Conversaciones Gobierno Nacional-ELN
Siete
sugerencias útiles
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz
– CPSPP-UN
El pasado 30 de
Marzo, el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional –ELN-, dieron
a conocer a la Nación una agenda de
conversaciones de paz, para dar inicio a la fase pública de diálogos
con los acompañamientos internacionales correspondientes y con la decidida
participación de la sociedad que tendrá inicios el próximo 27 de Octubre en la
ciudad de Quito. Este hecho importante en el marco de la construcción de una paz completa, se ha venido recubriendo
de significativas iniciativas sociales, cautelosas actitudes institucionales,
no pocos cuestionamientos de sectores de la oposición al gobierno y,
algún condicionamiento presidencial relacionado con el secuestro, para
echar a andar el proceso.
Pese a todas las
observaciones y objeciones que se puedan hacer a estas conversaciones es
trascendente señalar que hay un avance consistente en haber evacuado la etapa
exploratoria, haber reconocido la especificidad del ELN, superado la intención
de imponerle a la organización los acuerdos de la Habana y su metodología,
reconocer que son dos mesas pero un solo proceso de paz, para un único país y,
dejar abierta la puerta para que los dos procesos se puedan ir encontrando en
acuerdos sobre temas que le son comunes.
Quienes trabajamos a
la paz con optimismo siempre estamos pensando en cómo ayudar a construir los
procesos de manera que estos se den de la mejor forma posible y puedan arrojar
los mejores resultados. Lo hacemos desde el estudio y la experiencia que hemos
adquirido en los acompañamientos a los largo de más de tres décadas de ensayos,
fracasos y muy importantes avances en materia de paz. La Constitución Política de Colombia, que está cumpliendo 25 años, es uno de esos logros relevantes.
Quisiera hacer siete
sugerencias que resulten útiles al proceso que esta por iniciarse entre el
Gobierno Nacional y el ELN:
Primera sugerencia. NO es útil que se le coloquen, para empezar
conversaciones, trancas al camino,
pre-requisitos, condicionantes, líneas rojas, inamovibles o cualquier otra cosa
que les impida encontrarse, conversar y llegar a acuerdos transcendentes. Es de
suponer que la fase exploratoria
tenía el propósito, no solo de elaborar la agenda sobre lo conversable, sino,
adicionalmente limpiar el camino de los obstáculos que pudieran impedir tener
curso a los diálogos. No es hora de devolverse, sino de avanzar. Si todo no estaba
listo hay que echar mano de la filosofía del arriero que nos enseña que en el camino se arreglan las cargas. Esta
es la hora de ir hacia adelante.
Segunda sugerencia: La decisión de negociar
en medio del conflicto no es fácil en el modelo de conversaciones que se
pretende realizar, que involucra de manera decidida a la sociedad. Es necesario
crear un ambiente humanitario que le
permita a las comunidades participar en los territorios y a la mesa contar con
las condiciones políticas para dedicarse de pleno a las conversaciones y a los
acuerdos, sin que las vicisitudes de la guerra mantengan una opinión pública
reaccionando negativamente frente a cada hecho que ocurra.
Ese ambiente
humanitario, debe posibilitar que tenga curso la demanda sobre la liberación de
los secuestrados, la concentración y el mejoramiento de las condiciones de los prisioneros e incluso su
participación directa en los diálogos, así como el ofrecimiento y las garantías
de seguridad para que quienes desde la sociedad participen en los diálogos no
se vean afectados por la guerra, ni
durante, ni después de las conversaciones.
Ambientar
Humanitariamente los diálogos es en la práctica desescalar el conflicto y avanzar hacia el cese multilateral, dado la particularidad que los territorios se
comparten con las áreas de influencia de la otra fuerza en proceso de paz, que
tiene sobre los mismos sus propias dinámicas pedagógicas y de implementación.
Pero también, tomar en consideración que existe una dinámica paramilitar que es
necesario detener y sobre la cual el Estado, liberando sus propias fuerzas de
esas prácticas, debe operar.
Tercera sugerencia. Construir desde el
comienzo de las conversaciones las mejores y más solidas relaciones entre las
partes, de manera que se funden las confianzas, seguridades y certezas que se está trabajando por el
éxito del proceso. La relación de los jefes de las delegaciones debe ser
fluida, abierta, democrática, flexible y realista. No importa que tan intensas
y contradictorias sean las conversaciones y las propuestas, siempre deben
existir el convencimiento de que es posible un acuerdo que deje a las partes
satisfechas. Es necesario no llevar a la mesa la mentalidad de la guerra en el
sentido de la confrontación para la derrota del enemigo, sino, la de la
política que contiene la disposición para llegar a acuerdos con el adversario.
