Camilo Torres Restrepo
La izquierda y el Frente Unido
CARLOS
MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad
Nacional de Colombia
Este ensayo busca acercarse desde una hermenéutica política al pensamiento de
Camilo con el propósito de re-significar históricamente el sentido presente y
vivo de sus ideas en el marco de las necesidades de un contexto histórico
sustancialmente distinto al que vivió y lucho Camilo Torres Restrepo en torno a
dos ejes de reflexión: La izquierda y el Frente Unido. Para hacerlo comienza
por establece una diferencia conceptual y practica entre el pensamiento de
Camilo y el Camilismo, que resulta a todas luces necesarias parta salvaguardar
el legado de Camilo de toda lectura sectaria y dogmatica, que le atribuya al
mismo una ortodoxia de la que carece en su totalidad.
Cada vez se hace más necesaria una lectura juiciosa de
los escritos, entrevistas, documentos y
en general de la herencia documental que da razón por las ideas sociológicas, políticas e históricas de Camilo Torres Restrepo, con el
propósito de encontrar allí claves que expliquen y orienten la práctica
política actual desde una perspectiva que se reviste de la especificidad de
nuestra historia y de las posibilidades que la misma ofrece para la produccion
intelectual de una guía política e
ideología que nutriéndose de las ideas de Camilo, puedan dar origen a un
autentico pensamiento y practica Camilista que responda creativamente a los
retos que le imponen al proceso transformador las dinámicas de cada momento
histórico y político.
En el camino de la conmemoración de los cincuenta años
de su desaparición física, su presencia como pensamiento vivo se reviste de
importancia en la medida que sus ideas sean soporte de desarrollos
interpretativos que contribuyan a construir rutas de movilización social y política en el actual momento de la
historia del país, el que se expresa en un conjunto de complejidades que
demandan de una izquierda subvertida cargada de importantes e innovadora
reflexiones y propuestas de organización, unidad y movilización
democrática.
El
pensamiento de Camilo y el Camilismo.
La obra escrita de Camilo Torres Restrepo no es muy
extensa, se reduce esencialmente a sus estudios e investigaciones sociológicas,
la produccion de sus opiniones políticas y a los mensajes que dejo a la
sociedad colombiana una vez se produjo su incorporación a la guerrilla. No
obstante se encuentra en ella un conjunto de ideas fuerza que se quedaron esbozadas y que constituyen en lo
esencial el pensamiento de Camilo, su
forma de ver y leer el momento histórico y político que le correspondió vivir.
Estas ideas están a la espera que una corriente de
pensadores críticos y de intelectuales comprometidos, les den el desarrollo que deben alcanzar para
responder adecuadamente a los requerimientos políticos e ideológicos de la era
de la globalización y el desarrollo del capitalismo neoliberal. Ese ejercicio
acompañado de una práctica política transformadora es en lo esencial lo que
constituye el Camilismo.
Dos ejemplos del desarrollo del pensamiento de Camilo,
hecho Camilismo, lo fundan los trabajos
intelectuales y el compromiso político de Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña
Luna, en relación con el concepto de lo
popular como fuerza liberadora y compromiso transformador, en la propuesta
de la investigación acción participativa (IAP) y el desarrollo de la
investigación critico-social y el Humanismo como fundamento de la practica
trasformadora y revolucionaria; pero no son los únicos otros casos relevantes como los de padre
Javier Giraldo, en la relación entre religión y compromiso o, los de Germán
Zavala(padre), Raúl Ahumada, Francisco Trujillo, Leonor Becerra, Tila Uribe… en
educación popular, entre otros que siguen el camino de recrear y re significar
el pensamiento de Camilo para hacer notar su vigencia en una época transformada
históricamente, que contiene aun los problemas estructurales de la nación
contra los cuales lucho Camilo.
Existe un grupo de voceadores del pensamiento de
Camilo que se atribuyen sin contenido ni practica renovadora, sin ningún tipo
de aporte significativo a los contextos en que desarrollan sus vidas, el mote de camilistas,
en una militancia mas nominal que dialéctica, más dogmatica que unitaria. Como
también existe un grupo de seguidores de Camilo que encarnan el sentido de su
pensamiento político y unitario y trabajan en silencio en los procesos de educación
popular, organización, movilización y lucha política desde una practica social
que revisten de amor eficaz.
Es necesario nutrirse de la multidimensionalidad que
se le ha dado a Camilo, en lo que es esencial de su obra y de su vida como ser
humano, sacerdote, sociólogo y político, de su producción académica, su trabajo
social y comunitario y su compromiso político. Hacerlo de
manera hermenéutica y heurística, esto es,
revistiendo sus ideas de nuevos significados en el que los textos se
expliquen desde nuevos contextos y de manera creativa.
La sociedad de Camilo ya no esta en el Frente
Nacional, el país se ha transformado de manera significativa, se ha modernizado
y desarrollado económicamente en un universo de inequidades y
desigualdades abrumadoras que hay que
confrontar; se han producido aperturas
políticas que posibilitan, con las limitaciones que se quieran atribuirle, los
escenarios de participación que fueron clausurados por ese régimen de
transición, unidos a vigorosas e innovadoras formas de movilización social de
nuevos actores y nuevas ciudadanías que han adquirido identidad, se reconocen
en su derechos y se movilizan por sus agendas reivindicativas; claro, desde luego que también han surgido
nuevas y sofisticadas formas de estigmatización, persecución y represión que
deben ser confrontadas con inteligencia y movilización social, con decisión y
solidaridad.
Lo peor que nos podría pasar, es lo que esta pasando,
que una generación de jóvenes que se acerca a las ideas de Camilo y que debían
llenarlas de los contenidos de su época y de las necesidades de su lucha, se
hayan convertido en grupos beatificados y dogmaticos que detrás del discurso de
la unida y el amor eficaz construyen sus odios y sus resentimientos contra
otras formas de organización política y maneras de ver el mundo. No desconozco
sus entusiasmos y sus vitalidades las que constituyen fortalezas y acumulados
esenciales para emprender el transito que las nuevas generaciones deben hacer
de su tiempo hacia un tiempo mejor; pero deben subvertir sus obediencias para
abandonar su condición temporal de lideres y convertirse en auténticos
dirigentes políticos. Quisiera encontrar la fuerza en las palabras para que se
hicieran entendimiento en las subversivas
mentalidades juveniles en el propósito de que entiendan que la primera, vital y
única revolución posible es la que puedan hacer en el territorio de sus individualidades
en el camino de contribuir de la manera más inteligente y comprometida con las
transformaciones, reformistas y estructurales, que se requieren en el país para el beneficio
de los más humildes y necesitados. No se trata de renunciar a la utopía, sino
de construirla en el día a día desde la objetividad de nuestras propias
posibilidades y en el marco de una acumulación estratégica de unida para
el bienestar y el buen vivir.
