miércoles, 6 de abril de 2016

PARTICIPACION DE LA SOCIEDAD Y DIÁLOGOS REGIONALES EN EL PROCESO DE CONVERSACIONES DE PAZ CON EL ELN

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz – CPSPP-UN




El anuncio hecho por el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), del inicio de la fase pública de las conversaciones de paz después de una larga y accidentada fase exploratoria que arrojo un acuerdo y una agenda de trabajo, ha sido recibida con alegrías, expectativa y no pocas inquietudes por el conjunto de la sociedad colombiana. En general la idea que existe es que es un acuerdo procedimental con poco contenido sustancial en materia temática, lo que llena de grandes interrogantes, sobre la manera como se van a desarrollar las conversaciones, el alcance de las mismas y el tiempo de duración, si como se ha dicho el proceso de paz es uno y las mesas son dos.

Lo primero que hay que saludar es que el tan esperado anuncio se haya dado y ahora el país pueda enrumbarse hacia una paz integral, si las partes logran disponer su voluntad y encontrar el camino de acuerdos para poner fin a la guerra. Lo segundo es hacer explicito que es la voluntad política de las partes en su decisión de llegar a acuerdos con objetividad y realismo, así como la celeridad para implementar y ejecutar los procesos los que define la extensión del procesos de conversaciones. Lo tercero, tener presente la especificidad del ELN y la singularidad de su proceso para que este pueda desarrollarse con autonomía y sin imposiciones y, cuarto, señalar que de todas maneras habrá necesidad de hacer coincidir aspectos de lo acordado en las dos mesas, pues es uno solo el país y una sola es la paz de Colombia.

Este ensayo, busca hacer aportes a los aspectos metodológicos, en relación con la participación de la sociedad civil y los diálogos regionales, desde la experiencia y el acumulado de aprendizajes de los procesos de paz desarrollados por el ELN. Estoy absolutamente convencido que si las conversaciones se desarrollan sin prevenciones, se construyen las confianzas y las seguridades que requiere cada proceso y se disponen las voluntad de las partes involucradas, el mismo va hacer grandes aportes, no solo a la terminación del conflicto, sino a la construcción de la paz en las rutas de implementación de acuerdos y de ampliación de la democracia.

1.      Sobre la participación de la sociedad civil y la sociedad en general

El hecho que el Ejército de Liberación Nacional sea una organización societal, que funciona como un partido político en armas, hace que por su naturaleza exista un peso especifico de la importancia de la participación de la sociedad civil en el desarrollo de las conversaciones y que sea esta la razón por la cual el punto uno de la agenda convoca su participación. Pero, ¿Qué entiende el ELN por sociedad civil y en que puede consistir esa participación?...

Primero, tratemos de dilucidar el concepto de sociedad civil en el ELN y luego nos centramos en los aspectos pertinentes a la participación y los mecanismos que puede desarrollar esta, atada a las tradiciones de la organización. Para el ELN, la sociedad civil la constituye todas las formas de organización de la población civil, que desarrollan en los territorios resistencia y oposición, a las formas de dominación social, política y económica, que persisten en el mantenimiento del status quo. No es por lo tanto la población dispersa, ni la ciudadanía indiferente, lejos de toda agenda reivindicativa y política. De esa concepción no hacen partes, ni las elites políticas, ni los gremios económicos, los que constituyen las clases dominantes; se trata de la sociedad civil de los de abajo, de las llamadas clases subalternas y, es en primera instancia, a esas formas organizativas sociales a las que se les convoca a participar desde las necesidades de sus contextos territoriales y desde sus agendas de derechos.

No obstante esta primera consideración, en el acuerdo se explicita en forma más amplia el concepto pues a lo que se hace referencia allí es a la participación de la sociedad, en la construcción de la paz y eso convoca a todos los sectores de la sociedad, incluyendo las elites económicas (industriales, banqueros, agricultores, ganaderos, comerciantes, entre otros) representadas por los gremios empresariales y económicos y, las elites políticas (representadas en fuerzas, movimientos y partidos políticos). El carácter incluyente y pluralista señalado en el acuerdo apunta a hacer efectiva la posibilidad que el más amplio espectro de la sociedad participe en la formulación de las propuestas y de las rutas para hacer efectivos los acuerdos a que se llegue en las conversaciones.

Señalemos acá que la participación de la sociedad se da me manera amplia y pluralista y que ella convoca a los movimientos sociales y políticos y a los sectores económicos que hacen presencia en los territorios, así como a los gobiernos locales, los que deben hacerse participes de las elaboraciones que se hagan y de las responsabilidades que se asuman frente a las mismas.

