ELN y Gobierno, un nuevo intento…
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente Investigador
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz
Universidad Nacional de Colombia
A mediados de esta
semana se reanuda el ciclo de conversaciones exploratorias entre el Gobierno
Nacional y el Ejército de Liberación Nacional en el vecino país de Ecuador, que viene prestando sus buenos oficios a los
propósitos de la paz de Colombia, para
que pueda consolidarse entre las partes un acuerdo preliminar con una agenda de
conversaciones que de inicio a una mesa pública.
En general, las
expectativas con las que se inicia esta nueva ronda están cargadas de
escepticismo, por la cantidad de inamovibles y líneas rojas con las que se
mueven estos diálogos y, pese al anuncio hecho por Nicolás Rodríguez Bautista,
comandante del ELN en el sentido que este proceso ha avanzado en un 80% de
agenda, el 20% que queda es de un peso superior a lo acordado.
Las cabezas visibles
de esta etapa exploratoria de parte del gobierno nacional son Frank Pearl y el
General® Eduardo Herrera Verbel y, de
parte del ELN, Antonio García y Pablo Beltrán, quien se incorporó después de
las definiciones del V Congreso de la organización a la delegación de paz. Son ellos, con sus respectivos equipos de
asesores quienes tienen la responsabilidad de sacar adelante esa fase
exploratoria y construir en consenso una agenda de conversaciones realista y viable.
Es bueno recordar
que toda agenda de conversaciones está determinada en sus contenidos por tres
prerrequisitos esenciales: Primero, la voluntad de las partes de desarrollar un
proceso de paz para poner fin al conflicto armado, a través de una solución
política negociada del mismo, que implica necesariamente cambios; segundo,
entender que lo que refleja la agenda es la correlación de fuerzas en el campo
de batalla y en el escenario social y político y, tercero, tener claro el
momento político y las posibilidades que ofrece el mismo a un proceso de paz
favorable, no para las partes, sino para el país.
Estos aspectos
unidos a la construcción de confianzas, seguridades y certezas de que lo
acordado se va a cumplir es lo que posibilita que el proceso empiece a andar.
La etapa
exploratoria es muy importante porque en ella se hacen las precisiones y se
ponen a consideración las aspiraciones y posibilidades de las partes, pero
también porque se establecen los limites y se cierran los espacios a falsas
expectativas. Las conversaciones son francas y en lo posible deben evitar,
largos e inagotables discursos cargados de solidas pero inútiles disertaciones
ideologías o de cerrados argumentos en defensa de inamovibles modelos,
doctrinas y estructuras políticas.
Uno y otros deben
saber que no se sientan a conversar para que se produzca un proceso de paz para
que todo siga igual, o para que se realice la revolución socialista. El diálogo
se da para acabar la guerra y llegar a acuerdos sobre la necesidad y el
compromiso de impulsar cambios que modifiquen, sino estructural, si
sustancialmente las causas determinantes que llevaron al conflicto armado y se
creen las condiciones para aumentar el bienestar de la sociedad en general, su
seguridad y su convivencia democrática.
Por lo que se sabe
el nudo de las conversaciones entre el ELN y el gobierno nacional, está en los
temas de dejación de armas y el de los mecanismos de refrendación. El 80% del
que habla Rodríguez Bautista, tiene que ver con los acuerdos que se han logrado
en los temas de participación de la
sociedad, el que aun debe precisar, los fines, propósitos y metodologías de
participación; democracia,
transformaciones necesarias para la paz y víctimas.
El diálogo sobre la
terminación del conflicto, esto es, la dejación
de armas y la normalización de los miembros de la insurgencia, se ha
erigido como un obstáculo por la forma en que se está abordando. Darle a las
armas un valor superior al que se le da a la política es equivocado. Las armas
no pueden convertirse en un fetiche, ni se puede asumir frente a las mismas una
actitud idolatra. Las armas no son el fin porque eso genera desviaciones
crónicas en materia de confrontación. Esto no es para el ELN únicamente,
también es para el gobierno, que en ocasiones parece ser lo único que le
preocupa.
Colocar las
conversaciones en donde unos solicitan el desarme para comenzar los cambios y
los otros que se produzcan los cambios para desarmarse, no conduce a ninguna
parte. Es necesario darle un lugar a la imaginación y al sentido común para
encontrar acuerdos a este respecto. La discusión entre confianzas y certezas debe hallar un punto intermedio de garantías
y garantes, que superen las desconfianzas mutuas.
La actitud del
gobierno en materia de plan de desarrollo y agenda legislativa, no es muy
alentadora para el proceso de paz, gran parte de las propuestas van en contravía
de los avances de los diálogos y lejos de comenzar a abrir caminos para su
implementación, parece estar haciendo los ajustes para que los mismos se
encuentren con los mayores obstáculos posibles para su materialización. Se
requiere algún nivel de coherencia entre lo que se acuerda y lo que se
gobierna, así se viva del cuento de que nada
está acordado hasta que todo este acordado. Lo acordado y dado a conocer es
la agenda liberal, todavía no ha llegado la agenda de las FARC-EP a la mesa de
conversaciones que está en las salvedades.
Desde luego, todos
estos aspectos generan desconfianza e incredulidad y requieren de lo que el ELN
llama certezas, las que solo son posibles
como consecuencia del impulso decidido de los acuerdos alcanzados, los que todavía
están muy lejos de comenzar a producirse.
Llenémonos de
optimismo con esta nueva ronda de conversaciones, porque querido Pablo Beltrán,
no hay tantos “elenologos” como usted
cree, hay un poco de artesanos de la paz, que le han apostado respetuosamente
al proceso del ELN, que a veces encuentro agotados y exceptivos. Artesanos que
saben del peso específico que tienen una mesa de conversaciones con el ELN en
la solución GLOBAL al conflicto armado y de la importancia de este momento
político.
Siempre habrá causas
para empezar una guerra y armas para alimentarla, lo que no se produce con
mucha frecuencia son revoluciones ciudadanas y democráticas que es lo que ha
ocurrido en los ultimos años en América Latina y en cuyos espejos hay que
mirarse, sin pretender copiarlas. Bolivia y Ecuador son un interesante
ejemplo.
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