El camilismo esta necesitado de militancias creativas
que ayuden a fortalecer el pensamiento de Camilo reinventándolo en su contenido
histórico para que responda desde su esencia a las urgencias del tiempo
presente. Eso fue lo que hizo en su momento Fals Borda al construir una
herramienta metodológica para colocarla al servicio de los procesos de
comprensión y transformación de nuestras realidades; de igual forma se comporto
el maestro Umaña Luna al explorar el sentido de lo humano y el humanismo de
Camilo como una manera transcendente de existir en lo social y en lo histórico.
Pero resulta necesario y urgente retroalimentar el sentido de las ideas de
Camilo, hacer nuevas y vigorosas lecturas en contextos explicativos más
complejos, se requiere de un pensamiento que es capaz de moverse en el universo
de retos que nos pone al frente la globalización y el capitalismo neoliberal,
las lógicas del capitalismo de Estado y las nuevas y complejas realidades de
las democracias alternativas de América Latina.
No sé que tanto se ha engordado cada idea de Camilo
para dar origen al camilismo, no sé cuantas lecturas hermenéuticas y creativas
se han hecho de sus mensajes, para mantenerlos vigentes y hacerlos fluir en los
imaginarios de las clases populares. No sé que trabajo de fundamentación
epistemológica se ha hecho del paquetico
de categorías esenciales con los que Camilo construyó su forma de ver y
comprometerse con el mundo de su época, lo que si sé es que es muy poco lo que
se ha avanzado en materia de unir, organizar y movilizar a las clases populares
y aun menos de hacer del amor eficaz el fundamento de la unida social y
política del pensamiento critico y la
practica alternativa que construye los cambios, esto es en el camino de hacer
efectiva la vocación de poder que atraviesa todo el pensamiento de Camilo y que
lo llevo a los mayores compromisos y sacrificios.
El amor
eficaz
A veces resulta oportuno preguntarse por aquello
que a fuerza de costumbre y
repetición, creemos saber pero que no
logramos elaborar como pensamiento llenándolo de atributos diferenciadores y de
sentidos y significados explícitos que constituyan fundamento de identidad
conceptual y teórica desde la cual se construye una practica transformadora
y pertinente. Ese es el caso del
enunciado de amor eficaz.
El concepto de amor eficaz corresponde en la vida de Camilo
a un momento esencial de sus contradicciones personales e institucionales, hace
parte de sus trasformaciones políticas y de sus procesos de re-conceptualización
del universo de sentido y de prácticas
en las que estaba inmerso. La construcción del concepto, por parte de Camilo,
lo que enseña es que es en esa denominación de su compromiso donde se produce,
su única y fundamental revolución, su ruptura con un orden de dominación y de
sentido en el cual se había formado, hacia parte y del cual se debía
“desprender” en su condición de
sacerdote, para asumirse en su condición de dirigente político.
El amor eficaz marca el paso del sacerdocio a la
militancia política, del compromiso religioso, al compromiso social y político,
de las ataduras institucionales y el sometimiento al ejercicio de la libertad y
la asunción de una practica humanística que esta más allá de todas las
valoraciones morales de la institución de la iglesia católica en una
responsabilidad ineludible asumida por voluntad propia de unirse a las clases
populares y luchar con ellas por los cambios
estructurales del país.
El amor eficaz
es la forma política que adquiere el amor
al prójimo en el discurso y la practica liberadora de Camilo, constituye el
fundamento de su revolución personal, es el paso de la solución de la necesidad
por la vía de la caridad a el compromiso político y solidario para reivindicar
la necesidad como agenda de lucha transformadora, subversiva y revolucionaria.
De ahí que el enunciado se llene de sentido en el principio primero de los
cambios que deben emprenderse, el de nuestros propios imaginarios y compromisos
de vida. La revolución aconteció en Camilo antes de ser militante en el paso
irreversible del amor al prójimo, que es un amor de la moral cristiana al amor
eficaz que es un amor construido desde un proyecto ético político de vida.
Pero en concreto ¿que es el amor eficaz?... distintas explicaciones pueden darse al
contenido ético y político del termino. Cada uno debe llenarlo de
consideraciones de significado, sentido y practica que puede verse reflejado en
el espejo del ejemplo de compromiso de vida
de Camilo.
Quiero pensar, que cuando hablamos de amor eficaz estamos haciendo referencia
a un proceso de transformaciones que se están produciendo en nosotros que nos
conducen a definir las formas y los alcances de nuestro compromiso con el
interés general del bienestar de la sociedad con énfasis en la defensa de los
intereses y derechos de los más humildes y desprotegidos. Que es la primera
revolución en las que nos hemos de ver envueltos y desarrollar hasta alcanzar
la formulación de nuestro proyecto ético y político como dispositivo de vida.
Pero que lo que hemos de hacer, debe estar lejos de todo romanticismo ramplón
capaz de llevarnos a sacrificios innecesarios e inútiles. El mundo de hoy necesita
más dirigentes honestos proyectándose en los escenarios de la política
disputando a las elites tradicionales los lugares que ocupan en el ejercicio
del poder político, que mártires que recordar.
El amor eficaz constituye
un dispositivo de compromiso con nosotros mismos, con nuestro bienestar y
desarrollo, con la necesidad diaria de ser mejores para podernos dar mejor a
los demás. Es el camino en que se
estructura un conjunto de principios que
definen una práctica política consecuente que se realiza por convicción y
necesidad propia y que no se inscribe en obligaciones impuestas y en
compromisos heredados. El amor eficaz
al primero que convoca es a nuestro compromiso, a nuestro esfuerzo, a nuestra capacidad cualificada de trabajo,
al ejercicio de nuestras disciplinas de estudio, al mejoramiento significativo
y demostrado de nuestras responsabilidades personales y sociales. Nos convoca a
ser mejores, más íntegros, más humanos.
El amor eficaz
nos convoca, como Camilo, a ubicarnos como sujetos
sociales, a entendernos en el contexto social en el que se determinan
nuestras posibilidades y limitaciones, a vernos en relación con los demás, a
ubicar nuestra propia agenda de necesidades de vida, porque no somos dioses carentes de toda
necesidad y no podemos ser carga para nadie. Hacemos parte de un grupo social y
ese grupo social comparte con nosotros sus preocupaciones de vida, sus
incertidumbres y angustias. En concretó hacemos parte de un grupo social, de un
sector o de una clase que se identifica en relación con sus posibilidades de
vida digna y con particulares expectativas de futuro.
El amor eficaz
también nos convoca, como a Camilo, a
ubicarnos como sujetos de derecho que
debemos reconocer y exigir. La lucha por el derecho a la vida, la vivienda, la
alimentación, los servicios públicos, la salud, la educación, el trabajo, la
cultura, el medio ambiente, el agua, la
diversidad, la participación, la justicia,
la recreación…no es la lucha de los demás, es nuestra propia lucha, que debemos hacer efectiva en unida de propósito
con los demás. No somos cruzados reivindicando en la lucha contra el
establecimiento los derechos de los otros, no estamos en el ejercicio colectivo
de hacer efectivos nuestros derechos que son iguales a los de los otros. Somos
ciudadanos reivindicando colectivamente nuestros propios derechos. Somos seres
humanos demandando el ejercicio pleno de nuestros derechos. El altruismo se da
cuando vivimos fuera de la necesidad y nosotros no estamos en ese lugar, por
eso nuestra lucha no es altruista, se fundamenta en nuestras propias
necesidades, es el ejercicio del compromiso con nosotros mismos en cuanto que
nosotros mismos somos la comunidad, somos en su conjunto la sociedad real.