Pero,  cuál es el carácter vinculante de la participación de la sociedad civil o de la sociedad en general en relación con la produccion de propuestas, con respecto a la agenda entre el gobierno-ELN y las posibilidades de llegar a un acuerdo de finalización del conflicto. ¿Van a ser recogidas esas propuestas y van a ser incorporadas al acuerdo final? O ¿son insumos para que el ELN negocie, a nombre de la sociedad con el gobierno nacional?...el ELN, cuenta, como ellos mismos lo señalan,  con un arsenal político y metodológico construido y sostenido de manera colectiva durante años que contiene según informan, y es muy posible que así sea,  compendios de metodología y protocolos para la participación de la comunidad que hacen parte de su patrimonio y son un importante recurso para los diálogos.

Ellos mismos se preguntan si los representantes de las comunidades son voceros de las mismas frente a la mesa de conversaciones Gobierno-ELN o, son negociadores con los mismos poderes y atribuciones de las otras partes, lo que significaría ser el tercero en la mesa o, son más bien la representación y vocería de las comunidades para exponer y defender los intereses de las mismas para que el gobierno y el ELN lleguen a acuerdos. Hasta hace algunos años, la concepción del ELN era el de asignar a las comunidades el papel de acompañantes, facilitadoras, componedoras, veedoras del dialogo y la negociación y como aliadas de la paz y testigas de la voluntad y de la decisión de finalizar la guerra y de la aplicación y del cumplimiento de los acuerdos que en todos los casos tendrán que favorecerlas a ellas mismas, más que a las partes.

Es posible que en este proceso la sociedad representada por las comunidades o las formas organizadas de la población civil, jueguen un papel decisivo como formuladoras de propuestas, estructuradoras de agenda y gestoras de procesos regionales de paz, adicional a su condición de acompañantes, facilitadoras, componedoras, veedoras y verificadoras de la implementación de acuerdos. El ELN ya había “teorizado” sobre las posibilidades de que las comunidades jugaran el papel de facilitadoras, mediadoras y verificadoras del proceso y, le había asignado a cada una de estas categorías unos atributos de contenido e identidad en el marco de su desempeño en el desarrollo de los diálogos regionales.

Independientemente del camino que se decida para la participación de la sociedad en general, de la sociedad civil en especifico y de las comunidades en particular en el proceso de conversaciones Gobierno-ELN, la participación social es definitiva y es necesario establecer con toda claridad los procedimientos y alcances de esa participación para que las conversaciones no se diluyan y se concreticen en la elaboración de propuestas y de procesos que posibiliten las trasformaciones necesarias para que la paz pueda ser posible en los territorios. La participación de la sociedad debe llenar de certezas el proceso, no puede crear expectativas que no se cumplan sobre problemas que no se resuelven.

Seis ideas básicas que podrían tenerse en cuenta para la participación de la sociedad en el desarrollo de los diálogos Gobierno-ELN:

Primera. La participación de la sociedad debe darle cavidad a todos los sectores de la sociedad que habiten los territorios en el marco de un pluralismo amplio e incluyente. La paz es para todos, debe construirse en el marco del más amplio pluralismo de intereses.

Segundo. La sociedad debe estar representada por líderes y lideresas  naturales, sociales, empresariales y políticos, de amplio reconocimiento y las mayores calidades humanas, poseedores de un sentido práctico de los procesos, que sean auténticos constructores del proceso de paz. Líderes y lideresas revestidas de la mayor autoridad ética y moral, defensores naturales de las comunidades y sus derechos. Seguramente muchos de esos líderes procederán de las formas organizativas regionales y de las plataformas nacionales. Lo ideal es que lo local-regional este representado.  

Tercero. La participación de la sociedad debe dirigirse en dos sentidos; primero, garantizar que el proceso se desarrolle con rigor, eficiencia y celeridad y, segundo, que las propuestas sean viables y focalizadas hacia cambios necesarios y esenciales para los territorios, que comprometan acciones de beneficio de la mayor cobertura social posible.

Cuarto. Centrar la discusión no sobre el debe ser de las cosas (cambios estructurales), sino, sobre lo que es posible en este momento histórico (cambios necesarios), para facilitar los caminos hacia el logro de lo que debe ser en el futuro (cambios estructurales). Las propuestas deben centrarse en cinco o seis grandes temas cuando más. Temas estructurantes y articuladores de derechos de las comunidades. No se trata de elaboran listados de demandas sino agendas regionales y nacionales de construcción de paz. No son pliegos de peticiones, sino rutas de trabajo para la transformación y la construcción de paz en los territorios  que convocan el compromiso de las partes. 

