martes, 26 de agosto de 2025

 




NARCOTRÁFICO y “JUNTA DE DUBÁI” 

ANATOMÍA DE UNA HIPÓTESIS, SUS ACTORES y LAS SALIDAS PARA COMBATIRLA 

A Marcela Heredia de TELESUR en respuesta a una pregunta que se quedó en el aire

En la última década el narcotráfico que parte de los Andes y cruza el Atlántico dejó atrás la imagen de carteles piramidales y pasó a operar como un ecosistema transnacional con nodos financieros y logísticos en ciudades-puerto, zonas francas y paraisos  regulatorios. 

En ese mapa, Dubái emergió como un centro privilegiado de lavado, reexportación y coordinación entre redes latinoamericanas, europeas y balcánicas. 

En Colombia, el término “Junta de Dubái” se instaló en 2024-2025 como etiqueta política y mediática para describir —según el gobierno— una cúpula narcocriminal con base en Emiratos Árabes Unidos (EAU) capaz de ordenar asesinatos y coordinar rutas globales; una tesis que, sin embargo, no ha sido demostrada judicial ni policialmente como estructura unificada. El propio director de la Policía Colombiana ha señalado que “no hay certeza de que exista” una junta como tal; lo que sí existe, y está documentado, es una concentración de capos, lavadores y facilitadores que han residido o hecho negocios desde Dubái, en interacción con eslabones del tráfico en Colombia, el Cono Sur y Europa. 

Este ensayo reconstruye contexto histórico, perfila actores señalados como parte de esa presunta “junta”, contrasta hechos versus conjeturas y propone estrategias concretas —legales, financieras y territoriales— para enfrentar esta globalización del crimen que hoy tiene en Dubái un punto de encuentro, aunque no necesariamente una “mesa directiva” jerárquica.

DE LA “JUNT DIRECTIVA” BOGOTANA A LA ETIQUETA “JUNTA DE DUBÁI”

Colombia conoció, al menos desde los noventa, la figura de “Junta Directiva del narcotráfico”: una cofradía de perfil empresarial —“de bajo ruido” frente a Medellín, Cali o Norte del Valle— que compraba, procesaba y exportaba cocaína, blanqueando ganancias en Bogotá (divisas, finca raíz, fútbol, sanandresitos) y conectando laboratorios del Llano con socios internacionales. Nombres como Luis Caicedo (“don Lucho”), Juan Francisco Caicedo (“el Ingeniero”), Julio Lozano Pirateque (“Patricia”), Daniel “el Loco” Barrera y Óscar Pachón (“Puntilla”) formaron parte de esa constelación; varios terminaron extraditados, negociaron con la justicia estadounidense y reconfiguraron negocios años después.

 Investigaciones periodísticas mostraron ya en 2022 documentos de residencia en Dubái de alguno de esos exmiembros y el interés de esa cofradía por usar EAU como plataforma de lavado y de conexión con el Clan del Golfo y redes marroquí-neerlandesas. 

En 2025, la Presidencia de Colombia rebautizó ese fenómeno fragmentario como “la nueva junta del narcotráfico” o “Junta de Dubái”, atribuyéndole la capacidad de ordenar magnicidios y atentados —entre ellos, el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci y ataques a dirigentes en Colombia— y señalando como pivotes a un esmeraldero colombiano residente en Dubái (Julio Lozano Pirateque) y a capos uruguayos, albaneses y españoles. No obstante, la Fiscalía no ha abierto una investigación específica sobre una “junta” unificada y fuentes policiales han insistido en que la hipótesis, en su forma más maximalista, no está probada. 

Conclusión intermedia: más que un “cartel” clásico, Dubái condensa una constelación de redes que convergen (comparten rutas, lavadores, brokers logísticos y abogados), pero que no necesariamente obedecen a una jerarquía colegiada. La discusión pública, sin embargo, es útil porque visibiliza el rol de EAU como hub de economía ilícita —en particular del oro y de servicios corporativos— y obliga a mejorar cooperación judicial y financiera. 

¿QUIÉNES SON LOS ACTORES QUE SE ASOCIAN A DUBÁI?