El amor eficaz
también nos convoca, como a Camilo, a desempeñarnos como sujetos políticos, entendiendo la política en la más elemental y
amplia de las acepciones: el conjunto de ideas y acciones a través de las
cuales buscamos acceder al ejercicio del poder político para hacer efectiva la
construcción del bien común en el camino de la utopía de la felicidad humana.
Es en la lucha política en donde se definen nuestra condición social y se
garantiza el ejercicio de nuestros derechos;
de ahí, la naturaleza política del amor
eficaz en la asignación que da Camilo al termino en el universo de sus definiciones
y decisiones personales.
Digamos que el amor
eficaz se construye como un proyecto
ético y político que define como propósito esencial la transformación
permanente de la naturaleza humana del lado de la construcción del bienestar general
de la sociedad, en una experiencia de vida que se desarrolla y consolida a
través de un compromiso transformador de nuestra existencia personal y
social.
1. Sobre la
izquierda, los lideres y los dirigentes.
Sería equivocado afirmar que hoy la izquierda
colombiana atraviesa por una profunda crisis, porque eso equivaldría afirmar
que hubo algún momento en que no lo estuvo y la realidad de la historia de
nuestra izquierda en que nació en un escenario de crisis del que no ha podido
salir nunca. Podría explorarse las ideas de izquierda y los esfuerzos de
organización a los largo de más de un siglo y nos encontraríamos que el
crecimiento ha sido precario y no ha representado más del diez por ciento de la
totalidad de las adscripciones políticas en el país en los proceso de mayor
unida y ha desperdiciado de manera irresponsable momentos históricos y
políticos fundamentales para la acumulación de fuerzas y simpatías en mezquinas,
sectarias y dogmáticas peleas, lo que ya es grave, pero, adicionalmente, en la reproducción de los vicios y prácticas
de los partidos tradicionales.
Lo anterior no quiere decir que la izquierda con todas
sus carencias, debilidades y vicios, no haya jugado un papel fundamental en la
lucha política y social país y que no haya pagado un elevado costo en vidas, en
una sociedad intolerante, antidemocrática y sectaria en la que en la lucha
política se elevo al adversario a la categoría de enemigo y se le condeno a la
cárcel, el exilio o la muerte. Total quiero dejar por fuera de toda duda el
hecho de que la izquierda colombiana y en general la de América Latina ha
sufrido en condiciones de extrema violencia, la estigmatización, el
señalamiento, la persecución y el aniquilamiento sistemático por parte de las
clases dominantes, la institucionalidad, el paramilitarismo y el crimen
organizado.
Camilo hace parte de esa tragedia y de esa ruta de
exterminio a la que fue sometida la izquierda colombiana, el pensamiento
crítico, el compromiso político democrático con los cambios sociales y
estructurales que requiere la nación en todos los aspectos que competen a la
vida de los colombianos y, es por eso que los textos de Camilo se explican en
un contexto específicos de las dinámicas particulares del conflicto económico,
social, político, religioso y militar del país a comienzos de la segunda mitad
del siglo XX, momento en el que se están produciendo los cambios estructurales
que posibilitaran la consolidación de un modelo capitalista dependiente.
Si bien las explicaciones que damos a un momento
determinado son pertinentes para el mismo, estas no se quedan atrapadas en el
tiempo, sino, que pueden adquirir vida propia, transcender y servir al
conocimiento y interpretación y transformación de la sociedad en otros momentos
históricos siempre y cuando logren transformarse en pensamiento político y
adquieran la forma explicativa de cada momento, esto es se renueven en su intencionalidad
de sentido y se carguen de nuevos significados, sin que por ello pierdan su
esencia y autoría.
Los esfuerzos realizados por Camilo en los procesos de
relacionamiento con la izquierda están dirigidos en lo esencial a modificar la
cultura política de líderes, activistas y dirigentes políticos que está
profundamente cooptada por imaginarios y prácticas propias de las agrupaciones
de derecha de las que tomaron las actitudes sectarias y el dogmatismo,
alimentado por las clientelas, el caudillismo, el cacicazgo y la corrupción.
Por eso no es raro que Camilo considere que “la afiliación por programas a las diferentes corrientes
políticas es una costumbre mucho menos frecuente que el apoyo a los caudillos y
que el cambio de agrupación política de una generación a otra, o dentro del
transcurso de la vida de una misma persona sean considerados como traición”[1].
El
establecimiento de ese modelo de ataduras y de prácticas ya constituye un
obstáculo mayor para moverse en un mundo que se modifica a diario y que demanda
de un pensamiento político vigoroso y sustentable capaz de resinificarse en
cada momento sin abandonar la esencia de su proyecto ético político. Pero el
problema de nuestra izquierda y de nuestra cultura política en general es aún
más complejo; se hunde en el universo de un modelo de colonialismo ideológico del que no somos capaces de desprendernos.
Vivimos buscando las explicaciones de nuestra realidad en modelos
interpretativos teóricos que se estructuraron para explicar realidades
específicas, distintas a la nuestra, marchamos detrás de las modas pensándonos
modernos por habitar un universo en el que vemos engañosamente reflejados
nuestros problemas y, hemos renunciado en gran parte a elaborar nuestras
propias teorías para explicar, resolver y trasformar el orden de nuestras
complejas realidades.
Nuestra cultura
política, la que define nuestras acciones,
está atada a la tradición, a la subordinación institucional, a un
novedoso modelo de colonialismo
ideológico, que nos lleva y nos trae
según el aliento que le imponen nuestros estados emocionales. Aun la
tradición heredada o asumida de nuestras militancias con sus cargas de
prácticas dogmaticas y el temperamento caudillista de nuestros dirigentes nos
tienen sumergidos en una militancia de recua de mulas. A este respecto, Camilo,
ya había percibido la gravedad de nuestras clases dirigentes: “El colonialismo ideológico tradicional en
nuestra clase dirigente, se ha prolongado en formas menos obvias hasta nuestros
tiempos. Los criterios políticos predominantes…son pues: el sentimental y
tradicional, el normativo o especulativo y los que emanan de un colonialismo
ideológico”[2].
No es extraño entonces, que bajo ese modelo de subordinación alienada nosotros hayamos
recibido en el ordenamiento de la vida social y política del país toda la carga
de dominación que se nos ha impuesto, vivimos en un país construido en un
armazón de retazos de política e institucionalidad que otros impusieron y los
nuestros construyeron, por eso no nos vemos reflejados en los modelos que
habitamos. Pero no es un problema que nos convoque solo a nosotros, en general,
en los países de América Latina hemos
recibido las instituciones jurídicas, las instituciones políticas, las
instituciones religiosas, las instituciones económicas en sus formas exteriores
sin haber asimilado a nuestros valores y patrones de conducta el contenido de
estas instituciones, como lo señala Camilo y, eso funciona no solo para la derecha, sino, igualmente para la
izquierda.
