PARTICIPACION DE LA SOCIEDAD Y
DIÁLOGOS REGIONALES EN EL PROCESO DE CONVERSACIONES DE PAZ CON EL ELN
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de
Paz – CPSPP-UN
El anuncio hecho por el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), del inicio de la fase pública de las conversaciones de paz después de una larga y accidentada fase exploratoria que arrojo un acuerdo y una agenda de trabajo, ha sido recibida con alegrías, expectativa y no pocas inquietudes por el conjunto de la sociedad colombiana. En general la idea que existe es que es un acuerdo procedimental con poco contenido sustancial en materia temática, lo que llena de grandes interrogantes, sobre la manera como se van a desarrollar las conversaciones, el alcance de las mismas y el tiempo de duración, si como se ha dicho el proceso de paz es uno y las mesas son dos.
Lo
primero que hay que saludar es que el tan esperado anuncio se haya dado y ahora
el país pueda enrumbarse hacia una paz integral, si las partes logran disponer
su voluntad y encontrar el camino de acuerdos para poner fin a la guerra. Lo
segundo es hacer explicito que es la voluntad política de las partes en su
decisión de llegar a acuerdos con objetividad y realismo, así como la celeridad
para implementar y ejecutar los procesos los que define la extensión del
procesos de conversaciones. Lo tercero, tener presente la especificidad del ELN
y la singularidad de su proceso para que este pueda desarrollarse con autonomía
y sin imposiciones y, cuarto, señalar que de todas maneras habrá necesidad de
hacer coincidir aspectos de lo acordado en las dos mesas, pues es uno solo el
país y una sola es la paz de Colombia.
Este
ensayo, busca hacer aportes a los aspectos metodológicos, en relación con la
participación de la sociedad civil y los diálogos regionales, desde la
experiencia y el acumulado de aprendizajes de los procesos de paz desarrollados
por el ELN. Estoy absolutamente convencido que si las conversaciones se
desarrollan sin prevenciones, se construyen las confianzas y las seguridades
que requiere cada proceso y se disponen las voluntad de las partes involucradas,
el mismo va hacer grandes aportes, no solo a la terminación del conflicto, sino
a la construcción de la paz en las rutas de implementación de acuerdos y de
ampliación de la democracia.
1. Sobre la participación de la sociedad civil y la
sociedad en general
El
hecho que el Ejército de Liberación
Nacional sea una organización societal, que funciona como un partido
político en armas, hace que por su naturaleza exista un peso especifico de la
importancia de la participación de la sociedad
civil en el desarrollo de las conversaciones y que sea esta la razón por la
cual el punto uno de la agenda convoca su participación. Pero, ¿Qué entiende el
ELN por sociedad civil y en que puede consistir esa participación?...
Primero,
tratemos de dilucidar el concepto de sociedad civil en el ELN y luego nos
centramos en los aspectos pertinentes a la participación y los mecanismos que
puede desarrollar esta, atada a las tradiciones de la organización. Para el
ELN, la sociedad civil la constituye todas las formas de organización de la
población civil, que desarrollan en los territorios resistencia y oposición, a
las formas de dominación social, política y económica, que persisten en el
mantenimiento del status quo. No es por lo tanto la población dispersa, ni la ciudadanía
indiferente, lejos de toda agenda reivindicativa y política. De esa concepción
no hacen partes, ni las elites políticas, ni los gremios económicos, los que
constituyen las clases dominantes; se
trata de la sociedad civil de los de
abajo, de las llamadas clases subalternas y, es en primera instancia, a
esas formas organizativas sociales a las que se les convoca a participar desde
las necesidades de sus contextos territoriales y desde sus agendas de derechos.
No
obstante esta primera consideración, en el
acuerdo se explicita en forma más amplia el concepto pues a lo que se hace
referencia allí es a la participación de la sociedad, en la construcción
de la paz y eso convoca a todos los sectores de la sociedad, incluyendo las
elites económicas (industriales, banqueros, agricultores, ganaderos,
comerciantes, entre otros) representadas por los gremios empresariales y
económicos y, las elites políticas (representadas en fuerzas, movimientos y
partidos políticos). El carácter incluyente
y pluralista señalado en el acuerdo apunta a hacer efectiva la posibilidad
que el más amplio espectro de la sociedad participe en la formulación de las
propuestas y de las rutas para hacer efectivos los acuerdos a que se llegue en
las conversaciones.
Señalemos
acá que la participación de la sociedad se da me manera amplia y pluralista y
que ella convoca a los movimientos sociales y políticos y a los sectores
económicos que hacen presencia en los territorios, así como a los gobiernos
locales, los que deben hacerse participes de las elaboraciones que se hagan y
de las responsabilidades que se asuman frente a las mismas.