Introducir como costumbre entre los jefes de delegación cuando las cosas estén
muy duras, venga tomémonos un tinto y
conversemos…
Cuarta sugerencia. La experiencia del proceso en
marcha y de otros procesos enseña que
necesario unificar la estrategia
pedagógica y comunicativa dirigida a la nación, de manera que siempre se
tenga un mensaje esperanzador desde la mesa sobre los avances de la misma, aun
en los momentos más difíciles que internamente puedan estar pasando. No resulta
útil, ni sano para el proceso llevar las contradicciones y problemas de la mesa
al seno de la opinión pública cuando esta nada puede hacer al respecto. En los
momentos más críticos, resulta más oportuno que conjuntamente señalen que la mesa viene trabajando con especial
esfuerzo y dedicación para sacar adelante los acuerdos. Una solida
estrategia comunicativa conjunta es
fundamental para enfrentar a los críticos de oficio de los procesos de paz.
Quinta sugerencia. Precisar los aspectos metodológicos y operativos del proceso en la mesa de
conversaciones. Es necesario que las primeras sesiones, las de crear confianza,
seguridades y certezas, dediquen especial atención a las rutas metodológicas
del proceso, en particular, las que
tienen que ver con la participación de la sociedad y los productos resultantes
de la misma. Esto significa tener una hoja de ruta clara sobre el desarrollo
del proceso que defina acciones, procedimientos, tiempos y resultados.
A este respecto, la mesa podría tomar en
consideración, como insumos, las propuestas que las comunidades, organizaciones
sociales, políticas, no gubernamentales,
académicos… vienen elaborando para ayudar a construir el proceso. Incluso,
podrían invitar a representantes de esas formas organizativas a reunirse con
ellos, para la socialización de sus propuestas.
Sexta sugerencia, el trabajo se hace más productivo si a medida que avanzan las
conversaciones se crean subcomisiones
temáticas, que adelantan investigaciones y conversaciones sobre temas
puntuales y rinden informes y hacen sugerencias a la mesa central, sobre las
posibilidades de acuerdo que se pueden construir al respecto de los mismos. Esa
divisiones temáticas del trabajo resultan
más útiles, si se hacen acompañar de la visita de miembros de la sociedad,
dirigentes sociales y expertos en los temas que permitan tener una mirada más
amplia y plural de los mismos.
Siempre es bueno
contar con la asesoría y la experticia calificada en temas revestidos de
mayores tensiones y complejidades y estar dispuestos a tomar en consideración
sus observaciones.
Séptima sugerencia. El tiempo de las conversaciones y los
acuerdos se mide en
términos de voluntad política de las partes. No existe un reloj distinto a
ese, cualquier presión que se ejerza es
contraproducente y, como se ha demostrado, fijar plazos, para incumplirlos es
equivocado.
No es mejor proceso
el que se demora más, ni el que se demora menos, sino el que saca mejores
resultados y llega a acuerdos en que las partes quedan satisfechas y la nación
en su conjunto se beneficia.
Los procesos de paz,
siempre abordan en primera instancia el tiempo
futuro que es el de los cambios y las reformas que han de garantizar la
convivencia pacífica y a justificar la dejación de las armas. Este es un tiempo
para conocerse, construir confianza y ganar seguridades de que lo acordado se
va a cumplir. Es un tiempo para pensar bienestar, justicia, equidad y
democracia. Reformas sustanciales, en el camino de las reformas estructurales
que le corresponden a las luchas políticas del postconflicto.
Luego se aborda el tiempo pasado y se salda cuentas con él;
es el que aborda el tema de las víctimas
y la justicia. Recoge y construye acuerdos sobre la base del reconocimiento
pleno de los derechos humanos de las víctimas, su derecho a la verdad, a la
justicia, a la reparación integral y al compromiso de no repetición. Las victimas
deben estar al centro de este tiempo en perspectiva de futuro.
El último tiempo que
se aborda es el presente que es el de
la terminación de la guerra, el fin del conflicto, la dejación de las armas y
el paso de la insurgencia a la lucha social y política con el reconocimiento
pleno de sus derechos ciudadanos. Es el tema de los mecanismos de refrendación,
verificación y seguimiento.
Todo el proceso va
construyendo las certezas para que las partes tomen las decisiones que les
corresponden en los escenarios pertinentes. No existe mejor tiempo para la paz
que el de ahora y, no hay un mejor gobierno que el que este gobernando si está
dispuesto a la solución política del conflicto.