1) Julio Lozano Pirateque (“Patricia”) — el esmeraldero con historial de narcotráfico y lavado

Fuentes judiciales y periodísticas coinciden en que Lozano se entregó a la DEA en 2010, cumplió pena en EE. UU. por narcotráfico y lavado y regresó a Colombia en 2016; desde entonces habría fijado residencia en Dubái, con vínculos al negocio de las esmeraldas, empresas registradas en EAU y viejas alianzas con “el Loco” Barrera y “don Lucho”. Además, su nombre ha aparecido en indagaciones sobre lavado en fútbol e incluso como financiador del laboratorio hallado en 2020 en la finca del exembajador Fernando Sanclemente (hechos bajo investigación). En 2024-2025 fue señalado por el Gobierno como cabeza o articulador de la presunta “junta”. Nada de esto equivale a una condena vigente por los hechos recientes; sí muestra una trayectoria y capacidad de enlace con EAU. 

2) Sebastián Marset — el “primer cartel uruguayo” y su salto a Medio Oriente

Sebastián Marset es hoy fugitivo y está en la lista de los más buscados por la DEA. Investigaciones lo vinculan a más de 16 toneladas de cocaína incautadas en Europa y a redes con proyección en Paraguay, Bolivia y el Atlántico europeo. Autoridades y prensa lo ubican como actor relevante en el circuito que usa nodos como Dubái para lavado y coordinación; en Colombia fue mencionado por la Presidencia como parte del entramado de la “junta”. 

3) Dritan Gjika — el vector balcánico (albanés) en contacto con EAU

La conexión balcánica se expresa en redes albanesas que operan en Ecuador y enlazan salidas de cocaína hacia Antwerp/Rotterdam. Dritan Gjika fue acusado en Ecuador de liderar una organización con lavado a través de empresas radicadas en España y EAU; su arresto en Abu Dabi en 2025 evidenció la cooperación con Emiratos y la importancia de ese nodo para servicios financieros y corporativos. 

4) Alejandro Salgado Vega (“El Tigre”) — el vector ibérico con negocios desde Dubái

La Audiencia Nacional española imputó en 2025 a Alejandro Salgado Vega como cerebro de una trama que habría operado desde Dubái, vinculada a grandes incautaciones en Algeciras y al uso de importadoras como fachadas. La causa también destapó connivencias policiales en España, mostrando cómo profesionales y funcionarios facilitan el comercio ilícito. 

5) OTRAS REDES QUE ILUSTRAN EL ROL DE DUBÁI COMO NODO DE OPERACIONES 

Fuera del eje colombo-andino, el cartel irlandés de los Kinahan ha consolidado su base en Dubái desde hace años. La extradición (2025) a Irlanda de Sean McGovern, figura de esa organización, demostró que el EAU empieza a cooperar con Europa en casos de crimen organizado. También en 2024-2025 se registraron arrestos y extradiciones de narcos y facilitadores desde Dubái (caso Quincy Promes, vinculado a contrabando de cocaína, extraditado a Países Bajos). Estos eventos no prueban la existencia de una “junta”, pero sí acotan el margen de impunidad del hub. 

¿QUÉ HACE “ ATRACTIVA ” A DUBÁI PARA EL CRIMEN ORGANIZADO ?

Economía abierta (puertos, reexportaciones, zonas francas), ecosistema corporativo ágil (apertura de compañías, fideicomisos), gran mercado de oro (con espacios opacos en trazabilidad) y sistemas informales de transferencia (hawala) han hecho de Dubái un atractor para el contrabando de oro, las falsificaciones y el lavado de drogas. Aunque el FATF retiró a EAU de la “lista gris” en 2024 luego de reformas AML/CFT, persisten vulnerabilidades que requieren enjambre regulatorio y cooperación internacional constante. 

Más que una “mesa” con actas, lo que se observa —al unir piezas de causas penales, reportes de inteligencia y periodismo investigativo— es una arquitectura funcional con fines pragmáticos:

1. Coordinación logística de rutas desde Colombia y el Cono Sur hacia Europa (Antwerp, Rotterdam, Algeciras) y Medio Oriente (reexportaciones hacia Asia/África), aprovechando puertos, aeropuertos y zona franca de Dubái. Casos en Bélgica y Países Bajos muestran el peso de hub-puertos como Antwerp en redes que conectan con proveedores sudamericanos. 

