Conversaciones Gobierno Nacional-ELN
Siete
sugerencias útiles
CARLOS MEDINA GALLEGO
Docente-Investigador
Universidad Nacional de Colombia
Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de
Paz – CPSPP-UN
El pasado 30 de
Marzo, el Gobierno Nacional y el Ejército de Liberación Nacional –ELN-, dieron
a conocer a la Nación una agenda de
conversaciones de paz, para dar inicio a la fase pública de diálogos
con los acompañamientos internacionales correspondientes y con la decidida
participación de la sociedad. Este hecho importante en el marco de la
construcción de una paz completa, se
ha venido recubriendo de significativas iniciativas sociales, cautelosas
actitudes institucionales, no pocos cuestionamientos de sectores de la
oposición al gobierno y, algún condicionamiento presidencial
relacionado con el secuestro, para echar a andar el proceso.
Pese a todas las
observaciones y objeciones que se puedan hacer a estas conversaciones es
trascendente señalar que hay un avance consistente en haber evacuado la etapa
exploratoria, haber reconocido la especificidad del ELN, superado la intención
de imponerle a la organización los acuerdos de la Habana y su metodología,
reconocer que son dos mesas pero un solo proceso de paz, para un único país y,
dejar abierta la puerta para que los dos procesos se puedan ir encontrando en
acuerdos sobre temas que le son comunes.
Quienes trabajamos a
la paz con optimismo siempre estamos pensando en cómo ayudar a construir los
procesos de manera que estos se den de la mejor forma posible y puedan arrojar
los mejores resultados. Lo hacemos desde el estudio y la experiencia que hemos
adquirido en los acompañamientos a los largo de más de tres décadas de ensayos,
fracasos y muy importantes avances en materia de paz. La Constitución Política de Colombia, que está cumpliendo 25 años, es uno de esos logros relevantes.
Quisiera hacer siete
sugerencias que resulten útiles al proceso que esta por iniciarse entre el
Gobierno Nacional y el ELN:
Primera sugerencia. NO es útil que se le coloquen, para empezar
conversaciones, trancas al camino,
pre-requisitos, condicionantes, líneas rojas, inamovibles o cualquier otra cosa
que les impida encontrarse, conversar y llegar a acuerdos transcendentes. Es de
suponer que la fase exploratoria
tenía el propósito, no solo de elaborar la agenda sobre lo conversable, sino,
adicionalmente limpiar el camino de los obstáculos que pudieran impedir tener
curso a los diálogos. No es hora de devolverse, sino de avanzar. Si todo no estaba
listo hay que echar mano de la filosofía del arriero que nos enseña que en el camino se arreglan las cargas. Esta
es la hora de ir hacia adelante.
Segunda sugerencia: La decisión de negociar
en medio del conflicto no es fácil en el modelo de conversaciones que se
pretende realizar, que involucra de manera decidida a la sociedad. Es necesario
crear un ambiente humanitario que le
permita a las comunidades participar en los territorios y a la mesa contar con
las condiciones políticas para dedicarse de pleno a las conversaciones y a los
acuerdos, sin que las vicisitudes de la guerra mantengan una opinión pública
reaccionando negativamente frente a cada hecho que ocurra.
Ese ambiente
humanitario, debe posibilitar que tenga curso la demanda sobre la liberación de
los secuestrados, la concentración y el mejoramiento de las condiciones de los prisioneros e incluso su
participación directa en los diálogos, así como el ofrecimiento y las garantías
de seguridad para que quienes desde la sociedad participen en los diálogos no
se vean afectados por la guerra, ni
durante, ni después de las conversaciones.
Ambientar
Humanitariamente los diálogos es en la práctica desescalar el conflicto y avanzar hacia el cese multilateral, dado la particularidad que los territorios se
comparten con las áreas de influencia de la otra fuerza en proceso de paz, que
tiene sobre los mismos sus propias dinámicas pedagógicas y de implementación.
Pero también, tomar en consideración que existe una dinámica paramilitar que es
necesario detener y sobre la cual el Estado, liberando sus propias fuerzas de
esas prácticas, debe operar.
Tercera sugerencia. Construir desde el
comienzo de las conversaciones las mejores y más solidas relaciones entre las
partes, de manera que se funden las confianzas, seguridades y certezas que se está trabajando por el
éxito del proceso. La relación de los jefes de las delegaciones debe ser
fluida, abierta, democrática, flexible y realista. No importa que tan intensas
y contradictorias sean las conversaciones y las propuestas, siempre debe existir el convencimiento de que es posible un acuerdo que deje a las partes
satisfechas. Es necesario no llevar a la mesa la mentalidad de la guerra en el
sentido de la confrontación para la derrota del enemigo, sino, la de la
política que contiene la disposición para llegar a acuerdos con el adversario.