Conversations entre le Gouvernement National et l'ELN
Sept suggestions utiles
CARLOS MEDINA GALLEGO
Enseignant - Chercheur
Université Nationale de Colombie
Centre de Réflexion et de Suivi du Processus de Paix – CPSPP-UN
Le 30 mars dernier, le Gouvernement National et l'Armée de Libération Nationale -ELN- ont présenté à la Nation un agenda de conversations de paix pour ouvrir la phase publique des dialogues qui débutera le 27 octobre prochain dans la ville de Quito, avec les accompagnements internationaux correspondants et la participation déterminée de la société. Dans le cadre de la construction d'une paix complète, ce fait important a été recouvert d'initiatives sociales significatives, d'attitudes institutionnelles prudentes, de nombreux questionnements des secteurs opposés au gouvernement et d'un certain conditionnement présidentiel en lien avec la prise d'otage, pour que le processus puisse aller de l'avant.
Malgré toutes les objections et les observations qui peuvent être faites sur ces conversations, il est primordial de souligner qu'il y a une avancée importante avec la sortie de l'étape exploratoire, la reconnaissance de la spécificité de l'ELN, le dépassement de l'intention d'imposer à cette organisation les accords de la Havane et leur méthodologie, la reconnaissance qu'il s'agit de deux tables mais d'un seul processus de paix pour un seul pays, et la porte ouverte à ce que les deux processus puissent se rencontrer dans des accords sur des thèmes qui leur sont communs.
Nous qui travaillons pour la paix avec optimisme, avons toujours cherché à aider à construire les processus afin qu'ils adoptent la meilleure forme possible et qu'ils donnent les meilleurs résultats. Nous le faisons à partir de l'étude et de l'expérience acquise dans l'accompagnement de plus de trois décennies de tentatives, d'échecs et d'importantes avancées en matière de paix. La Constitution Politique de la Colombie qui célèbre ses 25 ans, est une de ces réussites marquantes.
Je voudrais faire sept suggestions qui soient utiles au processus qui va débuter entre le Gouvernement National et l'ELN :
Première suggestion. Pour débuter les conversations, IL N'EST PAS utile de mettre des barrières sur le chemin, des pré-requis, des conditions, des lignes rouges inamovibles, ou quoi que ce soit qui empêche de se rencontrer, de dialoguer et d'arriver à des accords importants. On suppose que la phase exploratoire avait l'objectif d'élaborer, non seulement l'agenda sur ce qui pouvait discuté, mais aussi celui de balayer le chemin des obstacles qui pourraient empêcher les dialogues d'avoir lieu. Il n'est plus temps d'y revenir, mais d'avancer. Si tout n'était pas prêt, il faut rentrer dans la philosophie du muletier qui sait que c'est en chemin, qu'on équilibre les charges. Il est temps d'aller de l'avant.
Deuxième suggestion. La décision de négocier au milieu du conflit n'est pas facile, particulièrement avec le modèle de conversations que l'on entend réaliser, en engageant la société de manière déterminée. Il est nécessaire de créer un climat humanitaire qui permette aux communautés de participer dans les territoires et à la table de compter sur les conditions politiques permettant de se dédier pleinement aux conversations et aux accords, sans que les vicissitudes de la guerre maintiennent une opinion publique dans une réaction négative face à chaque fait qui arrive.
Ce climat humanitaire doit permettre que suive son cours la demande sur la libération des otages, la concentration et l'amélioration des conditions de vie des prisonniers et même leur participation directe aux dialogues, ainsi que l'offre et les garanties de sécurité pour que ceux qui, dans la société, participent aux dialogues, ne soient pas affectés par la guerre, ni pendant ni après les conversations.
Travailler au Climat Humanitaire des dialogues, c'est en pratique agir sur la désescalade du conflit et avancer vers le cessez-le-feu multilatéral, au vu de la particularité que les territoires se partagent avec les zones d'influence de l'autre force engagée dans un processus de paix, et qui a sur ces territoires ses propres dynamiques pédagogiques et de mise en oeuvre. Mais aussi, prendre en considération qu'il existe une dynamique paramilitaire qu'il faut détenir et sur laquelle l'Etat doit opérer, en libérant ses propres forces de ce type de pratiques.