2. Lavado y “servicios”: colocación y estratificación de ganancias mediante BMPE, empresas en EAU/España, oro y bienes de lujo; existen sentencias recientes en EE. UU. contra lavadores colombo-caribeños por usar banca corresponsal y BMPE. 

3. Tercerización de la violencia en Colombia: sicariato selectivo para controlar minería de esmeraldas, corredores y extorsión, con salarios y órdenes que no necesariamente se firman en Dubái, pero para los que el hub provee refugio financiero y capas de intermediación. En 2024-2025 diversos homicidios en el circuito esmeraldero de Bogotá-Boyacá reactivaron hipótesis sobre viejas vendettas y nuevos árbitros del negocio. 

4. Captura y cooptación institucional: expedientes en España revelan alianzas con policías y funcionarios; en Colombia se han denunciado interferencias en procesos y fugas de información. Esta corrupción de cuello blanco es crucial para entender la resiliencia del sistema. 

HECHOS, HIPÓTESIS y PRUDENCIA ANALÍTICA 

El presidente Gustavo Petro ha sostenido que esa “junta” opera desde EAU, con capos de varios países y capacidad de ordenar asesinatos y atentados de alto impacto. El País y otros medios recogieron nombres (Lozano, Marset, Gjika, Salgado), así como las reuniones de emisarios estatales con Lozano en Dubái. En paralelo, La Silla Vacía registró que la Dirección de la Policía no tiene certeza sobre la existencia orgánica de esa “junta”. La ambivalencia obliga a separar tres niveles: i) hechos probados (historial de condenas, capturas, extradiciones, decomisos); ii) indicios sólidos (residencias, empresas, vínculos funcionales); iii) acusaciones políticas que requieren corroboración judicial. Una política criminal seria debe apoyarse en (i) y (ii), sin inflar (iii). 

ESTRATEGIAS PARA COMBATIR EL FENÓMENO 

1) Cooperación judicial con EAU y estandarización de instrumentos

El caso Sean McGovern (Kinahan) mostró que sí es posible extraditar desde EAU cuando hay voluntad política y paquetes jurídico-diplomáticos bien hilados. Colombia y socios europeos deberían consolidar tratados de extradición y asistencia legal mutua (MLA) con EAU, protocolos de evidencia digital y equipos conjuntos de investigación (JIT) con Europol/Eurojust. Lecciones aprendidas de Irlanda y Países Bajos —cuya fiscalía coordinó la extradición de Quincy Promes— pueden adaptarse a la realidad hispanoamericana. 

Medida complementaria: intercambiar en tiempo real listas de personas expuestas a riesgos (PER), beneficiarios finales (UBO) y alertas de registradores mercantiles de EAU sobre cambios societarios que delaten “empresas carrusel”.

2) Inteligencia financiera sobre el oro y el comercio exterior

El oro es el gran solvente del crimen en EAU. Es imperativo que Colombia y la región impulsen: (a) trazabilidad obligatoria del oro que se refina y comercializa en Dubái (cadena de custodia, due diligence extendida); (b) listas negras de refinerías/comercializadoras de alto riesgo; (c) acuerdos con el Dubai Multi Commodities Centre para auditar proveedores; (d) cooperación Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF)–Financial Intelligence Unit de EAU para detectar mulas de oro y subfacturación. La evidencia académica señala que Dubái es nodo global del oro informal y lavado, por lo que el crimen de cocaína “se desagua” en ese metal. 

3) Atacar el “Black Market Peso Exchange” ( Cambio de pesos en el mercado negro) de nueva generación

Las sentencias recientes en EE. UU. por BMPE muestran que el viejo mecanismo se ha sofisticado con banca corresponsal y fintechs. Colombia debe fortalecer tipologías y cooperación fiscal para desmantelar corredores de cambio que casan dólares de droga con importadores locales (textil, calzado, electrónica), incluidos los que compran en zonas francas de Dubái. Es clave perseguir a los contrabandistas que funcionan como “puente” entre cocaína y comercio exterior. 

4) Puertos: contenedores, riesgo y rutas

Anverso/Rotterdam/Algeciras siguen siendo cuellos de botella donde convergen redes sudamericanas y balcánicas. La cooperación EAU–UE debe incluir perfiles de riesgo compartidos, inspección no intrusiva basada en inteligencia, sellos electrónicos y programas OEA para operadores logísticos. La captura en Dubái de actores vinculados al “circuito de Antwerp” indica que los hubs “se hablan” y puede romperse la cadena si se trabaja por eslabones, no por país aislado. 

