SOBRE
EL PERDON
Notas
sobre el trabajo de Oscar Tulio Lizcano “El perdón duerme con las palabras”
CARLOS
MEDINA GALLEGO
Docente –
Investigador
Centro de
Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz –CPSPP-
Universidad
Nacional de Colombia
He tenido la oportunidad de
leer el trabajo de grado en la Maestría de Filosofía de la Universidad de
Antioquia, del Dr. Oscar Tulio Lizcano, titulado, “El perdón duerme con las palabras” y siento la
obligación de enunciar en un primer
momento, la sensación de gratificación y deleite que he tenido a lo largo de la
lectura del documento, no solo por el tema que aborda, la manera como lo hace y
lo que decanta de lo que se podría denominar la
filosofía del perdón, para el tratamiento
del mismo en el ámbito del conflicto colombiano.
Es, si ustedes me lo permiten, una pieza exquisita de reflexión que esta
medida por una escritura sencilla y contundente, que nos lleva de la mano de
quien escribe por los imaginarios de conocidos filósofos y pensadores del perdón
(Husserl, Ricoeurt, Derrida, Jankelevitch), reivindicando para las victimas el
legitimo derecho a ser portadores del ejercicio absoluto del perdon, desde un
enfoque que se construye más allá de lo político y jurídico en el orden de lo
moral como un acto liberador y reparador.
Hay en el texto un orden de
la reflexión que va creciendo en argumentos en un debate interior del autor en
su condición de víctima que está detrás de respuestas a sus propios
padecimientos, allí se siente la lucha interior de Oscar Tulio, por encontrar
un lugar desde el cual responder las preguntas que motivan su reflexión sobre
el acto del perdón en un orden en que se construye la superioridad moral de la
victima sobre su victimario. Es un discurso en el que tiene transito sanatorio
la ira, el dolor, el sentimiento de venganza, la retaliación… para alcanzar la
desnudez del espíritu que es capaz de perdonar y de reivindicar como propio el
derecho a hacerlo.
La estructura del trabajo,
es terapéutica, una larga y motivada introducción abre la puerta a la reflexión
de cinco apartes cada uno de los cuales se fija un propósito constructor y
argumentativo en el que la idea del perdón, se hace concepto, practica
narrativa, reflexión filosófica, disputa política, acto humano que coloca al
centro la fundación argumentativa y la reafirmación de profundas convicciones
sobre la práctica del perdón. El discurso se carga de razones propias para el
perdón, de solidas bases en el orden de lo moral, de seguridades que se
construyen en la insistencias recurrente de afirmaciones que en un primer
momento tienen como objetivo persuadir al autor e invitarlo a adscribirlas.
Este no es trabajo
convencional de un estudiante de maestría que asume para cumplir un requisito
para optar por un titulo. No este trabajo está escrito, para llenarse de
razones y salvar la vida, para repararse a si mismo en un universo de
reconocimiento del otro, como un otro
que necesita ser reconocido y reparado mas allá del daño que ha producido como
un otro posible y no un otro negado. El objeto de este trabajo no es la víctima
es el victimario que es en quien se
deposita el perdón. Pero el protagonista único e insustituible del acto del
perdón si es la víctima y ese es el reclamo que atraviesa esta reflexión desde
la filosofía.
Oscar Tulio, ha procesado su
propio dolor, de la mejor manera que lo puede hacer una persona que ha sido
como él victima de la violencia, lo ha hecho en la profundización de su
condición humano, en la sacralización de su vida en el marco de lo cultural y
lo ético, de lo moral y de lo filosófico. Se ha deconstruido en la órbita de
las reflexiones sobre el perdón en torno a enunciados fundacionales que le
permiten proyectarse en una práctica que no solo lo dignifica y engrandece,
sino que se constituye en una ruta social para el perdón que ocupa sin
compromiso la individualidad de las víctimas y sale al paso a la usurpación del
derecho de las mismas a ser titulares del perdón en relación a terceros
políticos y jurídicos.
No creo que pueda decir
mejor que Oscar Tulio lo que él ha dicho a través de la polifonía de los
autores que guían su reflexión, la que dicho sea de paso, no por nutrirse de
ellos deja de ser propia. Pero hay unos enunciados categóricos que sirven de
síntesis, entendida esta como la parte del todo que por contenerlo es capaz de
representarlo cuando está ausente.
