viernes, 6 de marzo de 2020



EDUCACION PARA LA PAZ

CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia

NOTAS PARA UN CONVERSATORIO


1.     El conflicto armado en Colombia ha dejado más de 8,7 millones de víctimas y más de 6,5 millones de personas desplazadas. Ha sido una guerra que ha permeado desde nuestra manera de pensar hasta nuestra manera de sentir; naturalizando o legitimando en muchos casos de la vida pública y privada el uso de la fuerza, la agresión o cualquier tipo de violencia para tramitar los múltiples conflictos que se presentan en la cotidianidad.
2.     Ante el gran reto de la construcción de una paz estable y duradera, necesitamos como sociedad romper con estereotipos y paradigmas que han alimentado la cultura de la guerra y propiciado que nos veamos los unos a los otros como enemigos, olvidando que todos somos colombianos independientemente de nuestro lugar ideológico o de procedencia; generando brechas profundas entre el campo y la ciudad; avivando las diferencias sin reconocerlas como necesarias dentro de una democracia.
3.     Es el momento de transformar estas dinámicas y hacer la transición hacia una cultura de paz, donde quepa la diferencia y la oposición; donde sea posible el encuentro y diálogo entre las zonas rurales y urbanas, y, sobre todo, donde empecemos a reconocernos como habitantes de un mismo país, con la responsabilidad de aportarle a la construcción de su paz.
4.     En palabras de Vicenç Fisas, “la guerra y cualquier forma de violencia organizada son fenómenos culturales, y, como tales, se aprenden y se desaprenden. Dicho en otros términos, tanto la guerra como la paz son frutos culturales, resultados de decisiones humanas y de empeños sociales. La paz, a fin de cuentas, no es otra cosa que la síntesis de la libertad, la justicia y la armonía; tres elementos vivos y dinámicos que no dependen de la biología. Pueden o podemos educarnos para una cosa o para la otra, por lo que el ideal de ilegitimar moralmente la violencia es un reto cultural de rimera magnitud”.
5.     Cotidianamente hemos escuchado la frase “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. En el momento actual que atraviesa la sociedad colombiana, y para generaciones futuras, es fundamental conocer los múltiples y diversos esfuerzos de negociación que se han dado en nuestra historia con actores armados al margen de la ley. Reconocerlos nos permite dimensionar la magnitud de la influencia de la historia de la guerra en el desarrollo de nuestras generaciones.
6.     En Colombia, los esfuerzos por la paz, ha tenido varios procesos de negociación con actores armados al margen de la ley. Estos sirvieron como insumos y aportaron lecciones aprendidas para la negociación entre el Gobierno y las FARC.

7.     Algunos de los aprendizajes fueron:

8.     La mayoría de estos acuerdos presentaron un marco legal para un proceso de desarme, desmovilización y reintegración, donde el objetivo fue sacar a un grupo de personas de la lucha armada; pero no tuvieron en cuenta aquellos asuntos que facilitaron históricamente la reproducción del conflicto armado.
9.     En estos procesos se consideraron temas de reincorporación política como proyecto político colectivo; no obstante, algunos fracasaron debido a condiciones tales como la estigmatización, falta de garantías para la oposición y falta de condiciones para el ejercicio de la política en términos de apertura democrática.
10.                       Dentro de estos procesos se identificaron dificultades en términos de reincorporación económica y social, debido a la falta de apoyos y  seguimientos a los procesos.
11.                       Faltó un enfoque de perspectiva comunitaria en materia de reincorporación, que permitiera la armonización con los procesos locales y promoviera espacios de reconciliación y convivencia.
12.                       Fueron procesos que tuvieron poca o nula participación de las comunidades y de las diferentes regiones del país, lo cual generó poca apropiación y legitimidad.
13.                       En procesos pasados faltó el reconocimiento a las víctimas; además de mecanismos robustos, de verdad, justicia y reparación.

¿Qué es Educación para la Paz?