Quinto. Los lideres y lideresas, no son elegidos para hacer parte del procesos de paz son escogidos y presentados por las comunidades como líderes naturales y como voceros de las mismas. En este sentido están en permanente comunicación con ellas para informarles de los avances de las conversaciones y de los acuerdos que se alcances allí. El número de cada mesa, para que sea funcional, debe ser cuando más de 30 personas, Cinco del gobierno, Cinco del ELN y 20 representantes de la comunidad. Esto no implica que no se pueda convocar para socializar y enriquecer las propuestas y aumentar su legitimidad un escenario más amplio a manera de Foro Regional.

Sexto. Las comunidades debe cumplir el papel de garantes, veedoras, verificadoras, implementadoras de acuerdos y de constructoras del proceso de paz regional y contar para ello con todos los respaldos, apoyos y seguridades institucionales.

Es absolutamente claro que la participación de la sociedad en los territorios, no parte de cero y que la construcción de agendas ya va adelantada, porque sobre ellos las comunidades han desarrollado infinidad de eventos de caracterización de las problemáticas y de formulación de propuestas, se trata es de reconocer esas agendas, sistematizarlas y colocarlas en perspectiva de paz y de futuro.  

2.      Sobre los diálogos regionales y las mesas regionales de paz
        
Para el ELN, el tema regional es esencial,  de ahí que en el punto tres, sobre  las transformaciones para la paz haga especial énfasis en lo regional señalando la necesidad de elaborar planes alternativos integrales con enfoque territorial, que constituyan opciones económicas y productivas que beneficien a las comunidades y que como lo plantea ese mismo punto se constituyan en programas transformadores para superar la pobreza, la exclusión social, la corrupción, la degradación ambiental, en búsqueda de la equidad.  

Partamos de señalar que para el ELN la base sobre la cual se sustenta la nacionalidad es la región, el municipio, el barrio, la vereda, la familia, la escuela, el tejido social, la organización política, el Estado y el país, y que la propuesta de diálogos regionales se erige sobre su convencimiento que es desde allí que se puede construir la unidad de la nación, la convivencia pacífica, la democracia profunda  y la justicia para todos.

Según lo señalan en sus documentos el propósito de los diálogos regionales comienza por crear sobre los territorios unas condiciones de mayor seguridad para la población, una efectiva garantía de la práctica de los derechos humanos y una atención humanitaria a las víctimas que los habitan: paz,  territorialidad, desarrollo, democracia, nueva gobernabilidad son según el ELN, los ejes centrales de la agenda a convenir en los diálogos regionales. Para ello consideran que es necesario buscar colectivamente la identidad de las regiones, su vocación económica, su cultura, su historia y su papel en la nación. En los imaginarios del ELN, los diálogos regionales permite abordar un dialogo nacional como suma de experiencias y de buen ejercicio de la democracia, punto dos de la agenda acordada. Recoge o desarrolla experiencias regionales como las constituyentes municipales, provinciales y departamentales, los procesos humanitarios y los programas de desarrollo construidos por las comunidades. 

Si el ELN, recurre a su historia y a su memoria como lo ha señalado, para hacer uso de los recursos metodológicos que ha construido en otros procesos, ajustados a las realidades del presente, las siguientes podrían ser afirmaciones a tener en cuenta en las discusiones que en materia de metodología para los diálogos regionales podrían servir de base:

Primero. Los diálogos regionales deberían ser lo más realistas y honestos posibles a la hora de prever resultados y alcances no vaya a ser que por ser tan ambiciosos e ilusos terminemos en el desencanto y la frustración.

Segundo. Los diálogos regionales deben servir para sentar al gobierno, la guerrilla y las comunidades a pensar y a proyectar la paz en los territorios con énfasis en los derechos de las poblaciones y los intereses económicos de la nación, con la mayor objetividad y el mayor realismo.

Tercero. Los diálogos regionales deben ayudar a desescalar el conflicto y a crear las condiciones para la finalización del mismo. Las partes pueden dialogar fuera del país en medio del conflicto, pero las comunidades no lo pueden hacer en los territorios. Se requiere desescalar el conflicto y avanzar hacia treguas y cese al fuego para que se ambienten los diálogos en los territorios.

