, erotismo y lúdica, creatividad e imaginación, libertad galopante.

8.     La ternura es la FIESTA Y EL TRABAJO que llenan el tiempo y el espacio del hombre en su viaje a través de la cultura, en la construcción de su historia colectiva; es la comedia que nutre los momentos de alegría y, la tragedia en la que se enfrenta a sus limitaciones y carencias. La ternura es risa y llanto, ojalá siempre más risa que llanto, más alegría que tristeza, más éxito que fracaso, más primaveras que otoños.

9.     En la escuela, en el movimiento pedagógico, desde hace algunos años venimos hablando de una PEDAGOGÍA DE LA TERNURA desde una concepción más intuida que real, más soñada que práctica, por que aún contamos con grandes limitaciones metodológicas para materializar nuestros sueños. En gran medida eso obedece a que nosotros como maestros, como personas, tenemos grandes carencias afectivas, padecemos en hermético silencio nuestras crisis emocionales y sentimos aún la necesidad que sean los otros los que nos reconozcan como válidos.

10.                       Cuando converso con los maestros, en la intimidad de sus angustias existenciales, siento que vivimos una soledad colectiva de inmensas proporciones, una falta de afecto generalizada y, que hemos disminuido de alguna manera el amor que todo ser humano debe sentir por si mismo y por lo que hace, para poderse brindar con bondad absoluta a sus semejantes con el convencimiento de no estar perdiendo nada y estar ganando todo. No obstante, parece como si hubiésemos perdido la capacidad para arriesgar la aventura de la vida en el fragilísimo barco de nuestra precaria existencia, timoneando por nosotros mismos, sobre una cartografía de vida que se configura en nuestras propias urgencias y necesidades, en nuestros sueños e ideales, en nuestro deseo de ser y existir conforme a lo soñado y, en nuestro inclaudicable propósito de ser felices.

11.                       No es una tragedia ineludible; reconozco la existencia de cientos de maestros y maestras de este país, que han colocado al centro de sus preocupaciones educativas y personales, el afecto como recurso esencial de los procesos de la vida y aprendizaje y, que se han matriculado ellos mismos en un curso de dignificación afectiva, desde el que viene aprendiendo de la mano de los niños y las niñas, de su ancestral sabiduría, el sentido de la vida como experiencia amorosa, que se crea y se recrea, en el juego, en el placer que este proporciona y en el axioma incuestionable que la vida, como la letra, con risa y ternura entra.

12.                       Yo no se si a ustedes les guste, como a mí, la palabra alegría; siento por ella un respeto especial, un especial entusiasmo, y creo que este se remonta a mi infancia. Yo soy de la generación de la ALEGRÍA DE LEER, esa cartillita que traía en la portada una escuelita rural alegre, con niños brincones y banderas patrias y de cuyas páginas interiores poco me acuerdo y a las que seguramente todo lo que se hoy se lo debo.

13.                       Cuando pienso en la pedagogía de la ternura, en lo que estoy pensando es en la alegría de leer, de escribir, de sentir, de soñar, de jugar el juego de la comunicación, de las matemáticas, de las ciencias naturales, de la recreación estética, de la socialización, de los deportes, de la amistad, del enamoramiento, de los valores que ennoblecen, el juego de la democracia y el poder, el juego de la vida.

14.                       La escuela no puede renunciar a la alegría la que está íntimamente ligada al reconocimiento de nuestros logros y a la gratificación inmensa que nos produce saber que sabemos. Sabemos sabedores.

15.                       Tres temas centrales urgen desarrollarse en la sociedad actual: La TERNURA como el más importante alimento del espíritu humano; el MEDIO AMBIENTE como recurso de vida y bienestar del hombre y, la CONVIVENCIA como el espacio en que reconociendo que somos diferentes establecemos unas relaciones de respeto y tolerancia y nos movemos en torno a unas relaciones sociales democráticas que fundamentan en la búsqueda permanente de la paz.