14.                       Los procesos de construcción de paz se componen de diferentes aspectos sociales, económicos, políticos, educativos, culturales y ambientales, que buscan la transformación de un contexto social y/o político determinado que se encuentra en conflicto armado o crisis.
15.                       Dentro de un proceso amplio de construcción de paz, se entiende al campo de la Educación para la Paz como uno epistemológico y de metodologías, que aporta las herramientas necesarias para aprender a abordar los conflictos humanos de una manera positiva y, por tanto, evita la expresión violenta de los conflictos, que son inherentes a la naturaleza humana.
16.                       Así mismo, la Educación para la Paz corresponde a un enfoque de análisis teórico del cual se desprenden muchos tipos de pedagogías y perspectivas para crear una cultura de paz.
17.                       La Educación para la Paz responde a nuevas formas educativas, es decir, nuevas prácticas para abordar los contextos sociales donde hay o ha habido varias expresiones de conflicto y violencia (directa, estructural y cultural, según Johan Galtung 1990).
18.                       La disciplina como campo teórico y práctico surgió en años posteriores a la Primera y Segunda Guerra Mundial, cuando las y los educadores buscaban herramientas para prevenir futuras guerras y se enfocaron en enseñar para la paz; para la no repetición de la guerra. En este sentido, distintos teóricos y pedagogos han desarrollado pedagogías para la paz cuyo fin último es la puesta en práctica de metodologías que pueden enseñar a las personas y a la sociedad a transformar la cultura de la violencia hacia una cultura de paz.
19.                       El término cultura de paz hace referencia a “un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos basados en el respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no-violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación” (Resolución No.53/243, Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, Asamblea General de la ONU).
20.                       Por tanto, el campo de la Educación para la Paz concibe la paz no solo como la ausencia de guerra y/o violencia, sino también como un proceso positivo, dinámico y participativo en el que se promueven el diálogo y la regulación de los conflictos, en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos (Ibídem. Resolución No. 53/243 ONU).
21.                       Las pedagogías que le apuestan a la transformación y construcción de una cultura de paz fomentan cambios en la forma de relacionarse las personas y colectivos, mediante prácticas de justicia social que incluyen relaciones justas, de tolerancia, inclusión, respeto de los Derechos Humanos en todas las esferas, mediación, encuentros interpersonales e interculturales, entre otros ámbitos que dignifican la existencia humana y permiten la convivencia pacífica y democrática. 
22.                       Así mismo, integran la propia experiencia con la realidad, estimulan la transformación y superación de las violencias transmitidas de generación en generación, y fomentan vías pacíficas y creativas para transformar conflictos, analizarlos dialogar, debatir con respeto, cooperar, arbitrar, reconocer intereses y necesidades propias y de las y los demás; entre otras muchas prácticas y capacidades.
23.                       Educar para la paz, en otras palabras, significa proveer a las personas y a los grupos sociales de la autonomía suficiente para que puedan discernir y razonar acerca de la realidad que los rodea y, finalmente, decidir con toda libertad la defensa de los derechos propios y de las y los demás; la aceptación de diferencias y divergencias de una manera no-violenta, donde además se reconozca y valore la diversidad y las particularidades de los distintos territorios en nuestro país. Igualmente, significa tener en cuenta de manera diferencial y prioritaria a grupos étnicos y mujeres, que, como ya ha sido expuesto por la Corte Constitucional de Colombia en repetidas sentencias y autos, han sido las poblaciones más afectadas por el contexto del conflicto armado.

24.                       ¿Cuáles son los contenidos que desarrollan una Educación y Pedagogía para la Paz?