Cuarto. Los diálogos regionales deben posibilitar un camino alternativo que haga posible transformaciones reales y positivas en los territorios, generando nuevas experiencias y nuevos escenarios de participación social. Los diálogos crean la necesidad de la paz, de participar en sus realizaciones y le da una mayor legitimidad a los procesos de implementación de acuerdos.

Quinto. Los diálogos regionales convalidan y potencian procesos locales y regionales de paz con protagonismo de comunidades que se erigen ante el gobierno y la guerrilla con autonomía e independencia: las comunidades como fuente esencial de las transformaciones y  los poderes locales.

Sexto. Los diálogos permiten lograr acuerdos humanitarios, sociales y políticos en torno a temas concretos y específicos de aplicación inmediata en lo local para beneficio de las comunidades y produce insumos a manera de propuestas objetivas y sistemáticas en la perspectiva de llegar a acuerdos amplios y globales en el dialogo nacional.

Séptimo. Los diálogos regionales permiten entender el fenómeno del conflicto nacional como expresión de múltiples conflictos locales y regionales, en la perspectiva de darles un tratamiento acorde a la situación nacional.

Octavo, Los diálogos regionales involucran de manera novedosa, creativa e incluyente actores locales y regionales que suelen estar por fuera de las dinámicas de reflexión y cambios y los convierte en auténticos protagonistas de construcción de paz. Atraen de manera tierna y constructiva a quienes desde muchos lados no creen en la posibilidad real y sincera de un cambio profundo para construir una Colombia para todos, justa, pluralista, solidaria, soberana y en paz.

Noveno. Los diálogos regionales, estructuran propuestas, organizadas en agendas, que deben dirigir en dos sentidos según la naturaleza de las mismas, las específicas a alimentar los planes de desarrollo alternativos y los procesos de concertación social para el desarrollo local y regional y, las generales, a nutrir la discusión y los acuerdos de la mesa nacional de Paz Gobierno-ELN.

a.      Sobre la organización de los diálogos regionales

Los diálogos regionales tienen tres momentos a considerarse:

Primero. La ambientación regional de los diálogos, los eventos preparatorios y de elaboración de propuestas. La escogencia de vocerías y de representaciones legitimas de las comunidades y de la sociedad general en la Mesa Regional de Paz.

Segundo. La instalación y el desarrollo de las reflexiones de la Mesa Regional de Paz cuyo trabajo consistirá en exponer las propuestas de las comunidades, organizarlas y proponer rutas para su implementación según la especificidad de las mismas y las posibilidades y condiciones especificas del territorio. Le corresponde también presentar propuestas y hacer recomendaciones a la Mesa de Conversaciones entre Gobierno Nacional y el ELN.

Tercero. Ayudar a construir acuerdos para el desarrollo regional y local y la estructuración de planes de desarrollo alternativos y focalizados sobre ejes centrales que garanticen el bienestar general de las comunidades, el desarrollo regional, la profundización de la democracia y la convivencia pacífica en los territorios.      

b.      Sobre las Mesas Regionales de Paz

Los más variados y distintos mecanismos pueden implementarse para el desarrollo de los diálogos regionales de paz (asambleas, foros regionales, cabildos populares, constituyentes locales, entre otras opciones) que pueden funcionar simultáneamente en todos los territorios, las propuestas que surjan allí deben ir a una Mesa Regional de Paz, que debe ser lo más representativa y lo más  operativa posible. El ELN considera que en esas mesas debe estar la insurgencia, el gobierno nacional, regional y local y desde luego las comunidades.

La mesa de conversaciones debe definir cuantos diálogos regionales se van a hacer y cuál es la geografía que van a abarcar. Así como la agenda de realización de los mismos que puede ser simultánea, pues se producen en distintos territorios y con diferentes poblaciones. Igual debe definir el número de participantes en la Mesas Regionales de Paz y las metodologías para su desarrollo. 

Para el ELN debe quedar claro en todas y cada uno de los actores que los diálogos parten de lo local y regional pero que no se pueden sustraer ni agotar allí dando paso al Dialogo Nacional. A este respecto señalan que lo local y regional se desarrolla en el marco de una estrategia metodológica que constituye el punto de partida de los diálogos hacia lo nacional y el de retorno hacia la construcción territorial de paz.

c.       Sobre las agendas regionales

La Agendas Regionales tiene como punto de partida lo humanitario pero no se quedan allí. Debe tomar en consideración los puntos del Acuerdo Gobierno – ELN y enriquecerlos con la especificidad de ellos en lo local y regional. En el parecer del ELN deben ser temas realmente importantes pero también viables y posibles de resolver y concretar en el nivel que se está y que sean más para resolver conflicto y atender necesidades, que para enredar, radicalizar y alejar las partes. Son diálogos críticos y propositivos.

