jueves, 25 de septiembre de 2025

 




LA DESCERTIFICACIÓN DE COLOMBIA EN LA LUCHA CONTRA LAS DROGAS 

                 A los apatridas de Derecha que delinquen con el NARCOTRÁFICO... y se alegran con la descertificación 

Un análisis crítico de una política fallida agenciada por quien descertifica. 

La relación entre Colombia y Estados Unidos en torno a la llamada “guerra contra las drogas” ha estado marcada , desde la década de 1980, por un modelo de subordinación política y militar que ha tenido efectos devastadores en nuestro país. 

 La reciente descertificación del gobierno colombiano por parte de Washington —una medida que cuestiona su compromiso en la lucha antidrogas— constituye un nuevo episodio de una larga historia de desencuentros. Sin embargo, este hecho resulta particularmente paradójico: Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas ilícitas del mundo, con un sistema de salud pública desbordado y fracasado en el manejo de las adicciones, responsabiliza a un país productor cuya población ha cargado con los costos sociales, políticos y humanos de esta fallida estrategia.

El objetivo de este ensayo es examinar críticamente la descertificación, situarla en un contexto histórico de relaciones bilaterales asimétricas, analizar los errores de la política antidrogas estadounidense y sus consecuencias para Colombia, y señalar cómo esta decisión se explica más por razones de política interna en EE.UU. y de recortes presupuestales que por una evaluación objetiva del problema.

I. CONTEXTO HISTÓRICO DE LA “GUERRA CONTRA LAS DROGAS”

Desde el gobierno de Richard Nixon, que en 1971 declaró a las drogas como “enemigo público número uno”, la estrategia estadounidense se ha centrado en la oferta más que en la demanda.

 Esta visión fue reforzada en los años ochenta con la administración de Ronald Reagan, que promovió la militarización de la lucha antidrogas y presionó a países productores como Colombia, Perú y Bolivia para asumir un papel de contención y erradicación.

Colombia, atrapada entre la producción de cocaína y el fortalecimiento del narcotráfico, vivió un ciclo de violencia alimentado por los carteles de Medellín y Cali, que desafiaron al Estado y generaron una profunda crisis de seguridad. En este contexto, la cooperación con EE.UU. se intensificó, llegando a su punto máximo con el Plan Colombia (2000), durante las administraciones de Andrés Pastrana y Bill Clinton.

El Plan Colombia, con más de 10 mil millones de dólares invertidos, buscaba reducir la producción de coca y fortalecer al Estado. Aunque logró modernizar las Fuerzas Armadas y debilitar parcialmente a las guerrillas, fracasó en su objetivo principal: la reducción sostenida de los cultivos de coca. A comienzos de los años 2000 había alrededor de 160 mil hectáreas; en 2020, tras dos décadas de intervención, las cifras eran similares o mayores según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Más aún, las políticas de fumigación aérea con glifosato, respaldadas por Washington, tuvieron graves impactos ambientales y sanitarios, afectando a comunidades campesinas e indígenas. Colombia pagó el costo humano y territorial de una estrategia que, en esencia, trasladaba la responsabilidad de la adicción estadounidense a países productores.

II. LA PARADOJA DE LA DESCERTIFICACIÓN 

Estados Unidos es el principal mercado de drogas ilícitas en el mundo. Según el National Survey on Drug Use and Health (2022), más de 46 millones de estadounidenses reportaron consumo de drogas ilícitas en el último año, y las muertes por sobredosis superaron las 110 mil en 2023, en gran medida por opioides sintéticos como el fentanilo.

Mientras tanto, los programas de salud pública y prevención han mostrado resultados limitados. El fracaso del modelo estadounidense radica en tratar el consumo como un problema criminal y no como un asunto de salud. Los centros de rehabilitación son insuficientes, los seguros de salud limitan la cobertura y el estigma sobre el adicto reproduce ciclos de exclusión.

Resulta, por tanto, profundamente contradictorio que un país que no ha podido resolver su crisis interna de adicciones culpe a Colombia de su incapacidad para frenar la demanda que alimenta el mercado.

La descertificación no se basa en criterios objetivos, sino en decisiones políticas. La Foreign Assistance Act de 1961 permite al presidente de EE.UU. retirar la certificación a países que no cooperen “plenamente” en la lucha antidrogas, lo que puede derivar en sanciones económicas y en restricciones de ayuda.

Históricamente, esta medida ha sido usada como un instrumento de presión diplomática más que como una evaluación real. En el caso actual, se inscribe en el marco de la política de recortes presupuestales a la ayuda exterior iniciada con USAID, y refleja más la necesidad de Washington de justificar ajustes internos que un análisis riguroso de los avances o retrocesos en Colombia.

III. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS PARA COLOMBIA 

Colombia ha puesto las víctimas, la violencia y la degradación social en nombre de la “guerra contra las drogas”. Miles de campesinos han perdido sus medios de vida por erradicaciones forzadas; miles más han sido desplazados en territorios controlados por narcotraficantes o grupos armados ilegales.

Los costos humanos incluyen asesinatos de líderes sociales, masacres en zonas cocaleras y la perpetuación de un conflicto armado alimentado por la economía de la coca. La descertificación desconoce estos sacrificios y se erige como un acto de desagradecimiento frente a un país que ha funcionado como muro de contención de la droga hacia EE.UU.

La descertificación afecta no solo la cooperación antidrogas, sino también la inversión extranjera y la imagen internacional de Colombia. Puede limitar créditos multilaterales y abrir un flanco de vulnerabilidad en un momento en que el país busca diversificar sus relaciones hacia Europa y Asia.

Geopolíticamente, esta medida se utiliza para descalificar gobiernos alternativos en América Latina, presentándolos como poco confiables o permisivos frente al narcotráfico. Washington instrumentaliza el tema de las drogas para mantener su política de seguridad hemisférica y para debilitar proyectos políticos que cuestionan su hegemonía.

IV. CRÍTICA A LA LÓGICA DE LA OFERTA 

El núcleo de la política estadounidense ha sido atacar la oferta en los países productores, ignorando que la verdadera raíz del problema está en la demanda interna. La lógica ha sido: si se reduce la producción en Colombia, se reduce el consumo en EE.UU. Sin embargo, los hechos muestran lo contrario: cada vez que se logra una reducción en un territorio, la producción se desplaza a otro  y se incrementa porque la estimula la demanda.

La descertificación refuerza esta visión miope: castigar al país productor mientras se elude el debate interno sobre la legalización, la regulación y las estrategias de salud pública.

El caso del fentanilo es ilustrativo. A diferencia de la cocaína, no depende de cultivos ilícitos en América Latina, sino de laboratorios químicos en China y México. El que hoy sea la principal causa de muertes por sobredosis en EE.UU. demuestra que el problema es mucho más complejo que la erradicación de cultivos en Colombia.

V. COLOMBIA FRENTE A LA DESCERTIFICACIÓN: ¿Un cambio de paradigma?

La descertificación puede ser vista como una oportunidad para replantear la relación bilateral y cuestionar un modelo que ha fracasado si logra sostenerse contra el arrodillamiento de una derecha pusilánime que vive del negocio de las drogas .

 Colombia podría avanzar hacia:

1. Políticas de sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, con enfoque territorial y participación comunitaria.

2. Enfoques de regulación de ciertos mercados, como el cannabis, que reduzcan el poder del narcotráfico.

3. Diplomacia multilateral, buscando apoyos en Europa y organismos internacionales que reconozcan el problema de las drogas como un asunto global y compartido.

Al reducir la ayuda, EE.UU. debilita las capacidades de Colombia para contener la producción. Esto se traduce, inevitablemente, en mayor flujo de droga hacia el norte. Es, en palabras coloquiales, “un tiro en la pata” de Washington: en lugar de reducir la oferta, la incrementará en sus propias calles.

A MANERA DE CIERRE

La descertificación de Colombia en la lucha contra las drogas es un acto desafortunado y contradictorio que evidencia la incapacidad de Estados Unidos para enfrentar su crisis interna de consumo y adicciones. Se trata de una decisión más vinculada a recortes presupuestales y a estrategias de control político en la región que a una evaluación objetiva de los esfuerzos colombianos.

Colombia ha pagado con creces los costos de una guerra que no diseñó, pero de la que ha sido el principal escenario: miles de muertos, millones de desplazados, territorios devastados y un conflicto prolongado. Mientras tanto, en Estados Unidos los programas de salud pública fracasan, las muertes por sobredosis aumentan y el mercado de drogas se diversifica.

Persistir en la lógica de atacar la oferta sin abordar la demanda es repetir un error histórico. 

La descertificación no solo golpea a Colombia, sino que, paradójicamente, se convertirá en un problema para el propio Estados Unidos, que verá más droga en sus calles y menos aliados confiables en la región. 

La urgencia hoy es cambiar el paradigma hacia una política global de regulación, prevención y salud pública, donde el peso de la responsabilidad sea compartido y no unilateralmente impuesto.

CARLOS MEDINA GALLEGO 
Historiador- Analista Político 

Referencias

Bagley, B. (2013). Drug Trafficking and Organized Crime in the Americas: Major Trends in the Twenty-First Century. Latin American Program, Woodrow Wilson Center.

Isacson, A. (2020). The Future of Plan Colombia. Washington Office on Latin America (WOLA).

National Survey on Drug Use and Health (NSDUH). (2022). Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA).

Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). (2020). Colombia: Monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos.

Youngers, C. & Rosin, E. (2005). Drugs and Democracy in Latin America: The Impact of U.S. Policy. Lynne Rienner Publishers.

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