CONTRA EL
HAMBRE COMO ARMA
Crítica al Bloqueo a Cuba y Llamado a una Solidaridad Eficaz entre los Pueblos
El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos
contra la República de Cuba constituye uno de los actos más prolongados,
inhumanos y arbitrarios en la historia contemporánea. Más que una simple
política exterior, representa una forma moderna de guerra silenciosa, una
estrategia de asfixia diseñada para doblegar por hambre y carencias a un pueblo
que ha decidido vivir con dignidad, ejercer su soberanía y caminar por los
senderos de la independencia. Se trata de una acción que, a pesar de su
antigüedad, no ha perdido su carácter infame ni su capacidad de infligir dolor,
en una clara manifestación de lo que significa hoy el uso del poder imperial en
el mundo: una pequeñez moral que utiliza el sufrimiento civil como método de
presión geopolítica.
1. Un imperio contra una isla
Cuba, con sus apenas 11 millones de habitantes, ha resistido más de seis décadas de agresiones sistemáticas. El bloqueo —recrudecido aún más con la Ley Helms-Burton y las más de 240 sanciones impuestas durante los gobiernos de Donald Trump— limita no sólo el comercio, las finanzas y las transacciones internacionales, sino que impide el acceso a medicinas, tecnología, alimentos, combustibles y servicios básicos que salvan vidas. Es un castigo colectivo, criminal e inhumano.
Es una contradicción insostenible: el país más poderoso del mundo, con
todos sus recursos diplomáticos, económicos y militares, utiliza su poder para
aislar y dañar a una nación que ha optado por un modelo político soberano. Si
bien se presentan estas medidas como sanciones “contra el gobierno cubano”, en
la práctica afectan directamente a la población civil. ¿No es esto una forma de
castigo colectivo, prohibida por el derecho internacional humanitario?
2. La humanidad no puede ser rehén de los imperios
Lo que está en juego va más allá del caso cubano. Es la legalización de una doctrina de coerción global que habilita a las potencias a decidir quién vive y quién muere, quién puede desarrollarse y quién debe arrodillarse. Se castiga a Cuba por no rendirse, por mantener viva la llama de la autodeterminación. ¿Qué mensaje se está enviando a los pueblos del mundo? Que la libertad se paga con hambre. Que la independencia es una herejía en un mundo dominado por corporaciones y centros financieros globales.
Pero frente a esta ignominia, también se han levantado pueblos y naciones
que se niegan a ser cómplices del atropello. La solidaridad con Cuba no ha sido
sólo retórica; ha sido también práctica, concreta, profundamente ética.
3. Una solidaridad soberana y amor eficaz.
Durante la pandemia del COVID-19, mientras muchos países cerraban
fronteras, el gobierno cubano envió brigadas médicas del Contingente Henry
Reeve a más de 40 naciones, incluso a países europeos como Italia y Andorra. En
contraste, Cuba recibía insumos y donaciones desde países del Sur Global que,
con escasos recursos, entendieron que la solidaridad es el lenguaje más
auténtico entre los pueblos. México, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Venezuela,
Vietnam, Sudáfrica, Rusia y China han sido algunos de los países que, desde
diversas posiciones ideológicas, han acompañado a Cuba, desafiando las amenazas
extraterritoriales del imperio.
4. ¿Qué hacer? Rutas para una solidaridad activa
El bloqueo a Cuba no puede enfrentarse sólo con condenas simbólicas. La
Asamblea General de las Naciones Unidas ha votado abrumadoramente durante 32
años seguidos por su levantamiento, sin que ello tenga efecto vinculante. Esto
demuestra que el sistema internacional está secuestrado por los intereses de
los más poderosos. La solidaridad verdadera debe entonces construir otras
rutas:
- 1) Organizar redes de comercio justo y cooperación directa con Cuba, desafiando los mecanismos de sanción con sistemas alternativos de intercambio.
- 2) Impulsar campañas globales de presión ciudadana contra las empresas y bancos que acatan extraterritorialmente las leyes del bloqueo.
- 3) Fortalecer el intercambio cultural, académico y científico como forma de romper el cerco mediático y político.
- 4) Exigir que organismos internacionales de derechos humanos intervengan y documenten las violaciones que el bloqueo representa para los derechos económicos, sociales y culturales del pueblo cubano.
- 5) Apoyar las luchas de otros pueblos bloqueados, como Venezuela, Irán, Siria o Palestina, generando una conciencia común contra la guerra económica como herramienta de dominación.
5. Por encima de los estados, la humanidad
El drama de Cuba —como el de tantos pueblos sometidos a medidas coercitivas unilaterales— nos obliga a repensar los límites de la legalidad internacional y el sentido ético de nuestras naciones. ¿Podemos aceptar un orden global donde el hambre sea utilizada como arma? ¿Dónde un niño cubano no tenga acceso a un medicamento porque un banco extranjero teme ser sancionado por Washington, o que un niño palestino muera de sed y hambre por el bloqueo de la ayuda humanitaria?
La humanidad debe colocarse por encima de los Estados, especialmente por
encima de las potencias que actúan como poderes castigadores. Los pueblos no
pueden seguir siendo rehenes de las guerras geopolíticas que solo defienden
intereses de élites económicas y militares. La solidaridad internacional debe
volver a ser un principio ético y político fundamental, un acto cotidiano de
resistencia contra la injusticia global.
6.
! ¡Cuba no está sola!!!
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