Si se revisa un poco las propuestas tomadas en consideración por el ELN para los diálogos regionales en Antioquia, Cesar, Sur de Bolívar y Medellín (2006),  hay unos puntos generales que pueden servir para estructurar agendas viables y que se acomodan bien al acuerdo. 1.  Acción Humanitaria y Derechos Humanos; 2. Democracia, participación y costumbres políticas; 3. Desarrollo integral; 4. Desarrollo rural, agrario y campesino; 5. Políticas sobre bienestar; 6. Sobre medio Ambiente; 7. Identidad Cultural y reconstrucción del tejido social; 8.  Comunidades étnicas, territorio y paz.

No obstante, cualquiera que sea la propuesta que se elabore para construir la agenda y desarrollarla debe surgir de las comunidades y las organizaciones sociales con la participación amplia de todos los sectores civiles relacionados con el territorio.

d.      Sobre los facilitadores de los diálogos y los acompañantes

Las partes son responsables de crear las condiciones para el desarrollo de los diálogos regionales y garantizar que estos se adelanten con normalidad y celeridad. El gobierno Nacional y el ELN, definen de manera explícita las posibilidades que tienen estos diálogos, donde se realizan y como se hacen en el marco del desarrollo de la agenda pactada.  

Los diálogos regionales,  requieren de la voluntad, el compromiso y la participación decidida de los gobiernos departamentales y municipales que deben ayudar a la convocatoria, facilitar los espacios y garantizar las seguridades del proceso. A la par del apoyo y acompañamiento de toda la institucionalidad del Estado, cuando los mismos los requieran en temas específicos.

Igualmente del acompañamiento de la comunidad internacional, la oficina de la Organización de Naciones Unidas en Colombia y de sus respectivas agencias, la Cruz Roja Internacional, las ONG de Derechos Humanos, La iglesia católica y las otras Iglesias y de la Comunidad Académica, entre otras organizaciones y organismos que puedan prestar su concurso a esos diálogos.


3.      Sobre el Dialogo Nacional de PAZ

Existe la posibilidad que en el ejercicio de construir la paz de abajo hacia arriba, de lo local- regional hacia lo nacional, sobre la base de los diálogos regionales y su producción se requiera un escenario de reflexión amplio que funciones con carácter nacional, que dé lugar a un Dialogo Nacional que funcione a través de una  Mesa Nacional de Paz, que acompaña la mesa de conversaciones Gobierno-ELN a manera de interlocutor legitimo, le aporte insumos para que diálogos se concreten en acuerdos específicos.

Las conversaciones entre el gobierno Nacional y el ELN debe fijarse una hoja de ruta, que establezca con la mayor objetividad la relación entre las expectativas que se tienen, la realidades existentes,  las posibilidades sociales e institucionales y los tiempos con que se cuentan para avanzar en los diálogos y concretarlos en acuerdos viables con sus respectivas rutas de implementación.

Si bien, la panorámica de estos diálogos parece compleja y difícil, sin dejar de serlo, la voluntad de las partes y la solidaridad de todos los sectores sociales crean condiciones para que los mismos puedan realizarse en tiempos prudenciales, que permitan confluir a los dos procesos. No se trata,  como se ha dicho anteriormente de empezar de cero, hay un trabajo amplio elaborado con anterioridad por las comunidades y las organizaciones a los largo de años que deben confluir allí, conjuntamente con propuestas de otros sectores que tienen  sus propios intereses y que es necesario tener en cuenta. Si el gobierno Nacional y el ELN se dejan ayudar y toman en consideración la experticia ganada por instituciones como las Naciones Unidades, la Cruz Roja Internacional, las iglesias, La Academia,  las ONG de derechos Humanos, los Laboratorios de Paz, La Mesa Social por la PAZ, La Asamblea Nacional por la Paz y otra decena de organizamos,  el proceso va a marchar a buen ritmo y de manera exitosa.

Sin que se abandone la singularidad del proceso del ELN, sus propias características y autonomías, bueno es que la organización que ha entendido que es una sola paz y son dos mesas, haga una revisión juiciosa y sin prevenciones de los acuerdos de la Habana y mire en que coincide y que se puede compartir con esa agenda, en lo ya avanzado my que se le puede aportar en su propio proceso de nuevo.    

       



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