Pero, cuál es el carácter vinculante de la participación de la sociedad civil o de la
sociedad en general en relación con la produccion
de propuestas, con respecto a la
agenda entre el gobierno-ELN y las posibilidades de llegar a un acuerdo de
finalización del conflicto. ¿Van a ser recogidas esas propuestas y van a ser
incorporadas al acuerdo final? O ¿son insumos para que el ELN negocie, a nombre
de la sociedad con el gobierno nacional?...el ELN, cuenta, como ellos mismos lo
señalan, con un arsenal político y metodológico construido y sostenido de manera
colectiva durante años que contiene según informan, y es muy posible que
así sea, compendios de metodología y protocolos para la participación de la comunidad que hacen parte de su patrimonio y son un importante recurso
para los diálogos.
Ellos
mismos se preguntan si los representantes de las comunidades son voceros de las mismas frente a la mesa
de conversaciones Gobierno-ELN o, son negociadores
con los mismos poderes y atribuciones de las otras partes, lo que significaría
ser el tercero en la mesa o, son más bien la representación y vocería de
las comunidades para exponer y defender los intereses de las mismas para que el
gobierno y el ELN lleguen a acuerdos. Hasta hace algunos años, la
concepción del ELN era el de asignar a
las comunidades el papel de acompañantes, facilitadoras, componedoras, veedoras
del dialogo y la negociación y como aliadas de la paz y testigas de la voluntad
y de la decisión de finalizar la guerra y de la aplicación y del cumplimiento
de los acuerdos que en todos los casos tendrán que favorecerlas a ellas mismas,
más que a las partes.
Es
posible que en este proceso la sociedad
representada por las comunidades o las formas organizadas de la población
civil, jueguen un papel decisivo como formuladoras de propuestas,
estructuradoras de agenda y gestoras de procesos regionales de paz, adicional a
su condición de acompañantes, facilitadoras, componedoras, veedoras y
verificadoras de la implementación de acuerdos. El ELN ya había “teorizado”
sobre las posibilidades de que las comunidades jugaran el papel de facilitadoras, mediadoras y verificadoras
del proceso y, le había asignado a cada una de estas categorías unos atributos de contenido e identidad en el marco de
su desempeño en el desarrollo de los diálogos
regionales.
Independientemente
del camino que se decida para la participación de la sociedad en general, de la
sociedad civil en especifico y de las comunidades en particular en el proceso
de conversaciones Gobierno-ELN, la participación social es definitiva y es
necesario establecer con toda claridad los procedimientos y alcances de esa
participación para que las conversaciones no se diluyan y se concreticen en la
elaboración de propuestas y de procesos que posibiliten las trasformaciones necesarias para que la paz pueda ser posible en
los territorios. La participación de la sociedad debe llenar de certezas el
proceso, no puede crear expectativas que no se cumplan sobre problemas que no
se resuelven.
Seis
ideas básicas que podrían tenerse en cuenta para la participación de la
sociedad en el desarrollo de los diálogos Gobierno-ELN:
Primera.
La participación de la sociedad debe darle cavidad a todos los sectores de la
sociedad que habiten los territorios en el marco de un pluralismo amplio e
incluyente. La paz es para todos, debe construirse en el marco del más amplio
pluralismo de intereses.
Segundo.
La sociedad debe estar representada por líderes y lideresas naturales, sociales, empresariales y políticos,
de amplio reconocimiento y las mayores calidades humanas, poseedores de un
sentido práctico de los procesos, que sean auténticos constructores del proceso
de paz. Líderes y lideresas revestidas de la mayor autoridad ética y moral,
defensores naturales de las comunidades y sus derechos. Seguramente muchos de
esos líderes procederán de las formas organizativas regionales y de las
plataformas nacionales. Lo ideal es que lo local-regional este representado.
Tercero.
La participación de la sociedad debe dirigirse en dos sentidos; primero,
garantizar que el proceso se desarrolle con rigor, eficiencia y celeridad y,
segundo, que las propuestas sean viables y focalizadas hacia cambios necesarios
y esenciales para los territorios, que comprometan acciones de beneficio de la
mayor cobertura social posible.
Cuarto.
Centrar la discusión no sobre el debe ser de las cosas (cambios estructurales),
sino, sobre lo que es posible en este momento histórico (cambios necesarios),
para facilitar los caminos hacia el logro de lo que debe ser en el futuro
(cambios estructurales). Las propuestas deben centrarse en cinco o seis grandes
temas cuando más. Temas estructurantes y articuladores de derechos de las
comunidades. No se trata de elaboran listados de demandas sino agendas
regionales y nacionales de construcción de paz. No son pliegos de peticiones,
sino rutas de trabajo para la transformación y la construcción de paz en los
territorios que convocan el compromiso
de las partes.