Mucho antes que
la globalización y el neoliberalismo irrumpieran en el mundo con su carga
ideológica y política de dominación al servicio de los renovados sistemas de
acumulación, Camilo había intuido la instrumentalización de la política por el
interés personal y grupal señalando como la competencia
partidista se comenzó a concentrar alrededor del botín presupuestal y
burocrático, y se agravó por la multiplicación de la suma presupuestal a raíz
de las permanentes reformas tributarias y las dinámicas de un creciente y
potencial endeudamiento[3]. Si esa ya era una
percepción clara en Camilo,en el mundo presente, es aun más sentida pues hoy se
busca afanosamente desideologizar la
política y despolitizar las prácticas sociales, en un ejercicio de
constreñimiento de la democracia a las lógicas de mercado.
Una pregunta
que se debía formular la izquierda es aquella que da respuesta al por qué si su
discurso encarna el sueño de la utopía de la felicidad humana, la gente del
común no se adscribe a sus propuestas y acompaña en los escenarios políticos
convencionales sus iniciativas. Más allá de los medios y sus particulares
formas de alienación y enajenación cultural, de las formas clientelares e
instrumentales de la política, de las tradiciones de militancia heredadas y de
las razones emocionales, la respuesta debe buscarse en la incapacidad para
construir escenarios en los que se favorezca la formación de una cultura
política que se construye en torno a un proyecto ético político de nuevas
ciudadanías que estén permeadas por las necesidades e ideas de cambio y que
estén dispuestas a empoderarse y a no buscar en el horizonte de sus
incertidumbres la idea de la redención mesiánica de un caudillo o de un
partido.
No se pueden
construir adhesiones sobre la base de la promesa de un paraíso en el que se
resuelven todos los problemas en un tiempo incierto, cuando se vive inmerso en
las necesidades de un ahora agobiante. Camilo entendía que la
supervivencia de los dos partidos tradicionales en Colombia debía ser explicada
por factores funcionales de alguna utilidad, tanto para la clase dirigente como
para la clase popular. ¿Cuál es la utilidad que prestan los partidos de izquierda a las clases
populares?...
Cualquier
cantidad de críticas puede formularse a esta pregunta y en particular a la
demanda de utilidad en esa concepción
nuestra en la que cualquier instrumentación de la función del partido es
concebida como contraria al interés general; pero acá no se trata de la
instrumentalización del partido o de la organización política para el beneficio
del interés personal sino para la reproducción de la capacidad de convocatoria,
movilización y acumulación estratégico de poder para el cambio presente que
beneficia el interés general. Déjenme decirlo de manera más directa, se trata
de mostrar en la práctica a través de resultados concretos en transformaciones
significativas la utilidad de la
unidad de las clases populares para hacer efectivos sus reclamos en torno a
derechos específicos.
No existe un
discurso demostrativo de los beneficios de la unidad porque no se ha logrado
conseguir más que sumatorias de diferencias en pugna permanente por el
mantenimiento de los intereses particulares de los grupos y sus dirigentes-
caudillos. Todavía queda un largo camino por andar en la posibilidad de ser con
los otros, los afines, y aun un camino más largo para poder ser con los
contrarios. Hemos elevado las relaciones políticas con los otros a la categoría
de enemigos y no de adversarios con
los que se puede construir según sea la correlación de las fuerzas en la arena
política las transformaciones que cada momento nos reclama.
Pero tal vez lo
más grave es que se reprodujo en las prácticas de izquierda los dispositivos de
dominación utilizados por la derecha para inmovilizar a las clases populares y
someterlas… “los partidos políticos, al dividir la sociedad colombiana
verticalmente y al agrupar en las luchas electorales a la clase popular en
fracciones antagónicas por sentimientos y tradiciones opuestos, impidieron la
constitución de un partido de clase. La ausencia de este partido aseguraba los
privilegios de la clase dirigente y el dominio de ésta sobre la clase
mayoritaria y popular…. sirve al mismo tiempo para dar seguridad
socio-económica a la clase dirigente[4]”.
Para Camilo, además de la unidad una de las ofertas de utilidad que deben ofrecer los
partidos a sus militantes es la seguridad,
más cuando se vive en sociedades donde las instituciones formales para
la seguridad social y personal son deficientes y operan de manera sistemática
y aniquiladora contra las fuerzas de
oposición que por lo general están representadas por la izquierda.
Una
de las tareas que señala el pensamiento de Camilo que está pendiente y que
constituye la base esencial de la movilización popular y el sustento esencial
de las transformaciones sociales y políticas es combatir el conformismo y potenciar hacia la acción política la inconformidad que
se asume de manera consciente y militante, que se hace práctica política y amor eficaz. Pero para ello es necesario
transformar la cultura política de la militancia de izquierda sacándola de su
vestidura mesiánica y de su martirologio y heroísmo para que se constituyan en operadores políticos racionales capaces
de fijarse metas y construir acumulados estables de poder social y
popular.
Hace algo más
de cuarenta años Camilo dirigía sus análisis críticos contra un modelo de
militancia constituido por “…un sentimiento altruista que podemos
identificar con él de los socialistas utópicos sin bases científicas y sin
tácticas racionalmente establecidas…” para Camilo, “el tradicionalismo obra en ellos no por acción sino por reacción. Lo
tradicional, aunque científicamente aparezca aconsejable, es muchas veces
rechazado por resentimiento. El espíritu normativo y especulativo hace que
estos mismos dirigentes den más énfasis a los planteamientos teóricos que a las
soluciones prácticas de nuestros problemas socio-económicos. Esta orientación
está estrechamente ligada al colonialismo ideológico de nuestra izquierda. Se
usan slogans y clichés. Se emplea una jerga revolucionaria especializada. Se
dan soluciones prefabricadas en el exterior a problemas colombianos”… y
lleva su crítica más allá al cuestionamiento de prácticas en la que los ojos
están puestos en horizontes más lejanos que los padecimientos que se tienen a
los pies. “… se hacen manifestaciones públicas de
solidaridad con pueblos oprimidos del extranjero y se olvida la situación de
los oprimidos nacionales...”[5].
No es mucho lo
que se ha avanzado en la superación de las prácticas de antropofagia y
carnicería política en la izquierda colombiana, de otra forma no tendría nada
que decirnos afirmaciones de Camilo tan vigentes como “…el sentimentalismo
también se traduce en caudillismo personalista y de frustración. Mientras la
clase dirigente minoritaria pero todopoderosa se une para defender sus
intereses, los dirigentes de izquierda se atacan entre sí, producen
desconcierto en la clase popular y representan, en forma más fiel, los criterios
tradicionales, sentimentales, especulativos y de colonialismo ideológico”.
