lunes, 27 de agosto de 2018







INSUMOS PARA CONSTRUIR UNA RUTA POSIBLE DE DIALOGO ENTRE EL GOBIERNO DE IVAN DUQUE Y EL ELN

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz –CPSPP-

El proceso entre el gobierno del presidente Iván Duque y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) está en un estado latente de coma.  Todavía no se reactivan las conversaciones en razón no solamente de los incidentes de violencia armada que mantienen 9 personas retenidas-secuestradas por el ELN en los departamentos de Arauca y  Choco a la espera del desarrollo de un proceso humanitario  de liberación, sino que, adicionalmente, el nuevo gobierno se ha dado un tiempo prudencial de un mes que termina el próximo 7 de septiembre,  para hacer  consultas y estudios necesarios sobre la pertinencia o no de estos diálogos. 

Frente a esta situación y en favor de los mismos se podría señalar los siguientes puntos:

Primero.  Existe una voluntad explícita del Ejército de Liberación Nacional de continuar los diálogos y las conversaciones de paz con el nuevo gobierno del presidente Iván Duque, en el marco de los planteamientos que han definido su comportamiento histórico alrededor de la solución política al conflicto armado, cuyo cimiento esencial lo constituye la participación de la sociedad civil.

Igualmente, existe por parte del gobierno actual un interés en revisar el estado de ese proceso;  concertar los ajustes que sean necesarios, si consideran que el dialogo es viable, después de las consultas y análisis realizado durante el mes de balance y, retomar las conversaciones. El nuevo gobierno querrá darle a los mismos su propio enfoque y sello, y, si es posible, llevarlos a un lugar en el que se puedan obtener resultados tangibles en poco tiempo. 

Esto quiere decir que por ahora existe un interés manifiesto del ELN de mantenerse en diálogos y un interés latente del gobierno en su disposición para revisar lo alcanzado y mirar cómo se definen las rutas en el marco de la filosofía y el espíritu que anima el nuevo gobierno a este respecto. Es una oportunidad de las dos partes para hacer un proceso exitoso en la medida en que ambas han cuestionado los diálogos del gobierno anterior con las FARC.

Segundo. Si se mantienen las posturas que hasta ahora se han hecho explícitas por parte del gobierno nacional en cabeza del presidente Iván Duque y del Ejército de Liberación Nacional en la delegación de paz que se encuentra en la ciudad de La Habana,  las posibilidades que este diálogo marche en los próximos días resulta absolutamente inviable. 

Es necesario que una y otra parte asuman una actitud flexible y tengan desprendimientos en relación con las posibilidades de construir un escenario de conversaciones que responda a los intereses diferenciados de las partes en el marco de la construcción de un interés común:  La paz.
 
Si el gobierno sostiene, como lo ha manifestado, su enfoque de DDR, esto es,  desmovilización, desarme y reinserción con algún tipo de beneficio jurídico para los miembros del ELN,  esta guerrilla,  seguramente,  va a ser renuente a esa propuesta, pues en la práctica resulta el sometimiento de una guerrilla derrotada y ellos no se consideran en esa situación. 


Si el ELN mantiene la agenda que venía desarrollando con el presidente Juan Manuel Santos e insiste en el desarrollo de la misma y el poder avanzar en el camino de un cese bilateral al fuego el proceso va a ser inviable. 

Por ahora, lo que existe es una voluntad de partes para retomar, si las condiciones se dan, las conversaciones. Ese debe ser el punto de partida que hay que defender, esto es, mantener el proceso desprendiéndose absolutamente de todo lo que impida que el mismo se produzca. 

Esto implica la necesidad de que el ELN revise las posibilidad real de desprenderse de la agenda que venía desarrollando, manteniendo de ella aspectos que considere esencial en el marco del espíritu que la movía más que de las formulaciones literales de la misma que son esencialmente metodológicas.
 