Como no reconocerse el
afirmaciones como la de que en Colombia el dolor y el perdón exigen una
filosofía, cuando el conflicto ha dejado 7.200.000 víctimas que son
depositarias directas o indirectas del acto del perdón que constituye su único
patrimonio desde el orden de lo moral. De ahí la necesidad de que las victimas
estén al centro de la solución del conflicto pero no para que sean
instrumentalizadas, ni re-victimizadas, sino para que sean ellas las que
protagonicen la solución ética y moral del conflicto.
Oscar Tulio nos coloca
frente a afirmaciones que re-significan los discursos institucionales y
sociales del dolor y del perdón en su apuesta por una fenomenología del dolor y
una ética del perdón. Hace suya la idea que no se puede perdonar desde la
cicatriz, sino desde la herida abierta y que para que el perdón sea verdadero,
debe perdonar lo imperdonable. Construye desde Derrida esta idea que tan
urgentemente se requiere socializar hoy en el país. No permite que el perdón se
transe en relación comercial que conduzcan a indulto y amnistías otorgadas por
terceros, con soberanía, pero sin legitimidad, porque la legitimidad la tienen
las víctimas, así no sean portadores de la soberanía, como lo afirma en su
trabajo. La denominación de la soberanía en el universo de lo individual es la
autonomía que es la expresión del ejercicio de la libertad en el ámbito de la
competencia de lo que le es propio. Por eso el perdón como acto de libertad le
corresponde a la víctima y no al poder político o al orden jurídico.
El perdón, es asumido en
este trabajo, como un actor de amor y esa connotación le da una superior
condición humana, porque el amor es un acto de libertad. Y ese acto de
amor compromete al culpable y a la
víctima, no hay allí ninguna mediación. Solo el amor es capaz de perdonar lo
imperdonable y, perdonar lo imperdonable tiene en este caso nuestro de
violencia con perdonar los crímenes de lesa humanidad. Es de esa dimensión el
acto del perdón.
La reflexión se hunde en
unas profundidades que conmueven cuando se tocan temas como el arrepentimiento,
como la solicitud del perdón, la enunciación y el reconocimiento descarnado del
daño sin mediación de inculpación alguna, sin transacciones vergonzosas por
reducción del castigo. En el perdón verdadero no hay castigo y eso no implica
que no haya justicia, es que está al margen de ella, en un lugar que la supera
en universo de la autoridad moral. Es por esto que el perdón debe otorgarse sin
solicitud de demanda.
Un formidable
cuestionamiento se hace en relación con una memoria construida para el olvido,
para la reconciliación, para los propósitos de Estado, de ahí la necesidad de
la herida abierta para que el perdón sea autentico, para que sea de potestad de
las victimas de su propio saneamiento y de el saneamiento social. El perdón no
prescinde de la verdad. Oscar Tulio, no
se vende engaños es contundente en la percepción de condición de agente de la violencia del
Estado.
El perdón no renuncia a la
reparación integral, simbólica, ética, política, social, económica ese es un
derecho que tienen todas las víctimas, desde el cual retoman con plenitud su
vida y continúan en su dignificación. El perdón es una virtud política que
permite generar sociedades nuevas.
Este trabajo del Dr. Oscar Tulio Lizcano, debe
convertirse en una soporte para las reflexiones sobre el perdón en todos los
ámbitos de la sociedad colombiana, debe ser publicado y difundido con amplitud,
debe ser propiciador de escenarios como este desarrollado por el Centro de
Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la Universidad Nacional. Debe
hacer parte obligada de los estudios de postconflicto, de las Cátedras de paz.
Este trabajo de Oscar Tulio Lizcano constituye un recurso fundamental en lo que
ha dado en llamarse sin mucho contenido la pedagogía de la paz, la cultura de
la paz. He disfrutado de la primera a la ultima pagina con placer y con
angustia este texto, en particular, las ultimas paginas me llenaron de ansiedad
por que allí se puso en aprietos, al reflexionar sobre los planteamientos de Jankelevitch, en relación con la
condicionalidad o incondicionalidad del perdón, si todo debe ser perdonable,
incluyendo los crímenes de lesa humanidad, la esencia misma del discurso
construido en la afirmación categórica que el perdón solo es autentico si se
perdona lo imperdonable.
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