Una de las
tareas fundamentales de movimiento Camilista consiste, no en otra cosa, que en propiciar la génesis de nuevas formas
de militancia y de una nueva generación de dirigentes políticos que superen las
viejas ataduras a través de las cuales se generó esa cultura política que se
soportó en un dogmatismo a ultranza y en un sectarismo exacerbado subsumido en
las prácticas políticas de una derecha clientelista y corrupta. Un dirigencia
que se piense desde lo colectivo y que funcione desde allí en la tarea de superar
el grupismo para proyectarse en el concepto de la unidad que nos heredó Camilo
generando los empoderamientos que requieren las clases populares para convertirse
en auténticos actores de alternativas de poder.
Hoy adquiere
más vigencia la afirmación de Camilo en el sentido de que la clase popular colombiana ha logrado sustraerse de los criterios
políticos dominantes… en forma más acelerada que los dirigentes de izquierda.
Algunas circunstancias históricas de nuestra vida nacional han ido madurando en
esta clase concepciones y actitudes políticas. La violencia determinó en
nuestra población de base un rompimiento del aislamiento social… un rompimiento
con nuestros valores sentimentales y tradicionales, una concepción más empírica
y positiva de sus problemas y, a través de ellos, de los problemas nacionales[6];
y esto para Camilo, es el comienzo
de la formación de una “conciencia de clase” que está
constituida por nuevos elementos que se ubican más allá de las tradicionales
formas de concebir lo que ello significa en el espacio de una práctica que
subsumió todo a la conciencia de la clase obrera y que hoy se reclama en la
conciencia de las clases trabajadoras y, en Camilo, en la conciencia de las clases populares las que hoy es necesario re-caracterizar . Las transformaciones del modelo
capitalista, la degradación del trabajo humano vivo propiciada por la irrupción
del trabajo muerto resultante del desarrollo científico y tecnológico que ha sido generador de la
calamidad del paro laboral forzado planetario,
el surgimiento de la informalidad y el trabajo auto referenciado y
autónomo nos obligan a pensarnos en un contexto de búsqueda de nuevas
identidades que son las que definen esa conciencia de las clases populares que hoy se expresan en los distintos escenarios de
los conflictos sociales y políticos del mundo a través de movimientos sociales
y de resistencia como el de los indignados.
A Camilo le
correspondió la lectura de los retos que le impuso el Frente Nacional a los
movimientos sociales y a las fuerzas políticas desde la exclusión, la
estigmatización, la persecución y la muerte y,
para él, esa situación “polarizó el descontento no ya hacia un
individuo, hacia un gobierno o hacia un partido sino hacia un sistema y hacia
una clase”. No
obstante, los desarrollos políticos posteriores no contaron con los
acompañamientos suficientes de la izquierda para mantener esa línea de
reflexión y se termino identificando los problemas con las personas y los
gobiernos y no con las lógicas del sistema y sus dispositivos de dominación.
a. Lo fundamental es que
la clase popular se unifique, se organice y decida.
Camilo supo
percibir los cambios que se estaban dando en razón de las políticas que se
estaban impulsando y lo que ello generaba en la conciencia de las clases
trabajadora y populares, para él, “los
programas de acción comunal oficiales y privados, la asistencia técnica
aportada por la reforma agraria y otros programas oficiales… han ayudado a
despertar, con la conciencia de las propias necesidades, la conciencia de clase”.
Es absolutamente claro en Camilo que lo que define la consciencia de clase
es la consciencia que se tenga de las propias necesidades y no el discurso aprendido en los recetarios de
la “revolución”, ideologizado y
sectariamente politizado, recitado de
manera autómata sin ningún arraigo en las necesidades y urgencias de los
sectores populares. Pero más allá de la identificación del hambre que se
padece, para Camilo, es determinante la
ruta que se sigue para superar la necesidad y por eso no duda en afirmar que
las clases populares,
” han comenzado a formar hábitos de organización y
autogestión de las comunidades...”.
La crítica de
Camilo a la izquierda es profunda y directa, proviene de la percepción de la
cultura política popular que es la que explica el porqué de la no participación
institucional en escenarios en donde se sustenta la democracia. “La clase popular parece desilusionada de los
sistemas democráticos electorales y por eso se abstiene en los comicios. No se
considera representada por dirigentes de izquierda, cuya problemática aparece
desadaptada y cuyos intereses se revelan muchas veces como egoístas. La clase
popular, cada vez más, confía en sí misma y desconfía de los elementos de las
otras clases”.
Poco se ha
prestado atención a la preocupación de Camilo sobre las calidades de los
liderazgos y de las dirigencias políticas de izquierda, sobre el papel que
deben jugar los intelectuales en los procesos de cambio, sus criticas parecen
construidas hace cincuenta años para una generación que no se ha podido
encontrar con el país en la defunción de sus compromisos , pero sobre todo de
la elaboración de un enfoque político pertinente para el desarrollo de la
acción política en un presente que se trasforma permanentemente de ahí la
vigencia del reclamo de camino cuando afirma: “Es necesario que los intelectuales que quieran el bien de esta clase
popular tomen conciencia de su responsabilidad en la coyuntura política social
del momento. El pueblo necesita objetivos nacionales y concretos de desarrollo
socio-económico. El pueblo necesita la unidad en torno a fases técnicas y
racionales. El pueblo necesita un equipo de líderes cuya problemática sea
esencialmente realista y adaptada a las circunstancias concretas colombianas.
Líderes que sean capaces de abandonar todo personalismo para la consecución de
un ideal científico. Líderes que sean capaces de abandonar todo elemento
sentimental y tradicional que no esté justificado por la técnica. Líderes que
sean capaces de prescindir de los elementos filosóficos y normativos, no en su
vida personal ni en sus objetivos últimos, pero sí en cuanto esos representan
elementos disociadores entre todos aquellos que buscan una acción concreta y
científicamente justificada a favor de las mayorías y a favor del país. Líderes
que sean capaces de prescindir de los esquemas teóricos importados y utilicen
sus capacidades en buscar los caminos colombianos, para una transformación
definitiva y sólida de nuestras instituciones.”
Esa carencia de una práctica política pertinente es la que ha impedido
que la inconformidad de los sectores sociales y populares adquiera las formas
de organización que posibilitan convertirse en fuerza política y en alternativa
de poder. Para Camilo, pese a que el
pueblo colombiano tiene una gran inconformidad. Una inconformidad que se ha
visto frustrada…el pueblo siempre ha seguido anhelando una guía para
transformar las instituciones del país. Y esa guía no se le ha mostrado en una
forma que responda totalmente a ese anhelo… Una forma de encauzar su
descontento, no solamente dentro de un partido, dentro de una ideología, sino
en una forma amplia alrededor de algunos principios concretos de carácter más
positivo que especulativo[7]..