Quinto.
Los lideres y lideresas, no son elegidos para hacer parte del procesos de paz son
escogidos y presentados por las comunidades como líderes naturales y como
voceros de las mismas. En este sentido están en permanente comunicación con
ellas para informarles de los avances de las conversaciones y de los acuerdos
que se alcances allí. El número de cada mesa, para que sea funcional, debe ser
cuando más de 30 personas, Cinco del gobierno, Cinco del ELN y 20
representantes de la comunidad. Esto no implica que no se pueda convocar para
socializar y enriquecer las propuestas y aumentar su legitimidad un escenario
más amplio a manera de Foro Regional.
Sexto.
Las comunidades debe cumplir el papel de garantes, veedoras, verificadoras,
implementadoras de acuerdos y de constructoras del proceso de paz regional y
contar para ello con todos los respaldos, apoyos y seguridades institucionales.
Es
absolutamente claro que la participación de la sociedad en los territorios, no
parte de cero y que la construcción de agendas ya va adelantada, porque sobre
ellos las comunidades han desarrollado infinidad de eventos de caracterización
de las problemáticas y de formulación de propuestas, se trata es de reconocer
esas agendas, sistematizarlas y colocarlas en perspectiva de paz y de futuro.
2. Sobre los diálogos regionales y las mesas regionales
de paz
Para
el ELN, el tema regional es esencial, de
ahí que en el punto tres, sobre las transformaciones para la paz haga
especial énfasis en lo regional señalando la necesidad de elaborar planes alternativos integrales con enfoque territorial, que
constituyan opciones económicas y productivas que beneficien a las comunidades
y que como lo plantea ese mismo punto se constituyan en programas transformadores para superar la pobreza, la exclusión social,
la corrupción, la degradación ambiental, en búsqueda de la equidad.
Partamos
de señalar que para el ELN la base sobre
la cual se sustenta la nacionalidad es la región, el municipio, el barrio, la
vereda, la familia, la escuela, el tejido social, la organización política, el
Estado y el país, y que la propuesta de diálogos regionales se erige sobre
su convencimiento que es desde allí que se puede construir la unidad de la
nación, la convivencia pacífica, la democracia profunda y la justicia para todos.
Según
lo señalan en sus documentos el propósito de los diálogos regionales comienza
por crear sobre los territorios unas condiciones de mayor seguridad para la
población, una efectiva garantía de la práctica de los derechos humanos y una
atención humanitaria a las víctimas que los habitan: paz, territorialidad, desarrollo, democracia,
nueva gobernabilidad son según el ELN, los ejes centrales de la agenda a
convenir en los diálogos regionales. Para ello consideran que es necesario
buscar colectivamente la identidad de las regiones, su vocación económica, su
cultura, su historia y su papel en la nación. En los imaginarios del ELN, los
diálogos regionales permite abordar un dialogo nacional como suma de
experiencias y de buen ejercicio de la democracia, punto dos de la agenda
acordada. Recoge o desarrolla experiencias regionales como las constituyentes
municipales, provinciales y departamentales, los procesos humanitarios y los
programas de desarrollo construidos por las comunidades.
Si
el ELN, recurre a su historia y a su memoria como lo ha señalado, para hacer
uso de los recursos metodológicos que ha construido en otros procesos,
ajustados a las realidades del presente, las siguientes podrían ser
afirmaciones a tener en cuenta en las discusiones que en materia de metodología
para los diálogos regionales podrían
servir de base:
Primero.
Los diálogos regionales deberían ser lo
más realistas y honestos posibles a la hora de prever resultados y alcances no
vaya a ser que por ser tan ambiciosos e ilusos terminemos en el desencanto y la
frustración.
Segundo.
Los diálogos regionales deben servir
para sentar al gobierno, la guerrilla y las comunidades a pensar y a proyectar
la paz en los territorios con énfasis en los derechos de las poblaciones y los
intereses económicos de la nación, con la mayor objetividad y el mayor
realismo.
Tercero.
Los diálogos regionales deben ayudar
a desescalar el conflicto y a crear las condiciones para la finalización del
mismo. Las partes pueden dialogar fuera del país en medio del conflicto, pero
las comunidades no lo pueden hacer en los territorios. Se requiere desescalar
el conflicto y avanzar hacia treguas y cese al fuego para que se ambienten los
diálogos en los territorios.
Cuarto.