Disponer la voluntad de las partes para recomponer la agenda de conversaciones de una manera acotada y alcanzable es un primer requerimiento qué tiene este proceso y, tanto el gobierno como el ELN deben flexibilizar sus posiciones.
Es necesario construir una agenda sustantiva que tome en consideración puntos de discusión que comprometan a las dos partes y definir la participación de la sociedad y si su carácter, en materia de lo propuesto,  es vinculante o incidente en las conversaciones.
 
El diálogo es entre el ELN y el gobierno nacional y el acuerdo debe ser de las dos partes en el que ambos logren de manera diferenciada sus propósitos con el mayor realismo posible y asuman las responsabilidades con la mayor objetividad y responsabilidad.

Un enfoque diferencial de estos diálogos estaría en poderlos desarrollara en los territorios con las poblaciones y sus respectivas problemáticas, que involucraran simultáneamente al gobierno nacional y los gobiernos locales, conjuntamente con las formas organizadas de la sociedad y el sector privado en la búsqueda de alianzas para la construcción territorial de paz y desarrollo.     

Tercero. Hay que saludar el pronunciamiento hecho por la delegación del ELN en relación con el tiempo de los diálogos. Señalar qué 4 años es suficiente tiempo para dialogar,  llegar acuerdos e iniciar la fase de implementación sobre bases firmes, es una buena noticia,  pues permite establecer cronogramas y calendarios claros al proceso de conversaciones y de acuerdos. 

La sociedad colombiana está saturada de los procesos de conversaciones de paz y el resultado de los mismos. Esto demanda de una estrategia comunicativa por parte del gobierno y del ELN, que permita nuevamente a la sociedad motivarse al respecto de la obligatoriedad de la paz en el marco del mandato constitucional. Los diálogos con el ELN  son una oportunidad para el nuevo gobierno de avanzar en las posibilidades de la paz completa y en la construcción de sus propias legitimidades tan duramente cuestionadas. Como no existe una política de Estado que obligue a los gobiernos a continuar procesos es fundamental que el diálogo, los acuerdos y las fases de implementación se den a lo largo de la actual administración.

Resulta de la mayor utilidad precisar los usos del tiempo, es necesario recuperar las experiencias que ha tenido el país en materia de conversaciones. Siempre debe tocarse en primera instancia qué es lo que se busca con los diálogos y definir con claridad metas y logros de futuro pues es a partir de allí que se construyen las confianzas y las certezas necesarias para tomar las decisiones requeridas.

El segundo tiempo de las conversaciones tienen que ver con el pasado esto es con lo que el conflicto dejó en materia de víctimas y de necesidad de verdad, justicia y reparación integral. Las víctimas se colocan al centro de este momento. Creo que en ese tema hay un camino andado del que no es fácil desprenderse y que habría que revisar y adoptar.
 
El tercer momento toma en consideración el presente qué es la terminación de la violencia política y de la guerra y que convoca el cese bilateral definitivo y la dejación de armas. Este punto no puede aniquilar los otros ni opacarlos, es un punto procedimental pero el esencial tiene que ver con la construcción de futuro y saldar cuentas con el pasado. Es posible que las dos partes puedan formular para el desarrollo de las conversaciones un gran pacto humanitario que desescale la confrontación armada y disminuya las hostilidades.   

Dos años de diálogos, conversaciones y acuerdos es suficiente. Dos años de implementación de acuerdos NO lo son, pero debe entenderse que todo acuerdo se va a tomar en términos de realizaciones una o dos generaciones, si no es que más, lo que hay que dejar establecido son los requerimientos institucionales y políticos necesarios para que el proceso siga andando sin dificultades.  