La prioridad de
Camilo, en el avance de la lucha política se centro en tres aspectos esenciales
que son los que han de definir su hoja de ruta y que aun constituyen partes de
los desencuentros de la izquierda del siglo XX, al menos en nuestro país y no con
pocas dificultades en otros países de América Latina: construir una unida
solidad de las organizaciones sociales y los sectores populares en relación con
propósitos comunes; definir las formas de organización pertinentes para la
gestión de la práctica política y subordinar el interés personal al interés
colectivo, es en ese sentido que afirma como urgencia que lo “más importante es que nosotros logremos que
las mayorías se organicen, se unifiquen y puedan presionar para obtener las
decisiones necesarias a favor de los intereses mayoritarios… distinguir
entre lo que es el poder formal y el poder real...” y agrega, “El día que logremos nosotros que las
mayorías se unifiquen, se organicen con objetivos concretos, y produzcan las
decisiones, ese día tendremos una auténtica democracia”[8]
La unidad, una plataforma política y el
Frente Unido
a.
El concepto de
Unida en Camilo Torres Restrepo
Camilo fue
construyendo en la práctica y desde sus propias percepciones y necesidades una
serie de conceptos y enfoques, que son los que constituyen la base esencial de
su herencia política e ideológica. El orden de los acontecimientos y las
premuras del momento no le dieron mucho espacio para hacer grandes desarrollo
de sus ideas esenciales lo que no implica que él no sintiera la necesidad de
desarrollar lo que apenas quedaba esbozado en los discursos y conferencias que
iba realizando a lo largo del país y, que no aprovechara las reuniones que
tenia con su equipo para dar fortaleza a sus ideas en espacios de formación y
trabajo organizativo.
El concepto de
la unidad de los sectores revolucionarios y populares fue centro esencial de
sus preocupaciones, porque sus relacionamientos con las distintas
organizaciones lo habían enfrentado a una realidad que estaba lejos de ser la
deseada para un proceso revolucionario como el que pretendía impulsar y
comprometerse. No son pocas críticas cortantes que formula a los grupismos y al
comportamiento de las dirigencias de la izquierda en la definición de las rutas
de unidad. Es de allí y de su permanente preocupación por la suma de voluntades
y de acciones que surgen los enunciados que son la base esencial de la concepción
de Camilo de la Unidad.
Contundente a este respecto resultan
afirmaciones tales como, “Tenemos
nosotros que lograr la unión revolucionaria por encima de las ideologías que
nos separan. Los colombianos hemos sido muy dados a las discusiones filosóficas
y a las divergencias especulativas. Nos perdemos en discusiones que, aunque del
punto de vista teórico son muy valiosas, en las condiciones actuales del país,
resultan completamente bizantinas”[9].
Pero no eran solo las ideologías lo que preocupaba a Camilo, también el
comportamiento de las organizaciones pues consideraba necesario superar también
las formas de la existencia orgánica de los partidos y movimientos de izquierda
lo que lo llevaba a afirmar de manera terminante “necesitamos la unión por encima de los grupos”, y a señalar con
una vigencia que se extiende al presente “es
lastimoso el espectáculo que da la izquierda colombiana ... Los dirigentes de
los diferentes grupos progresistas, muchas veces, ponen
más énfasis en las peleas que tienen entre sí que en su
lucha contra la clase dirigente. La línea soviética del partido comunista ataca
más a la línea china, la línea blanda del MRL a la línea dura, el MOEC al FUAR,
de lo que cada uno de esos grupos ataca a la oligarquía”[10].
Si bien la
situación no era fácil para Camilo en la construcción de su momento histórico,
si fue heredando afirmaciones que hoy constituyen la esencia de su pensamiento
en torno a la unidad en el sentido que más allá del voluntarismo unitario y del
romanticismo revolucionario la unidad debía cocerse en torno a objetivos claros
a los cuales se circunscribieran las acciones políticas resultantes de la
confluencia de fuerzas. “ ... necesitamos, afirmaba Camilo, algunas
condiciones indispensables para realizar la unión... no podemos unirnos a base
de ilusiones vagas. Ante todo necesitamos objetivos nacionales que encaucen
nuestra energía y la de todo el pueblo colombiano...”.
Los esfuerzos
unitarios en los que estaba empeñado Camilo se chocaban con una izquierda
dogmatica, sectaria, grupista que lo obligaba a profundizar la argumentación en
la elaboración de unos enunciados que más que conceptos y teorías, que
reflexiones filosóficas se hicieran praxis transformadora. “…nos ponemos a discutir sobre si el alma es mortal o inmortal y
dejamos sin resolver un punto en que si estamos todos de acuerdo y es que la
miseria sí es mortal.”.
En Camilo, hay
un pragmatismo absoluto que lo conduce a señalar la practica como criterio de
unidad y de verdad, “…hay puntos elementales
indicados por la técnica social y económica que no tienen implicaciones
filosóficas sobre los cuales, los que buscamos una auténtica renovación del
país, podemos ponemos de acuerdo, prescindiendo de las diferentes ideologías,
no en nuestra vida personal, pero sí en nuestra lucha revolucionaria inmediata.
Los problemas ideológicos los resolveremos después de que triunfe la revolución…”.
No obstante, contrario a lo que pudiera pensarse, frente al
grotesco espectáculo de una izquierda divida en grupúsculos sectarios. Camilo
considera que eso no puede mirarse en negativo y que es necesario sobre esa
realidad hacer valoraciones que fortalezcan los procesos unitarios: “Es necesario que asumamos una actitud
rotundamente positiva ante todos los grupos revolucionarios. Afirma Camilo,
…aceptando todo lo que sea revolucionado, venga de donde viniere…”. No
resulta menor su preocupación por el papel que juegan las ambiciones personales
y de la misma manera señala la necesidad de construir la unión por encima de
ellas.
Las
circunstancias históricas no parecen haber variado mucho en los procesos
unitarios que existen en nuestro país y en las prácticas de nuestras
izquierdas; en los nuevos contextos de la lucha política el pensamiento de
Camilo se mantiene vivo y adquiere un mayor vigor, en particular, en eso de
hacer a un lado lo que divide y colocar al frente lo que unifica y posibilita
una mayor y más fuerte movilización política.
Camilo era de
la idea que la unidad, para ser autentica fuerza de renovación y transformación
social, requería de unas condiciones
mínimas y estas estaban dadas en lo esencial por una plataforma de lucha y por
una confianza sentida en la capacidad trasformadora del pueblo: “Ante todo necesitamos objetivos nacionales
que encaucen nuestras energías y las energías de todo el pueblo colombiano…,
afirmaba Camilo, hemos venido elaborando y planteando una plataforma que resume
los objetivos a largo plazo de una acción revolucionaria..., a lo que
agregaba, solamente la dinámica de los hechos
impondrá la unión y estos hechos los tendrá que realizar la masa…, en el pueblo
existen necesidades comunes, sufrimientos comunes, aspiraciones comunes. Por
eso será, en última instancia, el pueblo el que nos enseñará cómo debemos
realizar la unión”.