Introducir como costumbre entre los jefes de delegación cuando las cosas estén
muy duras, venga tomémonos un tinto y
conversemos…
Cuarta sugerencia. La experiencia del proceso en
marcha y de otros procesos enseña que es necesario unificar la estrategia
pedagógica y comunicativa dirigida a la nación, de manera que siempre se
tenga un mensaje esperanzador desde la mesa sobre los avances de la misma, aun
en los momentos más difíciles que internamente puedan estar pasando. No resulta
útil, ni sano para el proceso llevar las contradicciones y problemas de la mesa
al seno de la opinión pública cuando esta nada puede hacer al respecto. En los
momentos más críticos, resulta más oportuno que conjuntamente señalen que la mesa viene trabajando con especial
esfuerzo y dedicación para sacar adelante los acuerdos. Una solida
estrategia comunicativa conjunta es
fundamental para enfrentar a los críticos de oficio de los procesos de paz.
Quinta sugerencia. Precisar los aspectos metodológicos y operativos del proceso en la mesa de
conversaciones. Es necesario que las primeras sesiones, las de crear confianza,
seguridades y certezas, dediquen especial atención a las rutas metodológicas
del proceso, en particular, las que
tienen que ver con la participación de la sociedad y los productos resultantes
de la misma. Esto significa tener una hoja de ruta clara sobre el desarrollo
del proceso que defina acciones, procedimientos, tiempos y resultados.
A este respecto, la mesa podría tomar en
consideración, como insumos, las propuestas que las comunidades, organizaciones
sociales, políticas, no gubernamentales,
académicos… vienen elaborando para ayudar a construir el proceso. Incluso,
podrían invitar a representantes de esas formas organizativas a reunirse con
ellos, para la socialización de sus propuestas.
Sexta sugerencia, el trabajo se hace más productivo si a medida que avanzan las
conversaciones se crean subcomisiones
temáticas, que adelantan investigaciones y conversaciones sobre temas
puntuales y rinden informes y hacen sugerencias a la mesa central, sobre las
posibilidades de acuerdo que se pueden construir al respecto de los mismos. Esa
divisiones temáticas del trabajo resultan
más útiles, si se hacen acompañar de la visita de miembros de la sociedad,
dirigentes sociales y expertos en los temas que permitan tener una mirada más
amplia y plural de los mismos.
Siempre es bueno
contar con la asesoría y la experticia calificada en temas revestidos de
mayores tensiones y complejidades y estar dispuestos a tomar en consideración
sus observaciones.
Séptima sugerencia. El tiempo de las conversaciones y los
acuerdos se mide en
términos de voluntad política de las partes. No existe un reloj distinto a
ese, cualquier presión que se ejerza es
contraproducente y, como se ha demostrado, fijar plazos, para incumplirlos es
equivocado.
No es mejor proceso
el que se demora más, ni el que se demora menos, sino el que saca mejores
resultados y llega a acuerdos en que las partes quedan satisfechas y la nación
en su conjunto se beneficia.
Los procesos de paz,
siempre abordan en primera instancia el tiempo
futuro que es el de los cambios y las reformas que han de garantizar la
convivencia pacífica y a justificar la dejación de las armas. Este es un tiempo
para conocerse, construir confianza y ganar seguridades de que lo acordado se
va a cumplir. Es un tiempo para pensar bienestar, justicia, equidad y
democracia. Reformas sustanciales, en el camino de las reformas estructurales
que le corresponden a las luchas políticas del postconflicto.
Luego se aborda el tiempo pasado y se salda cuentas con él;
es el que aborda el tema de las víctimas
y la justicia. Recoge y construye acuerdos sobre la base del reconocimiento
pleno de los derechos humanos de las víctimas, su derecho a la verdad, a la
justicia, a la reparación integral y al compromiso de no repetición. Las victimas
deben estar al centro de este tiempo en perspectiva de futuro.
El último tiempo que
se aborda es el presente que es el de
la terminación de la guerra, el fin del conflicto, la dejación de las armas y
el paso de la insurgencia a la lucha social y política con el reconocimiento
pleno de sus derechos ciudadanos. Es el tema de los mecanismos de refrendación,
verificación y seguimiento.
Todo el proceso va
construyendo las certezas para que las partes tomen las decisiones que les
corresponden en los escenarios pertinentes. No existe mejor tiempo para la paz
que el de ahora y, no hay un mejor gobierno que el que este gobernando si está
dispuesto a la solución política del conflicto.
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