Los diálogos regionales deben
posibilitar un camino alternativo que haga posible transformaciones reales y
positivas en los territorios, generando nuevas experiencias y nuevos escenarios
de participación social. Los diálogos crean la necesidad de la paz, de
participar en sus realizaciones y le da una mayor legitimidad a los procesos de
implementación de acuerdos.
Quinto.
Los diálogos regionales convalidan y
potencian procesos locales y regionales de paz con protagonismo de comunidades
que se erigen ante el gobierno y la guerrilla con autonomía e independencia:
las comunidades como fuente esencial de las transformaciones y los poderes locales.
Sexto.
Los diálogos permiten lograr acuerdos humanitarios, sociales y políticos en
torno a temas concretos y específicos de aplicación inmediata en lo local para
beneficio de las comunidades y produce insumos a manera de propuestas objetivas
y sistemáticas en la perspectiva de llegar a acuerdos amplios y globales en el dialogo nacional.
Séptimo.
Los diálogos regionales permiten
entender el fenómeno del conflicto nacional como expresión de múltiples
conflictos locales y regionales, en la perspectiva de darles un tratamiento
acorde a la situación nacional.
Octavo,
Los diálogos regionales involucran de
manera novedosa, creativa e incluyente actores locales y regionales que suelen
estar por fuera de las dinámicas de reflexión y cambios y los convierte en
auténticos protagonistas de construcción de paz. Atraen de manera tierna y constructiva a quienes desde
muchos lados no creen en la posibilidad real y sincera de un cambio profundo
para construir una Colombia para todos, justa, pluralista, solidaria, soberana
y en paz.
Noveno.
Los diálogos regionales, estructuran
propuestas, organizadas en agendas, que deben dirigir en dos sentidos según la
naturaleza de las mismas, las específicas
a alimentar los planes de desarrollo alternativos y los procesos de
concertación social para el desarrollo local y regional y, las generales, a nutrir la discusión y los acuerdos de la mesa
nacional de Paz Gobierno-ELN.
a.
Sobre la organización
de los diálogos regionales
Los diálogos regionales
tienen tres momentos a considerarse:
Primero. La ambientación
regional de los diálogos, los eventos preparatorios y de elaboración de
propuestas. La escogencia de vocerías y de representaciones legitimas de las
comunidades y de la sociedad general en la Mesa Regional de Paz.
Segundo. La instalación
y el desarrollo de las reflexiones de la Mesa Regional de Paz cuyo trabajo consistirá
en exponer las propuestas de las comunidades, organizarlas y proponer rutas
para su implementación según la especificidad de las mismas y las posibilidades
y condiciones especificas del territorio. Le corresponde también presentar
propuestas y hacer recomendaciones a la Mesa de Conversaciones entre Gobierno
Nacional y el ELN.
Tercero. Ayudar
a construir acuerdos para el desarrollo regional y local y la estructuración de
planes de desarrollo alternativos y focalizados sobre ejes centrales que garanticen
el bienestar general de las comunidades, el desarrollo regional, la profundización
de la democracia y la convivencia pacífica en los territorios.
b.
Sobre las Mesas
Regionales de Paz
Los más variados
y distintos mecanismos pueden implementarse para el desarrollo de los diálogos
regionales de paz (asambleas, foros regionales, cabildos populares,
constituyentes locales, entre otras opciones) que pueden funcionar
simultáneamente en todos los territorios, las propuestas que surjan allí deben
ir a una Mesa Regional de Paz, que
debe ser lo más representativa y lo más
operativa posible. El ELN considera que en esas mesas debe estar la
insurgencia, el gobierno nacional, regional y local y desde luego las
comunidades.
La mesa de
conversaciones debe definir cuantos diálogos
regionales se van a hacer y cuál es la geografía que van a abarcar. Así
como la agenda de realización de los mismos que puede ser simultánea, pues se
producen en distintos territorios y con diferentes poblaciones. Igual debe
definir el número de participantes en la Mesas Regionales de Paz y las
metodologías para su desarrollo.
Para el ELN debe
quedar claro en todas y cada uno de los actores que los diálogos parten de lo
local y regional pero que no se pueden sustraer ni agotar allí dando paso al Dialogo
Nacional. A este respecto señalan que lo local y regional se desarrolla
en el marco de una estrategia metodológica que constituye el punto de partida de
los diálogos hacia lo nacional y el de retorno hacia la construcción
territorial de paz.
c.
Sobre las
agendas regionales
La Agendas
Regionales tiene como punto de partida lo humanitario pero no se quedan allí.