Sin embargo, Camilo no es ingenuo, sabe que ese
pueblo requiere de ser educado-concientizado, para que su conformismo se transforme, para que el estado de alienación y de
sometimiento se supere y que eso no se da de manera espontanea, sino que
requiere de un fuerza social que ayude a que se produzcan los cambios de
mentalidad y, por eso, convoca a estudiantes y a profesionales, a
líderes y dirigentes políticos y sociales, a trabajar en el cambio de la
cultura política que mantiene sometido al pueblo: “Nosotros debemos reconstruirla confianza que el pueblo debe tener en
sí mismo. Debemos ayudarlo a que encuentre seguridad en la acción, por pequeños
triunfos de acción colectiva al principio que, poco a poco, se convertirán en
acciones cada vez de mayor trascendencia. Así, nuestro pueblo adquirirá una
actitud activa ante sus propios problemas, condición indispensable para
poderlos resolver por sí mismo”.
Si bien,
concientizar y movilizar al pueblo, se
constituía en una exigencia, para Camilo, no era suficiente; los cambios y la protección y continuidad de
los mismos estaba garantizada única y exclusivamente por las posibilidades de organización política que tuvieran las
comunidades: “se necesita la
organización, organización que supone planificación, liderazgo, coordinación,
control. La conciencia, actividad y organización que nosotros debemos promover
en la clase popular nos exigen tener unidad de conciencia, unidad de actividad
y unidad de organización entre nosotros mismos. Las rencillas de grupos y los
personalismos desconciertan a esa masa. Este desconcierto que esteriliza la
lucha debe ser para nosotros el más poderoso acicate para buscar la unión y no
traicionar a nuestro pueblo y a nuestra misión histórica”[11].
La difícil ruta del Frente Unido
Camilo, a partir de 1963, ha alcanzado los acumulados
y las experiencias de vida que lo llevan
a transitar momentos en que empieza a definir su posición política y a comprometerse
en la construcción de un movimiento de unidad popular, en el que tuviese cabida
los militantes de las organizaciones
políticas existentes en ese periodo de la historia de Colombia, pero sobre todo los inconformes con las
condiciones de vida existentes en el país,
que por no militar en ninguna
organización, él llamaba los "no
alineados", pero, que en la
práctica , no eran otra cosa que los sin partido.
Las condiciones
en que Camilo fue levantando el movimiento que habría de constituirse en el
Frente Unido, estuvieron rodeadas de dificultades permanentes; en el corto
plazo de cuatro meses maduró su pensamiento político unitario, se definieron sus puntos de vista y su práctica
social transformadora, pero las confrontaciones permanentes con las jerarquías
de la iglesia, las ofensivas de la prensa, la actitud de los intelectuales, de
los partidos de izquierda y de sus militantes fueron tornando prácticamente
imposible su ideal de unidad popular y lo fueron conduciendo poco a poco, unas
veces por voluntad propia, otras por el orden y gravedad de los
acontecimientos, a su vinculación definitiva a la guerrilla del ELN.
Desde finales
de 1964, Camilo había propuesto construir una plataforma de unidad, sobre la
base de su propio estudio de la realidad colombiana, que le permitiera dar
impulso a un movimiento político capaz de imprimirle al país una dinámica
distinta y conducir a los sectores populares al ejercicio del poder. Para tal
fin, Camilo se reunió con dirigentes políticos y gremiales progresistas,
intelectuales y profesionales, inconformes, con capacidad de elaborar un
estudio riguroso sobre los más apremiantes problemas nacionales. A pesar de que
las comisiones de trabajo se establecieron y se estuvo de acuerdo en la
necesidad del mismo, febrero de 1965, llegó sin que se concretaran los
informes. Camilo decide entonces, darse
a la labor de estructurar un material de trabajo, a manera de plataforma, con
el objeto que se constituyera en el punto de partida de una
discusión que
arrojara como resultado una reacción general a través de la cual se fuera
depurando un conjunto de ideas capaces de convocar la unidad nacional.
Terminado el
documento, Camilo lo da a conocer a los dirigentes y activistas políticos con
los que mantenía relaciones despertando efectivamente con su lectura las más
disímiles reacciones; desde los que lo consideraban demasiado inconsistente,
hasta aquellos que lo veían como una propuesta extremista. El documento fue
adquiriendo en medio de la discusión nuevos elementos, pero lejos de
constituirse en una declaración más amplia se hizo más beligerante y radical.
Es necesario
ponderar los esfuerzos de unidad de la izquierda, los sectores democráticos y
populares del país en torno al Frente Unido, en el marco de las particulares
condiciones en que se están desarrollando los conflictos sociales y políticos en
el país en la mitad de la década de los sesenta y en el desarrollo de las
lógicas políticas del Frente Nacional. El pensamiento y la práctica política de
Camilo se corresponden a las urgencias de su época y desde esas circunstancias
sus ideas lo que constituyen es un reflejo de la situación en una perspectiva
que busca proyectarse en el tiempo, pero que está determinado por las
necesidades del momento político.
La convocatoria
a todas las fuerzas sociales y políticas - populares, de izquierda y democráticas-
a los no alineados a la creación del
Frente Unido, despertó en sectores importantes de la población entusiasmo que
se transformó en acompañamientos y trabajo organizativo, pero igualmente, se
encontró con resistencias propias de una cultura política acostumbrada ganar
reconocimiento en la degradación permanente del adversario y en la crítica de oficio.
El 12 de marzo
Camilo dio a conocer lo que se constituyó como plataforma del Frente Unido. El
documento está dirigido a todos los colombianos, a las clases populares y
medias, a las organizaciones de acción comunal a los sindicatos, cooperativas,
ligas campesinas y organizaciones obreras, indígenas, a todos los inconformes,
hombres y mujeres, a la juventud, a todos los no alineados en los partidos políticos
tradicionales y, a los nuevos partidos. La plataforma está constituida por unos
motivos que explican la razón de ser
de la misma en el marco de la lucha política que se desarrolla y unos objetivo programáticos que abordan temas
de central interés para el país y en particular para los sectores populares.
En relación con
los motivo, la plataforma señala la necesidad de que la política se oriente en
beneficio de las mayorías y que eso solo es posible si esas mayorías acceden al
poder, porque las minorías que detentan el poder político y económico no van a
colocarse en contra de sus propios intereses y no van a formular una política
que en detrimento de los mismos favorezca los sectores populares. Desde esta
percepción de las relaciones de conflicto y poder el documento proyecta el concepto de poder popular en la medida en que señala
abiertamente que en las circunstancias en que se ejerce el poder en el país, se
hace indispensable un cambio de la estructura del poder político para que las mayorías
organizadas produzcan las decisiones. Pero que para ello se requiere de un poder social capaz de darle base a un nuevo poder político, el que no existe
en el país y, por lo cual, se requiere su pronta formación. Esa nueva
organización política, que la constituiría el Frente Unido se concibe
de carácter pluralista, pues no de
otra forma podría intentar ser expresión de la unidad de los nuevos partidos, los sectores
inconformes de los partidos tradicionales, las organizaciones no políticas y en
general de los sectores sociales y populares; una organización que debía contar
con una planeación técnica y constituirse alrededor
de principios de acción más que alrededor de un líder para evitar el peligro de las
camarillas, de la demagogia y del personalismo.