25.                       La Educación para la Paz con el fin de comprender desde una perspectiva holística, integral, los tópicos necesarios para una formación orientada a una cultura de paz; demanda formar en valores y actitudes que promuevan la desnaturalización de la violencia, los Derechos Humanos, la reconciliación, la multiculturalidad, la solidaridad y el respeto por el medio ambiente.
26.                       Las amenazas más graves a la paz no se limitan a las guerras; opresión, exclusión, explotación, miseria, entre otras, promueven culturas de violencia. Cualquier esfuerzo por lograr una cultura de paz debe dirigirse al reconocimiento permanente del otro(a), a la comprensión, cooperación y responsabilidad entre personas, y a educar para el diálogo, la empatía, la comunicación no-violenta y la solidaridad. Esto significa inculcar valores y actitudes que permitan transformar todo paradigma e imaginario que impulsaba a prácticas violentas.
27.                       Educar para una cultura de paz significa fomentar espacios donde las personas puedan expresar sus desacuerdos, discutir, deliberar, contrastar, actuar, transformar su mundo individual y colectivo, adquiriendo un compromiso social y un grado de conciencia que lleve a la reflexión de la importancia frente al cuidado del otro(a) y de lo otro. Se trata así de fomentar una actitud que asuma los conflictos como posibles escenarios de oportunidades en lugar de escenarios violentos; con valores, actitudes, comportamientos y modos de vida basados en la no-violencia y el respeto de los derechos y libertades fundamentales de cada persona.
28.                       Es por esto que la Educación para la Paz debe ser asumida desde una perspectiva holística y sistémica en la que todo está vinculado y conectado. Swee-Hin Toh  propone entenderla desde los principios de Los Seis Pétalos de la Educación para la Paz, que se centran en:

Ø Educar para vivir con justicia y compasión.
Ø Educar para promover los Derechos Humanos y las responsabilidades.
Ø Educar para construir el respeto cultural, la reconciliación y la solidaridad.
Ø Educar para vivir en armonía con la Tierra.
Ø Educar para cultivar la paz interior.
Ø Educar para desmantelar la cultura de la guerra.

Educar para vivir con justicia y solidaridad

Palabras claves: empatía, conciencia, responsabilidad, reconocimiento, comunicación no-violenta.

29.                       Es importante relacionar el principio de justicia, con la solidaridad. La solidaridad es un principio ético que guía las interrelaciones de la vida, desde sus micro-niveles hasta sus macro-niveles. La solidaridad significa ser capaz de expresar sentimientos auténticos por el sufrimiento de los y las demás, y realizar un proceso de conciencia y reflexión para luego transformar las condiciones que conducen a tales sufrimientos e injusticias.

30.                       En otras palabras, la compasión requiere voluntad de reconocimiento de la responsabilidad por las condiciones de violencia estructural de la sociedad (exclusión, opresión, necesidades básicas insatisfechas). Esto es posible a partir de la empatía, entendida como la capacidad de comprender las necesidades y sentimientos del otro(a) a través de la identificación con sus emociones; esto, a su vez, se logra mediante procesos de comunicación no-violenta o empática.

31.                       Educar para la solidaridad y la justicia pasa por fortalecer las capacidades de comunicación no-violenta; en palabras de Marshall Rosenberg, el propósito de la comunicación no-violenta o empática es crear calidad de conexión humana para poder determinar los sentimientos reales de las personas y sus necesidades, con el fin de generar las condiciones necesarias para la cooperación y el bienestar.

Educar para promover los Derechos Humanos y la responsabilidad

Palabras claves: D.D.H.H, responsabilidades, ciudadanía, Declaración Universal de los Derechos Humanos.

32.                       Una cultura de paz requiere ciudadanos conocedores de sus derechos y deberes. Educar para la promoción y la protección de los Derechos Humanos implica el conocimiento de los derechos de primera, segunda y tercera generación, que en primera instancia pasa por conocer la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el análisis histórico y contextual de los derechos civiles y políticos; los derechos sociales y económicos, y los derechos llamados de “tercera generación” o “Derechos de Solidaridad”.

33.                       Los contenidos de la Educación para la Paz se deben poder vivenciar; por esta razón es clave que más allá de enseñar cuáles son los DD.HH. y sus mecanismos de protección, estos puedan leerse a la luz de las realidades que los estudiantes viven.

Educar para cultivar la paz interior

Palabras claves: espiritualidad, conciencia, responsabilidad, emancipación.