Debe tomar en consideración los puntos del Acuerdo Gobierno – ELN y
enriquecerlos con la especificidad de ellos en lo local y regional. En el
parecer del ELN deben ser temas realmente importantes pero también viables y
posibles de resolver y concretar en el nivel que se está y que sean más para
resolver conflicto y atender necesidades, que para enredar, radicalizar y
alejar las partes. Son diálogos críticos y propositivos.
Si se revisa un
poco las propuestas tomadas en consideración por el ELN para los diálogos
regionales en Antioquia, Cesar, Sur de Bolívar y Medellín (2006), hay unos puntos generales que pueden servir
para estructurar agendas viables y que se acomodan bien al acuerdo. 1. Acción Humanitaria y Derechos Humanos; 2.
Democracia, participación y costumbres políticas; 3. Desarrollo integral; 4. Desarrollo
rural, agrario y campesino; 5. Políticas sobre bienestar; 6. Sobre medio
Ambiente; 7. Identidad Cultural y reconstrucción del tejido social; 8. Comunidades étnicas, territorio y paz.
No obstante,
cualquiera que sea la propuesta que se elabore para construir la agenda y
desarrollarla debe surgir de las comunidades y las organizaciones sociales con
la participación amplia de todos los sectores civiles relacionados con el territorio.
d.
Sobre los
facilitadores de los diálogos y los acompañantes
Las partes son
responsables de crear las condiciones para el desarrollo de los diálogos regionales
y garantizar que estos se adelanten con normalidad y celeridad. El gobierno
Nacional y el ELN, definen de manera explícita las posibilidades que tienen
estos diálogos, donde se realizan y como se hacen en el marco del desarrollo de
la agenda pactada.
Los diálogos
regionales, requieren de la voluntad, el
compromiso y la participación decidida de los gobiernos departamentales y
municipales que deben ayudar a la convocatoria, facilitar los espacios y
garantizar las seguridades del proceso. A la par del apoyo y acompañamiento de
toda la institucionalidad del Estado, cuando los mismos los requieran en temas específicos.
Igualmente del
acompañamiento de la comunidad internacional, la oficina de la Organización de
Naciones Unidas en Colombia y de sus respectivas agencias, la Cruz Roja
Internacional, las ONG de Derechos Humanos, La iglesia católica y las otras
Iglesias y de la Comunidad Académica, entre otras organizaciones y organismos
que puedan prestar su concurso a esos diálogos.
3. Sobre el Dialogo Nacional de PAZ
Existe
la posibilidad que en el ejercicio de construir la paz de abajo hacia arriba,
de lo local- regional hacia lo nacional, sobre la base de los diálogos regionales
y su producción se requiera un escenario de reflexión amplio que funciones con carácter
nacional, que dé lugar a un Dialogo Nacional que funcione a través de una Mesa Nacional de Paz, que acompaña la mesa de
conversaciones Gobierno-ELN a manera de interlocutor legitimo, le aporte
insumos para que diálogos se concreten en acuerdos específicos.
Las
conversaciones entre el gobierno Nacional y el ELN debe fijarse una hoja de
ruta, que establezca con la mayor objetividad la relación entre las expectativas
que se tienen, la realidades existentes, las posibilidades sociales e institucionales y
los tiempos con que se cuentan para avanzar en los diálogos y concretarlos en
acuerdos viables con sus respectivas rutas de implementación.
Si
bien, la panorámica de estos diálogos parece compleja y difícil, sin dejar de
serlo, la voluntad de las partes y la solidaridad de todos los sectores
sociales crean condiciones para que los mismos puedan realizarse en tiempos
prudenciales, que permitan confluir a los dos procesos. No se trata, como se ha dicho anteriormente de empezar de
cero, hay un trabajo amplio elaborado con anterioridad por las comunidades y
las organizaciones a los largo de años que deben confluir allí, conjuntamente
con propuestas de otros sectores que tienen
sus propios intereses y que es necesario tener en cuenta. Si el gobierno
Nacional y el ELN se dejan ayudar y toman en consideración la experticia ganada
por instituciones como las Naciones Unidades, la Cruz Roja Internacional, las
iglesias, La Academia, las ONG de
derechos Humanos, los Laboratorios de Paz, La Mesa Social por la PAZ, La Asamblea
Nacional por la Paz y otra decena de organizamos, el proceso va a marchar a buen ritmo y de
manera exitosa.
Sin
que se abandone la singularidad del proceso del ELN, sus propias características
y autonomías, bueno es que la organización que ha entendido que es una sola paz
y son dos mesas, haga una revisión juiciosa y sin prevenciones de los acuerdos
de la Habana y mire en que coincide y que se puede compartir con esa agenda, en
lo ya avanzado my que se le puede aportar en su propio proceso de nuevo.
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