En relación con
los objetivos programáticos, lo que
debía terminar llamándose Frente Unido de
los Movimientos Populares desarrollaría su lucha en torno a:
Una reforma agraria que tocaría el tema de
la propiedad y uso de la tierra, la produccion cooperativa y comunitaria,
contaría con asistencia técnica y crédito e iría superando la produccion de
subsistencia hacia la produccion comercial. Aspectos todos sin resolver aún y
materia de discusión en un nuevo contexto económico y político en la mesa de
conversaciones para la solución política del conflicto armado en el país;
una reforma urbana, proyectada de manera
sencilla para garantizar el derecho a la vivienda y los servicios
públicos, el uso racional y publico del
suelo urbano y la acción interinstucional,
coherente y coordinada, de
agencias e instituciones encargada de promover el desarrollo urbano;
Reforma de la Empresa privada, en la que se plantea una
discusión muy interesante sobre las posibilidad de un modelo de propiedad de
los medios de produccion que convoca la participación de los trabajadores y el
desarrollo de un sindicalismo libre, hoy esa discusión se traslada a la crítica
situación del trabajo vivo, el desempleo y el estancamiento del
desarrollo industrial ante el avance de las economías extractivas;
Cooperativismo en el marco de las economías
solidarias y de una política de Estado capaz de fortalecer e institucionalizar
los esfuerzos realizados en los ámbitos de la produccion, el mercadeo y los
servicios los sectores populares y de trabajadores;
La acción comunal, pensada en la perspectiva de la
ampliación y profundización de la democracia en lo local urbano-rural; en
materia de desarrollo comercial la Plataforma se plantea una política de
planeación de carácter proteccionista que favorezca las exportaciones y
controle las importaciones, que contribuya al desarrollo económico nacional y a
la integración latinoamericana, todos aspectos fundamentales en el contexto de
un modelo económico pensado en el fortalecimiento y desarrollo de sus propias
capacidades productivas;
En materia de política tributaria, la propuesta busca
la mayor equidad posible y la generación de un régimen de contribución forzada; en
materia de política monetaria la
plataforma señala la necesidad de racionalizar y dirigir la emisión de moneda,
de defender el patrón de cambio;
En relación con
las nacionalizaciones, se busca
controlar sectores como la banca, la salud, la educación, la distribución de
los medicamentos, los medios de trasporte, los medios de comunicación y los
recursos naturales y energéticos colocándolos al servicio del interés común. Resulta interesante el hecho que el
movimiento no se opone a la inversión extranjera pero establece con toda
claridad las condiciones en que se deben hacer las concesiones, en lo esencial
en el sector petrolero, fijando como beneficio para estas de solo el 20%, lo
que resulta visionario a lo que ocurre en materia de hidrocarburos hoy en la
Bolivia de Evo, que solo reconoce
utilidades del 18% sobre los costos y esa utilidades paga impuestos al Estado
como lo debe hacer cualquier inversionista.
En materia de relaciones internacionales establece la
necesidad de mantener relaciones diplomáticas y comerciales con todos los
países del mundo.
La plataforma
asume la concepción en materia de salud
que es responsabilidad del Estado garantizar este derecho fundamental
proporcionando el mejor estado de salud que las personas sean capaces de
poseer.
En la familia, la niñez y la mujer, tienen un lugar de protección especial
garantizado por el estado que sanciona cualquier tipo de abandono o violencia.
La plataforma
convoca como delitos sociales la
usura, acaparamiento, especulación, fuga de capitales, contrabando, difamación
por la prensa, la radio, la tv o el cine, la desorientación de la opinión
pública por medio de falsas noticias, informaciones incompletas o tendenciosas,
delitos todos vigentes hoy y agudizados por las formas del desarrollo del
capital especulativo y las practicas informales de desangre económico en las
esferas de las capacidades de endeudamiento popular en peligrosas practicas de
usura en el día a día.
Por último la
plataforma en relación con las Fuerzas
Armadas señala la necesidad de disminuir los presupuestos dedicados a la
represión, discusión que esta al orden día, más cuando estos superan ampliamente
los presupuestos de inversión social. Igual convoca el cambio del servicio
militar obligatorio por el servicio social obligatorio propuesta que desde hace
varias décadas por los objetores de conciencia.
Los tres meses
que siguieron, a la vida de Camilo Torres antes de incorporarse al ELN, giraron
en torno a la preparación y publicación del periódico "Frente Unido",
a la realización de giras en cumplimiento, de invitaciones que se le formulan
desde distintas partes del país para que diera a conocer y explicara sus
planteamientos y a estableciera contactos con los diferentes partidos y
agrupaciones políticas de oposición para desarrollar su propuesta de Frente
Popular en el que tuviesen cabida las organizaciones políticas y esa masa de
"no alineados" que fue motivo central de sus preocupaciones.
Para Camilo, el
semanario del Frente Unido significaba la posibilidad de generar organización y
aglutinar en torno a él a sectores sociales que independientemente del origen
de sus puntos de vista estuviesen de acuerdo en lo fundamental: la unidad del
movimiento popular para hacer la revolución. Esta posición guardaba en su
interior serias dificultades para el proceso unitario propuesto por Camilo: Las
tradicionales prácticas dogmáticas, el oportunismo, las actividades sectarias,
el recelo, los prejuicios políticos y las ambiciones de poder que se hacían
presentes allí para generar contradicciones insalvables que tenían que ver con
el comportamiento y la arraigada cultura política de los grupos de oposición.
Una última reflexión
La situación
por la que atraviesa actualmente la izquierda colombiana no es muy distinta de
la que tuvo que vivir Camilo y la necesidad de poder construir un Frente Unido del Pueblo sigue siendo una
tarea que esta al orden del día. Todos los esfuerzos por madurar un imaginario
de unidad que se plasme en una plataforma
de lucha, más allá de las ideologías, los grupos y las personalidades, han
sido arrojados por la borda en las practicas “tradicionales” del un sectarismo
dogmatico y grupista y, de un personalismo que siempre ha sabido colocar sus
intereses particulares por encima del interés nacional.
Hoy las ideas de Camilo están a la espera que un
riguroso pensamiento Camilista les de
la vitalidad que requieren para enfrentar los nuevos retos de la globalización
y el mundo neoliberal.
[1] Tercer Mundo,
Gaceta Mensual de Bogotá, pidió esta entrevista a Camilo Torres y la
publicó con el titulo de Posibilidades de la Izquierda, en su número 13 de Mayo de 1965.
[2] Posibilidades de la Izquierda, idem
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] idem
[6] idem
[7] Reportaje de ARMIN HINDRICS Y FERNANDO
FONCILLAS
[8] Reportaje de ARMIN HINDRICS Y FERNANDO
FONCILLAS
[9] Ver a este
respecto su intervención en el Homenaje Nacional que se le hizo en la Universidad Nacional de Colombia el Mayo
22 de 1965
[10]Intervención en
el Homenaje Nacional que se le hizo en
la Universidad Nacional de Colombia el Mayo
22 de 1965
[11] Intervención en
el Homenaje Nacional que se le hizo en
la Universidad Nacional de Colombia el Mayo
22 de 1965
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