5) Profesionalización de la prueba y enfoque en “facilitadores”

Más que cazar capos vistosos, hay que judicializar abogados, contadores, notarios, agentes inmobiliarios y traders que viabilizan estructuras. La causa española que imputa a Salgado Vega y destapa corrupción policial enseña que la “arquitectura gris” es el verdadero cuello de botella: sin facilitadores no hay lavado sostenible. Colombia debe tipificar con penas efectivas la administración fraudulenta de estructuras societarias para delitos transnacionales y ampliar decomiso sin condena con estándares probatorios robustos. 

6) Blindaje institucional y control interno

La historia de la vieja “Junta Directiva” mostró filtraciones y cooptación. La contraloría interna de Policía/Fuerzas Armadas y unidades anticorrupción con rotación real de mandos en puertos, aeropuertos y zonas especiales es tan importante como el esfuerzo internacional. En Colombia, sanear el circuito esmeraldero —con beneficiarios reales, control aduanero y comercio formal— reduciría rentas criminales locales que luego se blanquean en EAU. 

7) Política de drogas con prioridades realistas

Mientras Europa mantenga alta demanda y Sudamérica sobreoferta (y ahora también cocaína fumable en crecimiento), las redes “a lo Dubái” seguirán reinventándose. La salida no es solo represiva: Colombia y la UE deben alinear políticas de reducción de la demanda, salud pública, regulación inteligente de insumos y desarrollo en zonas cocaleras. La diplomacia penal debe concentrarse en impacto (lavado, puertos, facilitadores) más que en narrativas.

IDEAS FUERZA A MANERA DE CIERRE 

1. Dubái es un hub real del crimen financiero y logístico global —con oro, zonas francas y servicios corporativos como ejes—, y parte de las redes colombianas y balcánicas efectivamente han usado EAU para vivir, coordinar y lavar. Eso está documentado en piezas judiciales, periodísticas y académicas. 

2. La “Junta de Dubái” como órgano colegiado que dicta órdenes centralizadas sigue siendo, hoy, una hipótesis política con nombres propios y hechos que ameritan investigación, pero sin prueba pública concluyente de unidad orgánica. Conviene hablar de “constelación” y “nodo”, no de cartel-mesa. 

3. En lugar de la caza del “gran villano” mediático, la estrategia debe cerrar el grifo financiero y logístico: tratados de extradición y MLA con EAU, auditoría del oro, BMPE de nueva generación, rutas portuarias europeas, y facilitadores como objetivo penal prioritario. Los precedentes de extradición desde EAU (McGovern, Promes) y las capturas en Dubái vinculadas a Antwerp muestran que sí se puede si se arma el rompecabezas transnacional. 

4. Finalmente, Colombia debe sanear su economía ilegal interna (esmeraldas, contrabando, puertos secos, fútbol) para que el lavado tenga menos combustible: sin riqueza ilícita que subir, el hub no atrae. La discusión sobre la “Junta de Dubái” —aun cuando exagere la unidad de lo que son redes acopladas— ha servido para mover engranajes diplomáticos, financieros y policiales. Lo urgente es sostener ese impulso con técnica, evidencia y cooperación más que con eslóganes.

Fuentes clave citadas:
— El Colombiano (historia y reconfiguración de la “Junta Directiva” y vínculos con Dubái). 
— El País (Colombia) sobre la “nueva junta” y actores mencionados por el Gobierno. 
— La Silla Vacía, declaración del director de la Policía (“no hay certeza” de la junta). 
— DEA (Marset en lista de los más buscados; vínculos con grandes decomisos en Europa). 
— OCCRP/Insight Crime (arresto de D. Gjika en EAU; red albanesa Ecuador–EAU–UE). 
— AP/NL Times (extradición desde Dubái de actores de alto perfil; cooperación EAU-UE). 
— Guardian/Irish media (extradición de Sean McGovern, Kinahan). 
— TraCCC–GMU / FATF (Dubái como hub de oro; salida de EAU de la “lista gris”).

No hay comentarios:

Publicar un comentario