34.                       Hay un creciente consenso frente a que las fuentes de valores y prácticas pacíficas no deben ser ignoradas, junto con sus dimensiones internas. Educar para cultivar la paz interior significa reconocer las diversas tradiciones, creencias y culturas que apuestan por trabajar la espiritualidad, lo cual les permite a las personas un autorreconocimiento de sus debilidades y fortalezas y cómo canalizarlas.

35.                       Esto supone una mirada hacia nuestro interior, para darnos la posibilidad de decidir y ejercitar el derecho de pensar lo que queremos, imaginarnos un mejor futuro y practicar la política en primera persona, sin más intermediarios que nuestra propia conciencia, para después coparticipar con nuestras y nuestros semejantes reconociéndonos como autoridad con capacidad creativa (autoridad en términos de conocimiento, no de poder). Y asumir que estos actos pueden transformar la realidad.

36.                       Desde este enfoque, se puede establecer que el reto de la educación y de la cultura de paz es darles responsabilidad a las personas para hacerlas protagonistas de su propia historia, con instrumentos de transformación que no impliquen la destrucción u opresión ajena, intransigencia, odio ni exclusión, puesto que ello supondrá la anulación del propio proyecto de emancipación y desarrollo (Fisas, s.f.).

Educar para desmantelar la cultura de la guerra

Palabras claves: violencia directa, violencia estructural, violencia cultural, transformación de conflictos, cultura de paz.

37.                       Educar para desmantelar la cultura de la guerra pasa por educar para la transformación de los conflictos de manera no-violenta, y por educar para una conciencia crítica frente a las distintas violencias existentes (directa, cultural y estructural). Se trata, así, de generar procesos que permitan parar la reproducción de la violencia como algo ‘normal’, y fortalecer capacidades que permitan transformar los conflictos, comprendiendo que existen múltiples maneras de ejercer violencia.

38.                       En palabras de Fisas, “el empeño en construir una cultura de paz pasa por desacreditar todas aquellas conductas sociales que glorifican, idealizan o naturalizan el uso de la fuerza y la violencia, o que ensalzan el desprecio y el desinterés por los demás, empezando por disminuir al máximo posible el desinterés y el abandono de los más pequeños, con objeto de que estas criaturas puedan vivir experiencias de cariño, respeto, implicación, amor, perdón y protección; para que después, de mayores, puedan transmitir estas vivencias a otras personas con mayor facilidad” (Fisas, s.f.).

Entender los conflictos y saberlos transformar

39.                       La teoría de la Educación para la Paz ha enfatizado en el objetivo de educar para una conciencia crítica y transformadora que ayude a identificar patrones conflictivos en las sociedades, y a desaprender conductas violentas que resultan a veces invisibles debido a tan normalizadas que se encuentran. Esto supone trabajar la perspectiva positiva del conflicto y generar estrategias y habilidades que ayuden a las personas y a las sociedades en su conjunto a abordarlo de manera no-violenta.

40.                       El marco pedagógico de la Educación para la Paz empieza por entender los conflictos, sus causas, actores y dinámicas, para poder vislumbrar vías alternativas para su transformación. Tal como lo plantea Johan Galtung, “educar para la paz es enseñarle a la gente a encarar de manera más creativa, menos violenta, las situaciones de conflicto, y darles los medios para hacerlo” (Galtung 1997). En tal sentido, la transformación positiva de los conflictos pasa indefectiblemente por fortalecer la capacidad de tomar acciones por parte de quienes sufren directamente el conflicto, a través de un proceso que se ha llamado “empoderamiento”.

41.                       Es decir que muchos conflictos desaparecerían o disminuirían en intensidad, si en el momento oportuno y en sus primeras manifestaciones se promueve tanto el uso y desarrollo de las capacidades para la convivencia como los medios necesarios para que las y los actores se acerquen a procesos de diálogo horizontal e intervengan movilizando a tiempo las fuerzas tradicionales, económicas, sociales, culturales e intelectuales del contexto; por esto es necesario el empoderamiento de grupos sociales que puedan ser vulnerables.





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