Troisième suggestion. Construire dès le début des conversations, les relations les meilleures et les plus solides entre les parties, afin que soient fondées les confiances, les sécurités et les certitudes que l'on est en train de travailler au succès du processus. La relation des chefs de délégations doit être fluide, ouverte, démocratique, flexible et réaliste. Peu importe que les conversations et les propositions soit intenses et contradictoires, la conviction qu'il est possible d'arriver à un accord qui satisfait les parties, doit toujours exister. Il est nécessaire de ne pas venir autour de la table avec la mentalité de la guerre, dans le sens de la confrontation pour arriver à la défaite de l'ennemi, mais avec celle de la politique qui est disposée à arriver à des accords avec l'adversaire. Quand les choses sont très dures, introduire comme coutume entre les chefs de délégation celle du : "Allez, prenons un p'tit café et causons..."
Quatrième suggestion. L'expérience du processus en cours et d'autres processus nous enseigne qu'il est nécessaire d'unifier la stratégie pédagogique et communicative à l'attention de la nation, afin qu'il y ait toujours un message d'espoir lancé par la table sur ses avancées, même dans les moments plus difficiles qui peuvent avoir lieu en interne. Il n'est pas utile, ni sain pour le processus d'amener les contradictions et les problèmes de la table au sein l'opinion publique alors qu'elle ne peut rien y faire. Dans les moments les plus critiques, il est plus opportun de déclarer conjointement que la table est en train de s'efforcer et se consacrer à ce que les accords aillent de l'avant. Une solide stratégie communicative commune est fondamentale pour affronter les critiques d'office des processus de paix.
Cinquième suggestion. Préciser les aspects méthodologiques et opérationnels du processus de la table des conversations. Il est nécessaire que les premières sessions, celles pour créer la confiance, les sécurités et les certitudes, dédient une attention particulière aux routes méthodologiques du processus, particulièrement, celles qui concernent la participation de la société et ce qui en résulte. Cela signifie qu'il faut une feuille de route claire sur le déroulement du processus qui définisse les actions, les procédures, les temps et les résultats.
A ce propos, la table pourrait prendre en considération, comme éléments, les propositions que les communautés, les organisations sociales, politiques, non gouvernementales, académiques, etc. sont en train d'élaborer pour aider à construire le processus. De même, des représentants de ces organisations pourraient être invités pour socialiser leurs propositions.
Sixième suggestion. Le travail est plus productif si, à mesure que les conversations avancent, on crée des sous-commissions thématiques qui avancent avec des enquêtes et des conversations sur des thèmes ponctuels, fournissent des rapports et font des suggestions à la table centrale, sur les possibilités d'accord qui peuvent se construire sur les sujets. Ces divisions thématiques du travail sont plus utiles si elles sont accompagnées de la visite de membres de la société, de dirigeants sociaux et d'experts qui permettent d'avoir un regard plus large et pluriel sur les sujets.
Il est toujours bon de compter sur le conseil et l'expertise qualifiée dans les thèmes où résident les plus grosses tensions et complexités, et d'être prêt à prendre en considération leurs observations.
Septième suggestion. Le temps des conversations et des accords se mesure en terme de volonté politique des parties. Il n'y a pas de pendule autre que celle-ci, toute pression qui serait exercée est contre-productive et, comme il a été démontré, fixer des délais pour ne pas les respecter est une erreur.
Le processus qui prend le plus de temps n'est pas meilleur, ni celui qui en prend le moins, mais celui qui atteint les meilleurs résultats et arrive à des accords où les parties sont satisfaites et la nation dans son ensemble est bénéficiaire.
Les processus de paix abordent toujours en première instance le temps futur, celui des changements et des réformes qui doivent garantir la vie commune pacifique et justifier le fait de laisser les armes. C'est un temps pour se connaitre, construire de la confiance et gagner les sécurités que ce qui a été accordé va à être respecté. C'est un temps pour penser bien-être, justice, équité et démocratie. Des réformes substantielles, sur le chemin de réformes structurelles qui correspondents aux luttes politiques du post-conflit.
Ensuite, on aborde le temps passé et on règle ses comptes avec lui, c'est le temps qui aborde le thème des victimes et de la justice. Il reprend et construit les accords sur la base de la reconnaissance pleine des droits humains des victimes, leur droit à la vérité, à la justice, à la réparation intégrale et à l'engagement de non-répétition. Les victimes doivent être au centre de ce temps dans une perspective de futur.
Le dernier temps que l'on aborde est le présent, celui de la cessation de la guerre, la fin du conflit, le dépôt des armes et le passage de l'insurrection à la lutte sociale et politique, avec la reconnaissance pleine de leurs droits citoyens. C'est le thème des mécanismes de ratification, de vérification et de suivi.
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