Cuarto. Seguramente habrá necesidad de definir la sede de los diálogos y las conversaciones y cuáles son los países garantes y acompañantes. Por la naturaleza del nuevo gobierno los diálogos no pueden soportarse sobre los apoyos de Venezuela y Cuba, pues no tendría presentación para ellos qué habiendo levantado el discurso político en la lucha contra el castrochavismo retomarán las experiencias bolivariana y cubana en el marco del nuevo proceso, con todo lo útiles que han sido. El papel de Cuba ha sido esencial como sede de diálogos con el ELN, incluso durante la administración de Álvaro Uribe Vélez.   Tal vez lo más pertinente es iniciar los diálogos en algún país amigo y garante que permita los ajustes de agenda pero, con el propósito de trasladar las conversaciones lo más pronto posible al interior del país con las debidas salvaguardas y protecciones para la comisión de paz del ELN, que contemple la solidaridad de la comunidad internacional y de la iglesia.  Si la participación de la sociedad es fundamental, lo mejor es tener la mesa de conversaciones al alcance esa participación. Un papel importante debe jugar España en estos diálogos en la medida que fue el país que metió al ELN en la lista de organizaciones terrorista en la comunidad europea y es quien debe sacarlo.

Quinto. Uno de los mejores y más sólidos patrimonios que han tenido los diálogos en las últimas épocas es el acompañamiento de la comunidad internacional. Pero es necesario señalar que ésta es pragmática, quiere ver resultados y quiere verlos lo más pronto posible en la medida qué los gobiernos y la comunidad internacional también se agotan, se desgastan. La comunidad internacional trabaja con sus propios tiempos, procedimientos y regulaciones, lo que requiere de las coordinaciones más técnicas y precisas. Es necesario tomar en consideración las sugerencias que pueda hacer las Naciones Unidas al respecto de su participación en estos procesos en las tareas de monitoreo y verificación, buscando que se realicen con todos los requerimientos de tiempo y tramites.  
 
Sexto. La mesa de conversaciones es una escuela de aprendizajes y una fuente de emanación de toma de decisiones. Por esto,  no debe preocupar la postura con que llegue el gobierno y el ELN a la mesa pues seguramente en la medida en que los diálogos vayan realizándose y los propósitos del mismo se vayan alcanzando, las decisiones fundamentales se irán produciendo, entre ellas, la decisión de colocar fin a la guerra y hacer formalmente efectiva la premisa de separar las armas de la política.
 
Séptimo. Las tensiones con Venezuela y la presencia permanente del ELN en el territorio fronterizo de este país no deben ser un obstáculo para desarrollar las conversaciones de paz,  por el contrario, debe ser una razón más para superar el conflicto y distensionar las relaciones de vecindad. No creo en la estupidez de llegar a pensar en un conflicto armado entre las dos naciones pues los objetivos estratégicos de ese conflicto golpearían profundamente a los dos países y sus respectivas economías. Economías ambas extractivistas dependientes del petróleo.
 
Pienso que ningún papel significativo podría jugar el ELN en esa guerra. Tampoco soy de los que piensa que el ELN se haya convertido en una guerrilla binacional. La doble  nacionalidad y cedulacion es propia de las zonas de frontera y en el caso de la frontera venezolana hace décadas que el ELN la habita.
 
Octavo. No es bueno colocar líneas rojas en los inicios de la conversación por ninguna de las dos partes. Cuando se trata de buscar la forma de poner fin a un conflicto armado como el colombiano se debe disponer de la mayor amplitud posible para poder dialogar. Las líneas rojas impiden avanzar a las conversaciones y se consumen los tiempos. Las agendas cuando son objetivas lo que hacen es  reflejar la correlación de fuerzas en el campo de batalla y ellas mismas en la práctica se van ajustando a los acuerdos posibles.

Noveno. El peor escenario que podría ocurrir es dar por terminadas las conversaciones y retomar la confrontación, porque ya lo tiene advertido la comunidad internacional y los organismos multilaterales que definen las rutas de inversión del sistema financiero global, la paz es un insumo productivo que ofrece seguridad material y jurídica a las posibilidades de inversión en la economía nacional. Nadie invierte en un país en guerra, cualquiera que sea la forma en que se presente.


Diez. Es necesario derrotar el pesimismo, aprender de Gaitán que lo imposible no es más que lo difícil visto por ojos donde no ha nacido la fe y ha muerto la esperanza y, en este país, no ha ocurrido ni lo uno ni lo otro.